-¿Qué haces aquí?- Preguntó Anna que abrió la puerta en pijama.
-Tengo algo que contarte.- Espetó entrando sin dejar que su amiga la invitase.
-¿Qué te pasa?- Preguntó con resignación.
-Hola, cariño.- Soltó Regina agachándose para coger a su ahijada en brazos.
-¡Madrina!- Gritó muy contenta abrazando a la mujer fuertemente.- ¿Me preparas un pastel?- Preguntó pues adoraba los dulces que le preparaba la morena.
-Es muy tarde pero Regina mañana te hace uno para comer.- Aseguró Anna llegando a donde estaban las dos.
-Vale.- Dijo con resignación la niña.
-Vamos a la cama.- Anna cogió a su hija en brazos y la llevó hasta su dormitorio para acostarla mientras que Regina se quedó esperando en el salón.
Anna volvió unos minutos después para invitar a Regina a sentarse y servirle una copa del mismo vino que ella estaba tomando. La morena seguía ensimismada y la mujer no sabía que hacer o decir, no era normal que se presentase en su casa tan tarde y sin avisar así que suponía que le había pasado algo.
-Me he vuelto a acostar con Swan.- Soltó provocando que Anna escupiese el vino que tenía en la boca debido a un ataque de tos que le había dado.
Regina se levantó rápidamente y le acercó un par de servilletas para que se limpiase y se recuperase de la impresión que le había provocado esa repentina confesión.
-La próxima vez suéltalo con un poco más de delicadeza.- Comentó Anna una vez recuperada.
-Lo siento, es que no entiendo aún como me he podido dejarme llevar así otra vez.- Soltó entonces Regina frustrada.
-Porque te gusta.- Contestó Anna como si fuese lo más lógico del mundo pero viendo la mala cara que ponía su amiga.- Al menos sexualmente hablado.- Explicó para evitar que la embajadora la fulminase con la mirada.
-Me ha "atacado" en mitad de la obra y hemos acabado, ¡Dios! Hemos acabado en un sofá lleno de polvo y donde cualquiera podría haber entrado y habernos visto.- Soltó exasperada pasando sus manos por su pelo compulsivamente.
Anna no pudo evitar que una carcajada saliese de su boca, no podía imaginarse a su amiga de esa guisa. No a la Regina culta y sofisticada que se preocupaba por todo.
-Perdona que te diga esto, amiga....- Dijo alargando la última palabra.- esa mujer y tú sois una bomba de relojería y no vais a poder parar de acostaros hasta que esa tensión sexual se resuelva o hasta que dejéis de veros.- Sentención la mujer muy segura.
-Odio esta situación.- Soltó Regina.
-Tú y yo sabemos que eso es mentira.- Aseguró la mujer ganándose una mala mirada de su amiga.- Estas disfrutando mucho aunque eso te fastidie. Esa mujer te gusta y te irrita al mismo nivel.
-¿Por qué tienes que llevar razón?- Preguntó levantándose del sofá muy nerviosa.
-Siempre la tengo.- Aseguró su amiga.- Ahora vamos a tomarnos una copa y a dormir, necesitas ver las cosas con perspectiva y para eso nada mejor que pasar por la consulta de una buena almohada.
Regina y Anna terminaron la noche con varias copas de vino, Anna no dejó que Regina se marchase pues había bebido mucho más de lo que debería así que le arregló la habitación de invitados y le dejó un pijama para que pudiese estar cómoda.
Anna fue la primera en levantarse al día siguiente, Sophia y ella estaban desayunando cuando Regina apareció todavía en pijama al olor del café recién hecho.
-¡Madrina!- Gritó la niña emocionada de ver a la morena en su casa.
-Hola, mi amor.- Dijo Regina acercándose para dejar un beso sobre su frente.- Buenos días.- Saludó a Anna que ya le daba su taza de café.
-¿Has dormido en mi casa?- Preguntó invitándola a sentarse a su lado.
-Así es.- Contestó con una sonrisa.
-¿Me llevas al cole?- Preguntó entonces.
-Claro. En cuanto desayunemos voy a vestirme y nos vamos al colegio.- Dijo entonces la morena.
-¿Y yo?- Preguntó Anna mirando a su hija.
-Tú también.- Aseguró ella contenta.- Me gusta que Regina venga a verme.
-A mí también me gusta venir además te prometo que ya no me voy a ir más.- Dijo Regina.
Las tres desayunaron y se marcharon andando hacía el colegio de Sophia que estaba a tan solo unos minutos de su casa. La niña estaba muy contenta de tener a su madrina cerca, por su parte, Regina también estaba muy feliz, esa niña se había ganado su corazón incluso antes de nacer.
-Que te vaya bien el día, mi niña.- Dijo Regina poniéndose en cuquillas para quedar a su altura y poder darle un beso en la mejilla.
-¿Comeremos juntas?- Preguntó abrazando a la morena.
-Aún no lo sé pero lo intentaré.- Dijo entonces Regina.
-Vale.- Sophia le dio un abrazo también a su madre y se metió en el colegio acompañada de varias de sus amigas.
-Esta hija mía tiene debilidad contigo.- Aseguró Anna caminando de vuelta a su casa.
-Yo también tengo debilidad por ella.- Confesó la morena.- Ahora me tengo que marchar.
Regina se despidió y se dirigió a su hotel para cambiarse de ropa para después dirigirse hacia la mansión, al final el día anterior no pudo resolver nada con Graham.
-Buenos días, Graham.- Dijo con una sonrisa en los labios.
-Hola.- Contestó él.
-¿Qué ha pasado con el jefe de obras?- Preguntó entonces Regina mirando hacía la obra.
-Estoy investigando si es verdad lo que ha dicho pero no he podido asegurarme todavía, si es cierto simplemente lo despediré.- Concluyó él.
-Me parece bien, ahora revisemos los planos.- Dijo Regina sacando los papeles de su coche.
Los dos se metieron en la caravana y se pasaron el resto de la mañana ajustando los últimos detalles sobre la obra, Regina quería que todo saliese perfecto y Graham estaba poniendo todo de su parte para arreglar los problemas que había habido hasta el momento.
Al medio día Regina salió bastante cansada de revisar tantos papeles mientras que Graham se había quedado ultimando algunas cosas. Nada más salir se encontró con que Leroy parecía estar regañando a la rubia que no se dejaba amedrentar por él.
-¿Qué sucede aquí?- Preguntó la morena que vio como varios empleados comenzaba a cuchichear y a hacerse eco de los gritos.
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Juego de Seducción
FanficEmma Swan y Regina Mills son dos mujeres con una vida completamente diferente que comenzarán un juego de seducción donde no habrá una ganadora. A veces jugar con fuego es inevitable.