Capítulo 41

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Emma salió rápidamente del dormitorio y se dirigió al jardín donde dejó a la cachorrita junto a un cuenco lleno de agua y otro de comida. Sabía que no podría hacerlo más veces así que debía de enseñarle buenos modales cuanto antes.

-Ya estoy de vuelta.- Murmuró pícaramente entrando en el dormitorio.

Al mirar hacía la cama vio una mancha de sangre mojando las sábanas y a Regina inconsciente sobre ellas. Emma se acercó rápidamente a la cama y abrazó a la mujer dándole golpes suaves en las mejillas para que despertase.

-Venga, mi amor. No me hagas esto.- Dijo entonces Emma que vio como la morena habría los ojos débilmente.

-¿Qué pasa?- Preguntó Regina preocupada.

-Te habías desmayado.- Soltó entonces Emma mirando las sábanas manchadas de sangre.- Voy a llamar al médico.- Dijo saliendo rápidamente de la cama.

-No estaba desmayada, me he quedado dormida.- Contestó entonces ella.- ¿Qué pasa?- Preguntó Regina que no entendía nada.

-Estas sangrando.- Espetó muy nerviosa y manoteando.- ¿Dónde está su número?- Preguntó la rubia.

-Ven aquí, ven.- Dijo Regina más calmada.

-Qué, no. Tengo que llamar.- Gritó algo tensa por la situación.

-El ginecólogo me dijo que podría pasar. Que en las próximas semanas podría volver a manchar.- Explicó Regina que miró la pequeña mancha en las sabanas.

-¿Seguro? ¿Estáis bien?- Preguntó Emma dejando el teléfono para acercarse a la cama.

-Estamos bien, siempre que el manchado no sea abundante no habrá peligro.- Regina le tendió la mano a la rubia y esta la cogió encantada.

-Déjame cambiar las sábanas, casi me da un infarto al verte así.- Dijo Emma acariciando las mejillas de la morena para después besarla lentamente en sus labios con cariño.

-Claro, vamos a poner limpia la cama.

Regina se levantó despacio de la cama y vio que la mancha era algo más grande de lo que pensaba pero no era peligroso si no se repetía. Aunque intentaba mostrarse tranquila, la idea de perder al bebe la aterrorizaba y le preocupaba al mismo nivel.

-¿Te ayudo a ducharte?- Preguntó Emma acompañando a Regina hacía el baño.

-No te preocupes.- Contestó entonces ella.- Creó que si entras ahí conmigo no podré controlarme.- Dijo medio en broma medio en serio.

-Entonces será mejor que no entre.- Contestó Emma que ya estaba quitando las sábanas de la cama.

Emma aprovechó que Regina se había metido en la ducha para sacar el móvil de la morena pero se dio cuenta de que tenía contraseña. Fue entonces cuando recordó que Anna le había dado su número cuando había comprado su casa, rápidamente cogió su móvil y marcó el número, unos segundos después escuchó la voz de la mujer al otro lado de la línea.

-Hola, soy Emma.- Explicó en voz baja.- Si Regina se entera de que te he llamado me mata pero necesito saber algo.- Dijo apresuradamente.

-¿Qué le pasa? ¿Está bien?- Preguntó muy preocupada la mujer.

-He salido un momento del dormitorio y cuando he vuelto había una mancha de sangre en la cama, me ha dicho que es normal y que siempre que el sangrado no sea excesivo no supone ningún peligro. No sé si me dice la verdad o no quiere preocuparme.- Dijo ella en voz baja.

-Es algo normal, siempre que no sea excesivo.- Contestó Anna.- Pero has hecho bien en llamarme, ella es muy testaruda y aunque teme profundamente que le pase algo al bebe no le gusta mostrarse débil.- Explicó la mujer que conocía muy bien la mujer.

-Lo sé, por eso te llamo.- Dijo Emma.- ¿Tengo que preocuparme?- Preguntó entonces ella.

-De momento no, pero si vuelve a suceder llámame. Yo misma avisaré al ginecólogo.

-Está bien, gracias.- Contestó Emma mirando hacía el baño, la ducha se había apagado.

-Gracias a ti. Mi amiga tiene suerte de tenerte.- Dijo con sinceridad.

-La suerte es mía y ahora te dejo o me matara si sabe que te he llamado.-Soltó.

-No le diré nada, tranquila.

Emma colgó y se sentó sobre la cama que se encontraba sin sábanas. Regina apareció vestida con otro pijama puesto.

-¿Aún no has hecho la cama?- Preguntó Regina cruzando los brazos.- Eres una pésima enfermera.- Bromeó la morena.

-No me has dicho donde estaban las sábanas.- Contestó con rapidez para ocultar lo que había estado haciendo.

-Fallo mío.- Dijo Regina sacándolas de una de las cómodas que allí había.

Ambas hicieron la cama en unos minutos y después se metieron bajo las sábanas. Regina apoyó su cabeza sobre el pecho de la rubia y esta la abrazó para después apagar la luz, ambas necesitaba descansar.

-¿Cómo me has llamado?- Preguntó de repente Regina asustando a la rubia.

-¿Qué? No he dicho nada.- Dijo Emma abrazando a la morena más fuerte.

-Antes, cuando has entrado.- Explicó la morena.

-No sé, estaba asustada. No recuerdo mis palabras.- Dijo entonces la rubia que realmente no sabía lo que decía la morena.

-Me has dicho mi amor.- Contestó Regina que acababa de recordar esas palabras.

-¿En serio?- Preguntó Emma encendiendo la luz para poder mirar a Regina a los ojos.

-Sí.- Contestó Regina levándose un poco para corresponder a esa mirada.

-Supongo que inconscientemente he dicho lo que llevo unos días guardándome.- Explicó la rubia.

-¿Hablas en serio?- Preguntó Regina mirándola fijamente a los ojos.

-Claro que sí, Regina siento cosas por ti no puedo ni siquiera explicar.

-Yo también las siento.- Dijo la morena.

-Esta noche, bueno, después del concierto tenía la idea de llevarte a mi nueva casa e invitarte una deliciosa cena que yo misma prepararía y pensaba proponerte empezar a, no sé, tal vez...- Emma no era capaz de terminar la frase.

-Dímelo sin miedo, Emma.- Dijo Regina que estaba ansiosa por escuchar las palabras de la rubia.

-Vivir juntas, quería que viviésemos juntas.- Soltó levantándose por miedo a una mirada de desaprobación de la morena que se quedó estupefacta con esas palabras.- Ahora estoy más segura que nunca de que eso es lo mejor, yo cuidaría de ti y no dejaría que os pasase nada, además de que podría aprender todo lo necesario. Sobre todo, aprendería a no huir cuando las cosas se ponen mal, a no escapar cuando mis sentimientos se desbordan y creó que eres tú quien puede enseñarme todo eso.- Emma se quedó sentada al borde de la cama pero dándole la espalda a Regina.

-Mírame.- Dijo simplemente la morena que vio como Emma se giraba lentamente para mirarla.- Nunca más, y óyeme muy bien, nunca más me vuelvas a retirar la mirada cuando intentes decirme algo tan importante como lo que estabas diciendo.- La rubia soltó el aire que estaba conteniendo pensado que la morena le pediría que se marchase o cualquier otra cosa.- Una vez dejado claro ese punto, me encantaría enseñarte todo eso y me gustaría que viviésemos juntas, si bien me gustaría hacerlo aquí pero podríamos hablarlo.

-No, no, aquí estoy bien, siempre y cuando paguemos los gastos a medias.- Concluyó la rubia como si eso fuese innegociable.

-Lo hablaremos.- Dijo Regina que aunque sabía que no convencería a Emma de nada lo intentaría.- ¿Puedes volver a mi lado?- le preguntó alzando las sabanas de nuevo.

-Tenía miedo de que lo tomases mal o que pensases que era muy precipitado.- Confesó una vez que tuvo a Regina otra vez en sus brazos.

-Es precipitado pero en siete meses la vida nos dará un giro de 180 grados y me gustaría que para entonces estuviese completamente segura a mi lado.- Concluyó la morena.

-Estoy segura de que así será.- Dijo Emma abrazándola con cariño.

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