Capítulo 34

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Regina se despertó cuando el sol comenzó a darle en la cara, la pasión desenfrenada de la noche anterior había hecho que no se acordase de cerrar la persiana. Se giró esperando ver a Emma por algún lugar de la habitación pero no lo hizo, aunque sí pudo ver que casi toda su ropa seguía allí aunque bien doblada junto a su propio vestido.

Iba a levantarse cuando escuchó que la puerta se abría lentamente, Emma estaba empujando la puerta con su espalda para que se abriese mientras que en sus manos llevaba una gran bandeja con un guarnecido desayuno.

-Buenos días, pensé que aún dormías.- Dijo Emma dejando la bandeja sobre la cama mientras que Regina sólo podía sonreír.

-Buenos días, acabo de despertarme.- Contestó la morena mirando la bandeja.

-Preparé tortitas, tostadas con mermelada, un té, imaginé que era lo que tomabas ahora porque vi restos de uno en el fregadero, unos zumos de naranja y un poco de fruta.- Explicó Emma.- No sabía que te gustaba hice un poco de todo.- Añadió.

-Gracias pero podía bajar a la cocina.- Dijo Regina cogiendo su vaso de té caliente.

-Ya me has dejado plantada dos veces, este desayuno se iba a dar sí o sí.- Espetó Emma sentándose a su lado para dejar un suave beso sobre su hombro antes de coger su zumo de naranja.

-Ayer por la mañana no pensaba dejarte plantada.- Le explicó la morena aunque ya lo había hecho.

-Lo sé, pero me aseguro de que así sea.- Sentenció la rubia con unas gran sonrisa.

-Eres una cabezota.- Soltó Regina tomando su té.

-Si no fuese una cabezota no estaría aquí.- Concluyó la rubia.

-Supongo que tienes razón.- Afirmó la morena.- ¿Qué hora es?- Preguntó al no ver su móvil sobre la mesita de noche como era normal.

-Es temprano, solo son las 8.- Aseguró Emma comiendo un poco.

-Tengo que estar en la empresa a las 9:30.- Dijo Regina.

-¿Tan pronto?- Preguntó Emma haciendo un puchero que enterneció el corazón de la morena.

-Sí, lo siento pero tengo una reunión muy importante.- Aseguró la morena acariciando los labios de la rubia con los suyos.

-Te lo acepto a cambio de una segunda cita esta noche.- Soltó Emma.

-¿No crees que vas un poco rápido?- Preguntó para picarla la morena.

-Después de tanto tiempo creo que es un ritmo bastante normal.- Aseguró Emma apoyando su espalda en el cabecero de la cama.

-Supongo que la normalidad está sobrevalorada.- Soltó Regina comiendo un poco más.

-Supones muy bien.- Coincidió Emma.- ¿La casa es tuya?- Preguntó mirando alrededor.- Creó que nunca hablamos nada que no fuese la construcción.- Añadió la rubia.

-Sí, en realidad era de mi madre pero a su muerte la herede.- Contestó Regina.

-¿Y tú padre?- Preguntó Emma cogiendo algo de fruta.

-No lo sé, hace cuatro meses que no tengo noticias de él.- Soltó la morena.- Supongo que con alguna mujer que le está robando hasta la ropa interior.

-Vaya, lo siento.- Dijo Emma pasando su mano sobre la de Regina para confortarla.

-No lo hagas, hace mucho tiempo que acepte que eso era así.- Soltó Regina.- ¿Y tú amiga?- Preguntó ella.

-¿Mary Margaret?- Preguntó y vio asentir a la morena.- Esta como loca, desde que he llegado no he parado de ir de compras con ella. Además tiene en mente que la ayude a organizar su boda.- Le contó la morena.

-Se puso a llorar como una loca cuando fui a preguntar por ti el día que te fuiste.- Aseguró Regina sonriendo al recordar lo sucedido.

-Me contó que estuviste allí, te juro que por mucho tiempo quise tomar ese suceso como una excusa para volver al país, para volver a verte.- Soltó Emma mirando fijamente los ojos oscuros de la morena.

-Sí que estuve, quería disculparme.- Dijo la morena que no tenía en mente contarle que había ido a buscarla después de eso.

-Sabes... creó que en la vida todo pasa por algo.- Empezó a divagar en voz alta la rubia.- Tal vez yo debía de irme del país para volver siendo una mujer diferente, para conseguir mi sueño, para que tu cumplieses el tuyo y solo entonces empezar una relación.- Concluyó orgullosa de su reflexión.

-Estoy de acuerdo.- Afirmó Regina.- Creó que en aquella época no habríamos aguantado mucho juntas, al menos fuera de una cama.- Espetó ella.

-Tengo que decir que esa parte no me enfadaba y aunque pensé que solo quería eso de ti, hoy sé que eso solo es una parte de todo lo que deseo compartir contigo.- Dijo Emma.

-Vayamos despacio, yo también quiero todo eso pero con calma.- Regina se acercó y beso los labios de la rubia que respondió encantada ante el gesto.- Ahora tengo que irme a trabajar.- Dijo una vez que se había separado.

-Está bien.- Emma no quería salir de la cama pera sabía que debía ir con pies de plomo en lo que respectaba a Regina. – Ve a ducharte, yo bajaré esto.- Aseguró la rubia guiñándole un ojo.

Regina obedeció y se metió bajo la ducha, de donde salía el agua caliente que conseguía relajar los hombros de la morena. Tras varios minutos allí debajo salió y se lio en una toalla para salir al dormitorio.

Al salir pensaba encontrarse con Emma pero la habitación seguía vacía, aprovechó para vestirse y salir a buscar a la rubia. La pianista se encontraba tirada en el césped con su cachorro encima.

-¡Tina!- Espetó Regina haciendo que la perrita la mirase y dejase a Emma.- Ven aquí, pequeña.- Dijo la morena cogiéndola en sus brazos.

-¿Es tuya?- Preguntó Emma levantándose del césped.

-Así es.- Contestó la morena.- Tiene solo cuatro meses, me la encontré en mi puerta y nadie la ha reclamado.

-Es muy bonita y tiene mucha energía.- Aseguró acariciándola.

-Así es, la he tenido que sacar de la casa porque me destrozaba los muebles. Estoy en proceso de educarla para qué deje de hacerlo.- Le explicó Regina dirigiéndose a la cocina con ella en sus brazos.

-¿Duerme en la calle?- Preguntó Emma.

-Claro que no, mandé construir una bonita casa en el jardín.- Soltó Regina molesta por las palabras de la rubia.

-Lo siento, es que me parece tan mona.- Dijo acercándose para darle un beso en los labios a Regina y una caricia a la perrita.

-No te preocupes, ve a vestirme mientras que yo le doy de comer.- Contestó Regina que tenía que reconocer que no era capaz de enfadarse con la rubia.

Emma subió corriendo las escaleras para ir a vestirse, mientras la morena estaba llenando el cuenco de agua y de leche para la perrita que estaba feliz de encontrarse dentro de la casa.

-No te acostumbres. – Le regañó Regina para después dejarla en el suelo para que comiese.

Emma bajó unos minutos después con una gran sonrisa en su cara y ya completamente vestida.

-¿Nos vemos esta noche?- Preguntó Emma.

-Está bien...- Dijo Regina con cansancio fingido.

-Te encanta verme, no te hagas la dura.- Aseguró la rubia acercando el cuerpo de Regina al suyo.- ¿Te paso a buscar?- Preguntó.

-Está bien, pero después de las 8, tengo varias reuniones.- Aseguró la morena.- ¿Qué vas a hacer todo el día?- Preguntó mientras sacaba a Tina otra vez al jardín.

-Tengo que ir a ensayar un rato y después trasladaré mis maletas a mi nueva casa además de comprar todo lo que sea necesario.- Le contó Emma.

-Si quieres que te ayude con la mudanza.- Dijo Regina cogiendo sus llaves para salir de la casa.

-De eso nada, estas embarazada.- Soltó la rubia.

Regina sonrió ante la preocupación de la rubia y le dio un apasionado beso para después subirse en su coche y dirigirse hacia su trabajo.

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