Regina estaba enfrascada en sus documentos cuando escuchó su teléfono sonar sobre la mesa. Sonrió al ver que era Emma la que llamaba, desde esa mañana no había tenido noticias de ella aunque sabía que iba a estar ocupada todo el día.
-Mills- Dijo ella formalmente.
-¿Arquitecta Mills?- Preguntó Emma siguiéndole el juego.- Dígale a su secretaria que tiene una cita conmigo que no me deja pasar.- Soltó entonces la rubia mirando mal a la mujer que ahora sí había conseguido detenerla.
-No recuerdo tener citas esta tarde.- Bromeó la morena.
-Revisé bien su agenda porque yo estoy segura de que eso es así.- Afirmó entonces ella.
Regina colgó dejando a Emma con la boca abierta pero segundos después escuchó la puerta de su despacho abrirse y recibirla con una sonrisa en su cara.
-La señorita Swan tiene libre acceso a mi despacho, pero gracias por cumplir con su trabajo.- Dijo Regina mirando a su secretaria que simplemente asintió.
-Vaya... pensé que me habías colgado y que me dejarías en la puerta.- Soltó Emma abrazando a Regina con cariño.
-Era el plan.- Aseguró la morena alejándose un poco del abrazo para besar los labios de la rubia que acepto el beso encantada.
Emma sonrió y dirigió a la morena hacía el sofá donde cayeron aun besándose con pasión. Tras unos minutos donde sus manos y sus labios se disfrutaron se separaron para tomar aire y no perder el control.
-¿Qué haces aquí?- Preguntó Regina reclinándose en el sofá sin soltar la mano de Emma.
-He venido a darte esto.- Dijo sacando del bolsillo de la chaqueta un sobre.
-¿Qué es?- Preguntó Regina que ya lo estaba abriendo.
-Son las entradas para esta noche, te he dado dos por si quieres llevar a alguien.- Dijo la rubia dándole un beso en los labios.
-Te invitaría a ti.- Aseguró la morena sonriendo.
-Y yo aceptaría encantada.- Contestó Emma.- Pero como no quería que fueses sola pues he pensado que se lo podías decir a tu amiga.
-Claro, se lo diré.- Aseguró Regina.
-Tenéis derecho a entrar al camerino al terminar.- Bromeó guiñándole un ojo coquetamente.
-Creó que haré uso de ese gran privilegio.- Le siguió el juego la morena que disfrutaba enormemente de las sensaciones que le provocaba la rubia.
-Me encantaría quedarme un rato más aquí, contigo pero Gus debe estar atacado de los nervios sin saber dónde estoy.- Dijo Emma dejando cortos besos sobre los labios de Regina.
-Es normal, nos vemos esta noche.- Contestó Regina levantándose para que la rubia se marchase.
-Por supuesto.- Aseguró entonces Emma dándole un último beso.
Emma llegó al teatro aun faltando más de una hora y media para empezar la actuación, estaba tan nerviosa ante la perspectiva de que Regina estuviese allí viéndola que no había podido estarse quieta en toda la tarde.
-Emma, relájate.- Le decía Gus al ver a la maquilladora bastante tensa ante los movimientos de la rubia.
-¿Sabes si han llegado ya?- Preguntó entonces Emma dejándose hacer.
-Aún no, pero todavía queda mucho tiempo. Ahora céntrate.- Le regañó antes de salir para revisar que todo estuviese bien.
La rubia envió un mensaje a Regina pero esta no contestó al mismo, Emma comenzó a tensarse pero debía de salir y actuar. No podía simplemente irse de allí sin más pero no podía negar que sus manos comenzaron a temblar cuando salió al escenario y vio los dos asientos en primera fila vacíos.
Emma comenzó la actuación y la interpretación no sin dejar de pensar que podría haberle pasado a la morena para no acudir a su cita. A diferencia de otras actuaciones Emma salió casi corriendo una vez que había terminado.
-Has estado muy bien, Emma.- Dijo Gus dándole la botella de agua que tenía costumbre de darle cuando terminaba.
-¿Dónde está mi móvil?- Preguntó sin prestarle atención.
-No lo sé, lo habrás dejado en el camerino.- Contestó él que vio al alcalde de la ciudad acercarse hacía donde estaban.- El alcalde quiere saludarte.
-Invéntate algo, necesito buscar mi móvil.- Soltó Emma saliendo casi corriendo de allí.
-¡Emma!- Le gritó Gus molesto por la actitud de la rubia.
Emma no le hizo el menor caso y al llegar al camerino se abalanzó sobre el móvil y marcó el número de Regina una docena de veces antes de que alguien lo cogiese.
-¿Quién es?- Preguntó una voz al otro lado de la línea.
-¿Quién es usted?- Preguntó Emma.- Buscó a Regina.
-¿Emma?- Preguntó la mujer.
-Sí, ¿Quién eres? ¿Por qué tienes el móvil de Regina?- la rubia comenzaba a alterarse.
-Soy Anna.- Contestó ella y antes de poder continuar Emma la interrumpió.
-¿Le pasa algo a Regina?- Preguntó la rubia muy preocupada.
-Debería de venir a verla, creó que es ella quién debe contarte.- Dijo entonces Anna.
-¿Dónde está?- Preguntó cogiendo las llaves del coche de Gus.
-En la mansión Mills.- Contestó ella algo nerviosa.
-Salgo para allá.- Espetó Emma demasiado histérica.
Emma le dejó un mensaje al hombre cuando ya había salido corriendo en dirección al aparcamiento, la idea de que a la morena le hubiese pasado algo provoco que su corazón se encogiese y que su cuerpo casi entrase en colapso.
La rubia volaba por la ciudad en el caro coche que Gus se había podido comprar gracias a su gran trabajo. Sabía que si la policía la paraba tendría que dar muchas explicaciones además de acabar pasando la noche en la cárcel.
Emma estacionó el coche en la entrada de la mansión y saltó de él para tocar al timbre. Marian le abrió rápidamente y sonrió al verla llegar allí. La rubia simplemente asintió y con una sola mirada supo donde se encontraba la morena.
-¿Qué ha pasado?- Preguntó al ver a Anna salir del dormitorio de la morena.
-Ella te explicará, pero está bien. No te preocupes.- Dijo la morena pasando su mano por el brazo de la rubia para relajarla.
-Gracias.- Contestó Emma que ya dirigía a la puerta del dormitorio.
Emma tocó suavemente a la puerta y cuando escuchó a la morena darle permiso para entrar abrió para dirigirse rápidamente al lado de la cama donde Regina estaba tumbada. Su corazón a pesar de estar acelerado se relajó ligeramente al poder ver a la arquitecta con sus propios ojos.
-¿Qué te ha pasado?- Preguntó cogiendo sus manos y acariciando las mejillas.
-¿Qué haces aquí? Deberías estar en el teatro.- Preguntó preocupada porque la rubia hubiese dejado el concierto a medias.
-Contéstame.- Dijo Emma más bruscamente de lo que le hubiese gustado.- Lo siento, dime que tienes.- Esta vez habló mucho más suave.
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Juego de Seducción
Fiksi PenggemarEmma Swan y Regina Mills son dos mujeres con una vida completamente diferente que comenzarán un juego de seducción donde no habrá una ganadora. A veces jugar con fuego es inevitable.