-¡Pasa!- Espetó Regina furiosa mirando a Leroy.
-¿Qué sucede?- Preguntó Graham al verlos entrar.
-Acabamos de perder a una empleada por la falta de liderazgo del jefe de obras.- Explicó como si el hombre no estuviese delante.
-Acabo de darle el cheque con el finiquito, pero no me ha explicado que había sucedido.- Aseguró Graham acercándose a Regina.
-Pues prepara otro cheque.- Dijo Regina sin que ninguno de los dos entendiera nada.-Esta despedido.- Explicó unos segundos después.
-¿Qué? –Preguntó Leroy muy alterado.- ¿por qué?- Preguntó de nuevo.
-Porque no tienes dotes de mando, porque provocaste un accidente que casi le cuesta la vida a varios empleados... quieres que siga.- Comentó irónicamente la morena.- Graham, prepara todo. Lo quiero fuera de aquí antes de que acabe el día.- Dijo mirando al hombre que sólo asentía.
-Está bien, Regina. Yo me encargo de todo.- Dijo entonces Graham.
La morena salió entonces furiosa de allí y se marchó al hotel, estaba agotada tanto anímica como físicamente. Los encontronazos con Emma Swan la habían desestabilizado mucho más de lo que admitía. No entendía nada de lo que le estaba sucediendo. Tras darse una larga ducha se puso un cómodo chándal y salió a correr, hacía mucho tiempo que no lo hacía pero en ese momento necesitaba despejarse y así conseguir dejar de pensar.
-Embajadora Mills.- Dijo con la voz entrecortada cogiendo su móvil.
-Buenas tardes, embajadora.- Dijo una voz masculina al otro lado de la línea.- Le llamo para ofrecerle asistir a unas jornadas que se llevaran a cabo en la universidad.- Comentó él.
-¿De qué son esas jornadas?- Preguntó ella que no estaba muy segura de aceptar.
-Varios poetas muy reconocidos vienen a presentar algunos de sus libros además de que se hará una gala benéfica en beneficio a esas familias afectadas por el huracán de hace un mes.- Explicó él bastante elocuentemente.
-Mándeme toda la información al correo electrónico que le dejaré por mensaje y le informaré si mi agenda está libre para esos días.- Dijo Regina que desde que había despedido a su ayudante personal no conseguía organizarse.
-Está bien, muchas gracias por su tiempo.- Aseguró el hombre que colgó al escuchar a la morena despedirse.
Regina terminó su ruta y decidió ir a comer a casa de Anna, Sophia estaría encantada con su nueva visita además de que estaba deseando llevarle los vestidos que le había comprado en su estancia en Europa.
Después de volver a darse una ducha rápida se vistió cómodamente y se dirigió a casa de su amiga no sin antes pararse a comprar una bandejita de pasteles para el postre, eligiendo minuciosamente los preferidos de cada una.
-Hola.- Dijo Anna al ver a la morena en la puerta.
-Buenas, traigo pasteles.- Soltó Regina tendiéndole la bandeja y entrando con confianza en la casa.
-Gracias.- Contestó la mujer llevando la bandeja a la cocina.- Sophia está arriba.- Dijo al ver a la morena mirando por todos sitios.
-Voy a verla.- Regina ya subía las escaleras en dirección al dormitorio de la pequeña.- Hola, mi niña.- Dijo entrando lentamente.
Sophia estaba tirada sobre la alfombra con todos sus juguetes a su alrededor. Desde las muñecas hasta los muñecos de acción, todo estaba completamente revuelto, aun así Sophia hizo un hueco e invitó a Regina a sentarse enfrente de ella.
-Madrina, ¿Juegas conmigo?- Preguntó ella alzando a su muñeca.
-Claro que sí, pero primero podemos abrir tus regalos.- Dijo alzando la bolsa.
-¡Sí!- Gritó ella contenta.
Sophia abrió los dos paquetes y sacó dos vestidos preciosos que se empeñó en probarse antes de comer. Anna se unió a ellas unos minutos después y no pudo para de reír con la emoción que sentía la niña con sus nuevos regalos.
-Gracias.- Gritaba abrazando a su madrina.- ¿Puedo abrir este también?- Preguntó ella viendo un paquete sin desenvolver.
-No, este es para mama.- Comentó Regina que se levantó y se sentó en la cama al lado de Anna.
-Mami....- Dijo en tono de súplica viendo como su madre asentía.
Sophia abrió también el regalo de su madre y se lo dio para que ella lo viese. Anna desorbitó los ojos al ver el precioso vestido corto de color azul eléctrico que le había regalado su amiga.
-Es precioso.- Aseguró ella poniéndoselo delante para vérselo.
-Espero que te quede bien, normalmente tengo buen ojo con las tallas.- Dijo guiñándole un ojo.
-No te tenías que haber molestado.- Comentó Anna aunque estaba feliz.
-No es molestia, me alegra que te haya gustado.- Contestó Regina sonriendo.
-¡Qué bonito!- Grita Sophia mirando a su madre.
-El tuyo también es bonito.- Asegura Anna mirando a su hija que asiente.- La madrina es la mejor.
-Ven aquí.- Dijo Regina abriendo los brazos para abrazarla con cariño. Esa niña había sido como su hija desde que había nacido.
Las tres pasaron un rato charlando hasta que Sophia se empeñó en jugar un rato a un juego de mesa que Anna le había comprado hacía poco. Regina que no podía negarle nada a la niña aceptó y así pasaron un tiempo.
Regina se despidió y se marchó para dirigirse a su hotel, necesitaba quitarse ese vestido y relajarse un poco. Aunque estar con Sophia y Anna le sentaba de maravilla necesitaba un poco de soledad para poner en claro sus ideas.
Una vez cómodamente sentada en el sofá que había en la habitación encendió su portátil y se dio cuenta de que aún no había revisado el correo que le había mandado el hombre que la había llamado para invitarla a esa gala.
Tras leer todo lo que se planteaba hacer sabía que no podía negarse aunque no le apetecía demasiado. Aun así contestó afirmativamente al correo para después suspirar y quedarse revisando algunos pendientes que tenía, ni siquiera estando de vacaciones podía dejar de trabajar así que se concienció y se puso a ello.
Antes de conseguir terminar de revisar todo su móvil sonó y al mirar el identificador de llamadas se dio cuenta de que era Graham lo que la sorprendió enormemente.
-Dime, Graham.- Dijo Regina nada más contestar.
-Hola, he intentado localizar a Emma Swan para volver a contratarla.- Soltó él sin darle demasiadas vueltas.
-¿Qué sucede?- Preguntó entonces Regina más interesada.
-Me ha dicho que la semana que viene vendrá a hablar con nosotros.- Contestó él directamente.
-¿Por qué antes no?- Preguntó sin entender nada.
-No lo sé, me ha dicho que antes imposible.- Explicó entonces Graham.- Creó que dadas las circunstancias podíamos esperar para hablar con ella.
-Está bien. Gracias por avisarme, Graham.- Murmuró entonces Regina que no entendía la actitud de la rubia.
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Juego de Seducción
FanficEmma Swan y Regina Mills son dos mujeres con una vida completamente diferente que comenzarán un juego de seducción donde no habrá una ganadora. A veces jugar con fuego es inevitable.