Capítulo 26

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-¿Qué te ha pasado?- Preguntó Mary Margaret sirviéndole un chocolate caliente para que se calmase.

-Me he cruzado con Regina, en realidad, trabaja en el lugar donde he comprado mi casa.- Soltó Emma dando un largo sorbo.

-¿No lo sabías?- Preguntó Mary

-Claro que no...- Espetó Emma.-Gus se encarga de todo eso, sabes que nunca me ha gustado mucho el papeleo, yo solo firmo y listo.

-Vale... entiendo eso.- Aseguró Mary Margaret.- pero... ¿Qué más ha pasado?- Preguntó ella.

-A parte de que está embarazada... está casada.- Espetó furiosa.

-¿Cómo lo sabes?- Preguntó en lo que parecía más un interrogatorio que una conversación.

-Digamos que se lo dejé caer y me lo confirmó.- Aseguró ella.

-¿Te molesta?- Preguntó Mary Margaret suspicaz.

-Claro que no...- Espetó y volvió a pasar sus manos por el pelo.- Tal vez un poco...- Se corrigió ella.

-¿te sigue gustando?

-¡Dios, si!- Espetó Emma molesta.- ¿La has visto?- Preguntó Emma.- Es preciosa y perfecta y el embarazo le sienta genial.

-Creo que es peor de lo que pensaba...-Aseguró Mary Margaret.- Estas enamorada de ella.- Espetó segura la morena.

-Eso ya me lo dijo David.- espetó golpeando la barra con su mano.

-¿Lo has hablado con David antes que conmigo?- Preguntó Mary dolida.

-¿qué...? ¿En serio?- Preguntó Emma sin poder evitar soltar una carcajada al ver lo que pensaba su amiga.

-Perdona... me he ido del tema.-Dijo entonces Mary Margaret.- ¿Qué vas a hacer?- Preguntó entonces ella.

-No lo sé, me tengo que olvidar de todo esto, de ella...- Aseguró Emma.

-Emma, han pasado cinco años y mírate, solo verla y estas así...- Espetó Mary Margaret.

-Lo sé.- Gritó enfadada.- Odio sentirme así, no debería haber vuelto.-Emma se levantó del taburete para marcharse.

-No digas eso, que ni se te pase por la cabeza volver a irte del país porque te juro que voy a buscarte a donde vayas y te traeré de vuelta.- Espetó molesta antes de que Emma se marchase.

-Siempre tan agradable.- Soltó Emma que no pudo reírse por las palabras de su amiga.

Emma salió rápidamente de la casa de su amiga. Su cabeza iba a una velocidad demasiado rápida, tanto que se mareó y tuvo que apoyarse en uno de los árboles que se encontraban en la calle.

La rubia sabía que esos sentimientos solo venían a demostrarle que su marcha no había servido para nada, durante mucho tiempo pensó que esa obsesión con la morena no era más que eso pero al alejarse de ella pudo comprobar que había más, mucho más aunque había alejado todos esos pensamientos para centrarse en su carrera.

-¿Qué has hecho conmigo, Mills?- Preguntó entonces Emma en voz alta.

Su móvil comenzó a sonar y la sacó de sus pensamientos. No tenía pensado contestar pero al sacarlo de su bolsillo se encontró con que la llamada era de Gus.

-Si no es urgente llámame en otro momento.- Soltó Emma nada más descolgar.

-¿Has ido a firmar los papeles?- Preguntó él que está acostumbrado al mal humor de la rubia.

-Sí.- Espetó ella.

-¿Has ido a ver ya la casa?-Preguntó de nuevo.

-No.- Contestó ella.

-¿Por qué?. Pensé que una vez que hubiese firmado irías a verla.-Comentó Gus.

-No he tenido tiempo, de todas maneras me fio de tu criterio.- Aseguró ella que deseaba dejar la conversación.

-Vale, mañana podrás ir a recoger las llaves.-Dijo él.

-Ve tú, yo tengo otras cosas que hacer.-Espetó ella.

-¿Qué te pasa?- Preguntó con benevolencia el hombre.

-¿Por qué cojones has tenido que comprar la casa en la empresa de Regina Mills?- Gritó molesta.

-¿Qué?- Preguntó él.- ¿Has visto a la embajadora?- Preguntó él que se había interesado mucho más por la conversación.

-Sí, pero...-Antes de poder seguir Gus la interrumpió.

-¿Te la has tirado?- Preguntó con tono gracioso.

-Vete a la mierda, Gus.- Soltó Emma colgando el móvil.

Emma se enfureció y estuvo a punto de tirar su móvil al suelo. Antes de poder metérselo en el bolsillo recibió un mensaje de Gus disculpándose por sus palabras, el hombre sabía que cuando la rubia estaba de mal humor no podía hacer nada para aliviarla así que prefirió simplemente disculparse.

Emma llevaba más de media hora andando sin un rumbo fijo, tenía que intentar relajarse y sacarse todo eso de la cabeza pues solo le hacía sentirse cada vez peor. Al mirar a su alrededor se dio cuenta de que se encontraba delante de una empresa de alquiler de vehículos.

-Buenas tarde, señora.- Dijo un educado hombre al verla entrar.- ¿Qué desea?- Preguntó al ver que la mujer no estaba muy por la labor de contestar.

-Una moto.- Espetó ella mirando a su alrededor.

-Claro, ¿algún modelo en particular?- Preguntó el hombre.

-Me da igual.- Aseguró ella.

-Tengo estos dos modelos disponibles ahora mismo.-Señaló las dos motos que Emma miraba.

-Perfecto, me quedo con esta.- dijo Emma que se había subido a una Harley negra.

-Muy bien, necesitaré su documentación.

Emma le dio todos los papeles y pagó para usarla durante dos semanas. El hombre sólo sonrió y le tendió las llaves además de un casco que Emma le había pedido para poder cogerla en ese mismo instante.

La rubia se subió en ella, hacía mucho tiempo que no conducía una moto pero la sensación de libertad y la adrenalina que le recorría las venas hacían que se sintiese bien.

Antes de darse cuenta se encontraba dando vueltas alrededor del que había sido su último trabajo antes de irse del país. La mansión Mills estaba totalmente reconstruida y completamente iluminada. Emma se sentía frustrada y no sabía porque razón se encontraba allí.

Cuando estaba decidida a marcharse llegó un elegante mercedes nuevo a la entrada. Tras esperar unos segundos la gran verja de hierro se abrió para dejarle paso, Emma en un ataque de valentía atravesó también la puerta para aparcar la moto al lado del coche que acababa de entrar. En ese momento estaba nublada por la furia.

-¿Quién es usted?- Preguntó furiosa la morena que había salido del coche.

-Vaya... al final ha quedado muy bien.- Contestó Emma quitándose el casco para dejar caer sobre sus hombros los cabellos rubios.

-¿Señorita Swan?- Preguntó Regina que seguía sorprendida al verla allí.

-Así es, embajadora, perdón, señora Mills.- Se corrigió Emma dejando ver su enfado en sus palabras.

-¿Qué quiere?- Preguntó Regina sacando su maletín del coche sin mirar a la rubia.

-Simplemente ver lo bien que le iba desde mi marcha.-Dijo Emma.

-¿Qué esperabas?- Preguntó en tono irónico.

Emma no contestó simplemente recorrió el espacio que la separaba de Regina y enredo sus dedos en el cabello un poco más largo de la morena que no tuvo tiempo de pensar en nada cuando se vio besada por los labios apasionados de la rubia. Emma mantuvo una mano en su cabello y la otra la pasó por su cintura para acercar su cuerpo al de la morena. La lengua de Emma fue la más atrevida y entró en la boca de la morena que parecía bastante desconcertada aunque no se resistía al beso.

-Creo que ahora todo puede terminar, siento si esto le trae problemas con su pareja.- Soltó Emma que se giró sobre sí misma para marcharse.

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