5 años después.
Volver a Estados Unidos era un soplo de vida para Emma. Después de casi 5 años fuera del país deseaba con todas sus fuerzas volver a su lugar de origen. Caminaba por el aeropuerto con su maleta en la mano cuando escuchó el gran grito de Mary Margaret a su espalda. Se giró completamente y vio como la mujer se lanzaba a sus brazos.
-¡Te he echado de menos!- Espetó Mary.
-Yo también.- Aseguró Emma correspondiendo al abrazo.
La rubia había venido ocasionalmente al país, tan solo algún que otro fin de semana con el fin de visitar a sus amigos o de dar algún concierto pero no era hasta ahora que había decidido volver definitivamente a vivir allí.
-Mary, me estas ahogando.- Tuvo que decir Emma para hacer que la morena se soltase de su cuello.
-Lo siento, estoy muy feliz de que hayas decidido mudarte.- Contestó Mary mirando a Emma que seguía igual.
-He echado de menos el aire...- Bromeó entonces Emma.
-Emma Swan.- Dijo entonces una voz masculina a su lado.
-David Nolan.- Soltó dándole un beso y chocando sus manos.- Espero que hayas cuidado muy bien a mi amiga durante todo este tiempo.
-Claro que sí.- Espetó él abrazando a Mary.
-¿Mary?- Preguntó sabiendo que la mujer le escondía algo.
Mary Margaret le extendió la mano y en ella se podía ver un precioso anillo de compromiso en el dedo. Emma miró a David y sonrió asintiendo. El hombre ya le había contado que quería proponerle matrimonio a su amiga. Ellos se conocieron en unos de los viajes que Emma hizo para ver a su amiga.
-¿Ya lo sabías?- Preguntó al ver que Emma no se sorprendía.
-Digamos que tu galán me pidió tu mano hace unas semanas.- Soltó Emma abrazando a su amiga con alegría.
-¿En serio?- Preguntó mirando a David que sonrió inocentemente.
-Muchas felicidades a los dos. A David ya le advertí que como no te cuidara tendría un problema con sus amiguitos.- Dijo señalando el pantalón del hombre.- En cuanto a ti quiero de verdad que seas feliz y sé que con él lo serás.- Aseguró.- Ahora... ¿Podemos salir del aeropuerto? Tengo hambre.- Soltó ella.
-Claro que sí, vamos a comer.- Dijo David.
-¿Tienes donde quedarte?- Preguntó Mary que casi no había podido hablar con Emma.
La decisión de volver al país había sido muy precipitada, la agenda de conciertos de Emma la obligaba a pasar casi todo el año allí por lo que había decidido mudarse y establecerse allí definitivamente, aunque era consciente de que su trabajo la obligaría a viajar mucho.
-Aún no, tengo que firmar el contrato de compra de la casa.- Dijo entonces Emma.
-Puedes quedarte conmigo.- Aseguró David que sabía que su casa era más grande que la de su novia.
-No te preocupes, me pagan el hotel durante unas semanas por los conciertos que tengo.- Soltó Emma sonriendo.
-He captado la indirecta.- Dijo entonces David guiñándole un ojo a la rubia que sonrió.
-¿De qué habláis?- Preguntó Mary Margaret que no se enteraba de lo que decían.
-Nada, nada.- Contestó Emma sonriendo.
Los tres abandonaron el aeropuerto y se dirigieron a un restaurante para almorzar. Emma estaba radiante últimamente, disfrutaba enormemente del éxito que tenía como pianista además de encontrarse más motivada que nunca con su trabajo. Mary Margaret por su parte está feliz de volver a recuperar a su amiga a tiempo completo y más ahora que tenía que empezar a organizar la boda con David.
La comida pasó entre risas y anécdotas, Mary no paraba de interrogar a Emma para que le contase todo lo que había hecho desde la última vez que se habían visto, hacía casi seis meses, aun así Emma obviaba gran parte para evitar traumatizar a su amiga. Por su parte David disfrutaba de la felicidad de su prometida además de la buena conversación de Emma. Entre los dos se había instaurado fácilmente una gran amistad.
-Chicos, me encanta estar con vosotros pero estoy agotada y mañana tengo un concierto.- Dijo Emma una vez que habían salido del restaurante.
-Te dejamos en el hotel para que descanses.- Contestó David abriéndole el coche a su novia.
-Muchas gracias, sabéis que tenéis entradas en primera fila si queréis venir.- Dijo Emma acomodándose en el coche.
-Claro que iremos.- Soltó Mary Margaret rápidamente.
-Perfecto, dejare avisado que os den las entradas cuando lleguéis.- Aseguró la rubia que no pudo evitar bostezar.
El camino se hizo prácticamente en silencio y Emma dormitaba en la parte de atrás, la cantidad de horas que había pasado en el avión la habían dejado agotada. La rubia había estado viviendo en Francia durante varios meses, ya que su trabajo requería que así fuese.
-Muchas gracias, chicos. Mañana os invito a cenar.- Dijo una vez que se había bajado del coche y sacado la maleta.
-Descansa.- Contestaron los dos a la vez riendo por su sincronía.
Emma se acomodó en su cama y se quedó completamente dormida sin ni siquiera quitarse la ropa. El viaje la había dejado agotada pero las emociones de volver también. Estar de nuevo en Boston hacía que una gran cantidad de recuerdos volviesen a su mente.
Emma daba vueltas por toda su habitación, había mandado uno de sus trajes a la tintorería del hotel y aún no había llegado. Después de llamar más de cuatro veces a recepción para meterles prisa se dejó caer en la cama. Dentro de sus rituales desde que había empezado a actuar profesionalmente estaba el de mandar a limpiar su traje antes de cada concierto y el de llegar una hora antes al teatro.
La puerta sonó y se levantó precipitadamente para ir a abrir. El empleado le tendió su traje perfectamente planchado. Emma sonrió y lo cogió para comenzar a vestirse rápidamente. El pelo, como siempre, lo dejaba suelto con sus largos rizos rubios cayendo por su espalda. Una vez que había terminado de vestirse cogió su móvil y bajo para subirse al coche que el teatro había mandado para recogerla.
Emma pasó todo el viaje chasqueando sus dedos además de mirando el móvil casi compulsivamente. Al llegar Gus le abrió la puerta para que bajase del coche.
-Hola.- Dijo el hombre.
-Buenas, ¿Cómo estoy?- Preguntó tan nerviosa como siempre.
-Magnifica. Este concierto te dejará en lo más alto, Emma.- Soltó él.
-Eso espero... por cierto, deja dos entradas en primera fila para Mary y su prometido.- Dijo antes de entrar en el camerino.
-A sus órdenes.- Bromeó él para aliviar la tensión.
Gus se había convertido en su agente y ayudante tan solo unos meses después de marcharse del país. El hombre cada vez estaba más descontento con su trabajo y tras hacer varios cursos para ello decidió unirse a la rubia en su viaje por Europa, al principio era algo provisional pero como las cosas les iban tan bien decidieron hacerlo definitivo.
-Es hora de salir, Emma.- Dijo Gus que se encontró a la rubia estirando sus dedos como siempre que iba a tocar.
-Gracias, Gus.- Contestó ella levantándose para dirigirse al escenario.
Emma había tocado en infinidad de lugares desde su marcha de Estados Unidos pero por alguna razón que desconocía ese día era especial. Sus manos temblaban más de lo normal, al menos lo hacían hasta que ponía sus dedos sobre el teclado, en ese momento todo el mundo dejaba de existir para ella.
Locura absoluta por mi parte. La verdad es que me vinieron varias ideas a la cabeza mientras escribía el capítulo anterior pero esta fue la que más me gusto. Espero que a vosotras también.
Os adelanto que durante unos capítulos narraré la historia desde la perspectiva de Emma a diferencia de como venía haciendo con anterioridad.
¿Os ha gustado el giro? Espero vuestros comentarios.
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Juego de Seducción
FanficEmma Swan y Regina Mills son dos mujeres con una vida completamente diferente que comenzarán un juego de seducción donde no habrá una ganadora. A veces jugar con fuego es inevitable.