Capítulo 10

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Emma estaba trabajando junto a otros tres obreros cuando escuchó al jefe de obrar gritar a diestro y siniestro a sus espaldas. La rubia se giró y se encontró con que el hombre se acercaba rápidamente hacía donde ella se encontraba.

-¡Swan!- Gritó él.

-Ese es mi nombre.- Soltó Emma que no se dejaba intimidar fácilmente.

-¿Qué le has dicho al arquitecto?- Preguntó él alzando un dedo para amenazarla.

-Eso es sólo problema mío.- Contestó Emma a la defensiva.

-Espero, por tu bien, que no vayas a meterte donde no deberías porque si lo haces te puedes arrepentir.- Amenazó a la rubia.

-Vaya... ¿es una amenaza?- Preguntó dejando salir su sonrisa.- Creó que no me ha dado mucho miedo.- Soltó mirando al pequeño hombre que seguía delante de ella.

-Deberías tenerlo.- Aseguró entonces él.

Todos los demás empleados se habían alejado de la zona donde se encontraban los dos, unos por miedo a las represalias y otros porque prefería evitar una confrontación que no les parecía necesaria. Emma sonrió de nuevo tras esas palabras y se giró para volver al trabajo, siempre había sospechado que Leroy tenía algo que ver con los problemas de material pero ahora estaba completamente segura de que algo extraño había.

La rubia terminó su turno y se marchó a casa, había sido un día agotador tanto física como anímicamente. Al llegar se encontró que Mary Margaret le había preparado la cena.

-Hola.- Dijo Emma dejando su mochila a un lado.

-Hola, ¿Cómo esta Gus?- Preguntó Mary.

-Está bien por suerte solo ha sido el susto.-Contestó Emma.- Me doy una ducha y vuelvo.

Emma salió corriendo y quince minutos después volvía con su pijama de rallas rojas puesto. Ambas se sentaron en la mesa y comenzaron a cenar, era una costumbre que se había instaurado entre ellas desde que vivían juntas.

-¿Estas más tranquila?- Preguntó entonces Emma que devoraba el filete que le había hecho su amiga.

-Me han ofrecido un puesto de becaría en la universidad.- Soltó haciendo que Emma tosiese por la noticia.

-Eso es genial. Me alegró por ti.- Gritó levantándose para ir a abrazar a su amiga con mucho cariño.

-No pagan demasiado pero es lo suficiente para ir tirando y aumentar mi curriculum.- Explicó Mary una vez que la rubia la había soltado.

-Es genial, me alegro un montón por ti.- Dijo Emma que se alegraba de verdad.

-Eso es algo bueno pero también te puedo decir que tienes una gala este fin de semana....- Soltó haciéndose la interesante.

-¿En serio?- Emma había olvidado su comida y se centraba en su amiga.- ¿Dónde? ¿Para qué?- Preguntó entonces.

-Tranquila, te explico.- Dijo Mary con una gran sonrisa en la cara.- La universidad prepara una gala para recibir a varios poetas que vendrán a firmar libros y todas esas cosas...- Empezó a decir la mujer.- Iban a contratar a un grupo de violinistas para celebrar la gala pero yo te propuse a ti, no creo que paguen demasiado pero ya sabes... algo es algo además de que habrá mucha gente importante y...- Antes de poder continuar Emma la interrumpió.

-Gracias pero... ¿Cómo has entrado en eso?- Preguntó Emma que no entendía nada.

-Ahora soy becaría, tengo acceso a ese tipo de cosas.- Dijo fingiendo arrogancia.

-¿Cuándo sería?- Preguntó entonces Emma.

-El sábado por la noche, son unas seis horas más o menos y tendrías libertad para decidir las composiciones.- Explicó Mary.- Vendrá gente bastante importante, o eso tengo entendido.

-Está bien, sabes que me interesa cualquier cosa.- Dijo Emma.- Necesito salir de ese trabajo cuanto antes.- Espetó la rubia que estaba frustrada.

-Lo sé, y también sé que tienes mucho talento estoy segura de que conseguirás triunfar.-Aseguró con su habitual positivismo.

-Tan jodidamente positiva como siempre.- Soltó Emma haciendo reír a su amiga.

-Lo bueno no debe cambiarse.- Aseguró la morena.

Ambas se pusieron a ver la televisión y acabaron quedándose dormidas en el sillón, Emma fue la que se levantó primero y tras dejarle el desayuno hecho a su amiga se marchó al trabajo. Lo último que le apetecía era volver pero sabía que no le quedaba de otra, ya había intentado dejarlo antes pero no había podido hacerlo.

-¡Gus!- Gritó ella al verlo salir de la caravana de Graham.

-¡Rubia!- Gritó él también.

-¿Qué haces aquí?- Preguntó sorprendida.- ¿No te habrán obligado a volver al trabajo?

-No, he venido a por la baja. Graham se había ofrecido a llevarla pero me apetecía salir a dar un paseo.- Aseguró él pasando su brazo por la cadera de la rubia para acompañarla hasta la zona de vestuarios.

-Pues nada de paseo, debes de cuidarte.- Le regañó Emma.

-Sí, no te preocupes.- Espetó él.- ¿Por qué esa mujer nos mira tan mal?- Preguntó Gus señalando a Regina.

-¿No sabes quién es?- Preguntó ella y Gus simplemente negó con la cabeza.-Es Regina Mills, la embajadora y la dueña de todo esto.- Dijo bajando la voz para que no la escuchase.

-Vale, pero eso no explica porque nos mata con la mirada.- Soltó él.- ¿Qué has hecho, Swan?- Preguntó al ver la sonrisa pícara que Emma no pudo ocultar.

-Nada, sólo la molesto un poco.- Se explicó a medias pues pensaba que así su amigo dejaría de insistir.

-¿Ha pasado algo?- Preguntó él viendo como la morena entraba en la caravana de la que él acababa de salir.

-¿Qué va a pasar?- Preguntó Emma haciéndose la tonta.

-¿Te gusta?- Preguntó Gus.

-Tú la has visto, tiene un cuerpo de infarto pero no es mi tipo.- Sabía que Gus conocía perfectamente quién era su tipo.

-Tiene un buen cuerpo sí.- Emma alzó una ceja.- Sigo siendo gay.- Espetó a la defensiva.- Además no es la primera mujer con la que estas que no es de tu tipo.- Dijo colocándose frente a Emma para mirarla a los ojos.

-Déjate de rollos, bueno me voy a trabajar.- Soltó Emma intentando huir de su amigo pero sin éxito. Él la había cogido del brazo para que no se marchase.

-¿Te la has tirado?- Preguntó él bruscamente.

-¡Joder! Baja la voz.- Dijo Emma que miró hacia los lados para asegurarse de que no hubiese nadie por la zona.

-¡Dios! ¿Te has tirado a la embajadora?- Preguntó entonces él pasando de la alucinación a la euforia.- ¿Es lesbiana?

-No es el momento, ni el lugar.- Soltó Emma.- Esta tarde voy a tu casa, me invitas a unas cervezas y tal vez te cuente lo que quieres.- Sabía que no convencería a su amigo de que se fuese si no le prometía contarle lo que había.

-Más te vale, rubia. Sino lo pongo como estado de cualquier red social que se me ocurra.- La amenazó con una sonrisa en la cara.

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