Capítulo 47

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Regina había recibido el alta hacía tan solo unos días, Emma se había negado totalmente a que la morena hiciese algún esfuerzo. Emma se encargaba de todas las tareas que el servicio no hacía y había contratado a una cocinera para que la ayudase mientras que la morena estaba convaleciente. Como su parto tuvo tantas complicaciones el médico le pidió que mantuviera reposo unos días más.

-Hola.- Murmuró Emma que acababa de volver de ensayar y había dejado a la niña en la cuna, en lugar de hacerlo en el teatro se había trasladado a la habitación que la morena le había preparado así podía estar al cargo de Regina y de la pequeña.

-Hola.- Susurró Regina que acababa de despertarse.- ¿Dónde estabas?- Preguntó la morena.

-Ensayando un poco, no podía dormir.- Aseguró la rubia que dejó un beso sobre los labios de Regina.

-¿Y eso?- Preguntó preocupada.

-Nada grave, simplemente me he desvelado y la pequeña parece que también.- Murmuró.- Me la he llevado conmigo, sabes como la relaja escuchar el piano.

Emma había descubierto eso una noche en la que la niña había tenido gases y no había dejado de llorar. La rubia después de dar vueltas por toda la casa intentando relajarse y relajar a la pequeña se la llevó a la habitación, tocar el piano la relajaba y para su sorpresa descubrió que a la niña también la relajo.

-¿Me la das?- Preguntó Regina.- Me toca darle el pecho.

-Claro.- Aseguró entonces la rubia que se levantó para cogerla.

Regina se levantó y se sentó en la cama quitándose el camisón para poder darle el pecho a su hija, tenía que reconocer que era uno de sus momentos favoritos. Emma se sentó a su lado y se quedó mirándolas fijamente, estaban completamente compenetrabas.

-¿Te duele?- Preguntó al ver como Regina ponía mala cara.

-Tira un poco, Gina parece hambrienta.- Contestó la morena meciendo a la niña lentamente.

-Me gustaría... creo que voy a decir una locura... me gustaría...- Emma no era capaz de hablar.

-¿Qué te gustaría?- Preguntó Regina un poco nerviosa con la confesión que pensaba hacer la rubia.

-Me gustaría quedarme embarazada también.- Soltó sin pensarlo.

Regina tosió pues se ahogó con su propia saliva y asustó a la niña que comenzó a llorar por el movimiento de la morena. La arquitecta se recolocó otra vez y le volvió a dar el pecho.

-¿Es una locura?- Preguntó Emma dejando un beso sobre la cabecita de la pequeña para que se relajase.

-No creo que sea una locura, solo que me ha sorprendido.- Aseguró Regina mirando a su prometida.

-Creó que vivirlo a tu lado me ha despertado el instinto maternal.- dijo la rubia medio en broma medio en serio. – Pero antes de eso deseo hacer efectivo nuestro compromiso.- Soltó señalando el anillo que la morena tenía en el dedo.

-Me parece bien aunque quiero esperar.- Regina se colocó de nuevo el sujetador y levantó a la niña para que soltase los gases.

-¿Por qué? Podemos casarnos después de que lo hagan Mary y David, yo no quiero esperar y ambas soñábamos con que fuese algo sencillo.- Decía Emma sin respirar.

-¿Cómo que por qué? – Preguntó Regina.- ¿Me has visto?- Preguntó como si fuese lo más obvio del mundo.

-¿Qué?- Preguntó también Emma sin saber a qué se refería.

-No pienso ponerme un vestido de novia con este cuerpo.- Espetó molesta la morena.

-¿Este cuerpo?- Preguntó Emma.- Te refieres al magnífico cuerpo que te ha quedado después de un maravilloso embarazo. Regina, has perdido todo el peso que has cogido y ahora... dios... ahora tus pechos están muy interesantes.- Espetó para hacer sentir mejor a la morena.

-Siempre tan zalamera, aun así no vas a conseguir convencerme. Hasta que no esté la cien por cien no me pienso casar.- Aseguró ella.

-Tú mandas, aunque me gustaría ser tu esposa cuanto antes.- Emma jugaba su última carta.

-No te preocupes, serás mi esposa en breve.- Aseguró Regina.- Ohh... creo que necesita que le cambies el pañal.- Soltó la morena tendiéndole a la pequeña a la rubia.

-¿Has visto a mama?- Preguntó Emma mirando a la niña.- Siempre me deja el trabajo sucio a mí, literalmente.- Dijo poniendo mala cara al abrir el pañal. La niña manoteaba alegremente.

-¿Sigues queriendo tener un bebe?- Preguntó Regina cogiendo su té y sonriendo.

-Si es contigo... además creó que a Gina le encantaría tener un hermanito o hermanita.- Dijo poniéndole el pijama y haciéndole caricias para que se riese.

Regina sonrió a Emma, había visto su evolución. Había visto como había superado sus miedos y como se convertía en la mujer segura y capaz que era ahora. Aunque en los primeros días con la niña en casa todo había sido un caos ahora se sentía confiada en sus capacidades y se animaba a cambiarla e incluso a bañarla.

-¿Quieres ir con mama?- Preguntó pero la niña se quedó dormida en los brazos de la rubia, había pasado muy mala noche.- Creó que prefiera irse a la cuna.- murmuró dejándola allí.

-Ven a la cama.- Pidió entonces Regina abriendo las sábanas para que entrase.

-Te amo.- Murmuró Emma que se metió a su lado y la abrazó.- Me has dado lo que nunca soñé.- Susurró entonces ella.

-Tú me has dado mucho más. Me has dado la seguridad y el amor que necesitaba para sacar todo hacía adelanta. No he hablado sobre ello pero en la ambulancia, si no hubieses estado a mi lado no lo hubiese conseguido. Sí no hubieses estado allí sujetando mi mano no hubiera podido hacerlo.- Aseguró entonces Regina abrazando más fuerte a la rubia.

-Claro que hubieses podido. Aunque me alegra haber estado ahí, no pensé que me sentiría así.- Emma iba a confesar uno de sus grandes miedos.- En los últimos meses... yo... yo he tenido mucho miedo. Tenía miedo ante la idea de no poder formar parte de esta familia que ibas a formar con esa pequeña. Sentía pánico de sentirme una intrusa, de no poder darle a Gina todo lo que merecía, no sé si me estoy explicando...- Dijo al ver los ojos de Regina.

-Sí que lo haces, pero... ¿Por qué no me lo dijiste?- Preguntó Regina que se sentía mal por el sufrimiento que había pasado la rubia.

-No quería hacerte sufrir, pero da igual, hoy sé que esos miedos no deberían haber existido porque esa niña, esa niña es mi hija. La quiero como si la hubiese llevado nueve meses en mi interior, como si hubiese sido yo la que la hubiese parido. Sé que ahora somos una familia. Una pequeña y particular familia que sí tú me dejas se agrandará. Porque quiero más hijos, Regina Mills. Quiero muchos más hijos.- Espetó ganándose un apasionado beso de Regina que no había parado de llorar desde que Emma le había dicho esas palabras. 


Siento mucho la espera, he tenido unas semanas horribles de trabajo y de cosas que hacer. Este es el penúltimo capítulo. Espero que os guste y que la espera mereciera la pena. 

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