Regina paseaba por la entrada de la mansión esperando a que su amiga llegase. La había llamado unos segundos después de que Emma abandonase la mansión y su amiga iba ya en camino para tratar de aliviar los nervios de la morena.
El timbre la asustó, aunque esperaba la llegada de Anna, abrió la puerta rápidamente y se encontró con su amiga que llevaba una bolsa de viaje en el hombre y su hija de la mano.
-¡Madrina!- Gritó la niña abrazando a la morena.
-Hola, mi amor.- Dijo Regina correspondiendo al abrazo.
-Me ha dicho mama que nos quedaremos a dormir.- Dijo ella posando su mano en la barriga.
-Así es, ¿Te apetece?- Preguntó mirando a Anna agradecida.
-Claro que sí.- Espetó contenta.- Mama me quería dejar con Graham pero yo quería venir a verte.- Aseguró la niña que tenía una larga cabellera morena.
-Bueno... te parece que haga palomitas, creó que al bebe le apetece comer un poco.-Dijo Regina sonriendo.
-Vale, yo voy a ponerme el pijama.- Soltó contenta cogiendo su mochila y subiendo las escaleras.
-Siento haber arruinado tu noche con Graham.- Dijo entonces Regina encaminándose a la cocina con Anna a sus espaldas.
-No te preocupes, ha aprovechado para salir con sus amigos.-Contestó ella sentándose a ver lo que su amiga hacía. Nunca había entendido como Regina no había contratado a una cocinera que se encargase de cocinar para ella.
-Veo que va bien, entre vosotros.- Dijo la morena que no sabía cómo abordar el tema Emma Swan.
-Sí, es un buen hombre y poco a poco se va ganando a Sophia.- Aseguró entonces ella.- Pero no creo que este aquí para hablar de eso... ¿Verdad?- Preguntó ella.
-No, la verdad es que no.- Contestó metiendo las palomitas en el microondas para que se hiciesen.- Pediré comida para cenar, no me encuentro de ánimos para cocinar.- Dijo Regina sentándose al lado de su amiga.
-Por mí no hay problema.- Espetó ella.- Cuéntame que te tiene así.- Dijo señalándola.- Y sobre todo cuéntame quién te ha besado tan apasionadamente.- Anna paso sus dedos por los labios de la morena que estaba ligeramente manchados de su propio pintalabios.
-Emma Swan.- Soltó con cansancio.
-¿qué ha pasado con ella?- Preguntó al ver que su amiga no continuaba contándole.
-Ha venido hasta aquí y me ha besado y luego la he besado yo.- Le contó Regina levantándose para sacar las palomitas ya listas.- Después me ha preguntado porque no la dejé desayunar conmigo y... y le dicho que me asustó lo que sentía por ella.- Dijo entonces la morena.
-Eso es un gran paso pero que no esté aquí ahora mismo me da la sensación de que no es buena señal.- Aseguró Anna.
-Le pregunté porque se marchó y me contestó lo mismo, después la dejé con la palabra en la boca- Concluyó Regina comiendo.
-¿No le contaste que fuiste a buscarla?- Preguntó Anna cogiendo un puñado también.
-Claro que no, jamás sabrá eso.- Espetó Regina orgullosa.
-Venga, Regina. Tú y yo sabemos que no has podido olvidarla, si lo hubieses hecho te habrías casado con Helena.- Aseguró ella.
-Helena no merecía que yo estuviese con ella por conformismo.- Concluyó Regina.
-No era conformismo, simplemente no podías sentir lo mismo por ella porque te enamoraste perdidamente de esa rubia.- Espeto Anna que estaba algo cansada de que su amiga no aceptase sus sentimientos.
-Ya, creo que es demasiado tarde.- Dijo Regina dirigiéndose hacia el salón donde Sophia estaba viendo la televisión.
-Sabes que no lo es, sí te ha besado es por algo y por la cara que tenía esta mañana sé que siente algo por ti.- Anna se sentó al lado de la morena y le hablaba mientras que Sophia comía y seguía viendo la televisión.
-No lo sé, cuando fui a buscarla la encontré muy a gusto abrazando a esa mujer.- Espetó molesta al recordar lo sucedido años atrás.
-Regina, solo era un abrazo. Te lo dije antes y te lo digo ahora, no creó que debas de sacar conclusiones tan rápido.- Anna intentaba que la morena entrase en razón pero esta no parecía querer ceder.
-Además... estoy embarazada.- Dijo acariciándose la barriga con cariño sin poder evitar que una sonrisa naciese de sus labios.
-No parecía que le importase cuando te beso en la puerta.- Aseguró ella.
-Creía que estaba casada, tal vez yo se lo di a entender.- Explicó al ver la cara de Anna.
-¿Le aclaraste que no era así?- Preguntó con curiosidad.
-Sí.- Dijo está comiendo casi compulsivamente.
-Regina, dale una oportunidad. Después de tanto tiempo sigues sintiendo cosas por ella, sabes que no es una broma y que no es algo pasajero, permítete descubrir lo que te puede ofrecer.- Dijo acabando la frase en un murmullo.
-No sé.- Espetó ella.- Lo consultaré con la almohada.- Dijo para contentar a su amiga que asintió.
Las tres se pusieron a ver la televisión mientras que Sophia le contaba cómo le iba en el colegio y sobre sus nuevas clases de baile.
Regina disfrutaba enormemente de pasar tiempo con su ahijada, por esa razón seis meses antes había comenzado con un tratamiento de fertilidad para poder hacerse una inseminación artificial y poder quedar embarazada. Sabía que no debía esperar demasiado pues una vez pasados los 35 años todos era más difícil.
Aunque Anna había deseado que esperase a encontrar una persona con la que compartir esos momentos había apoyado a su amiga y tenía que reconocer que estaba más feliz y radiante que nunca.
Todas se fueron a la cama temprano, al día siguiente Sophia tenía clase y Regina y Anna tenían un largo día de trabajo. La morena consiguió conciliar el sueño después de un par de horas dando vueltas en la cama, pensando en todo lo sucedido. Como en un día todos los avances que había hecho, o pensaba que había hecho, sobre el tema Emma Swan se habían ido al garete.
Las dos mujeres dejaron a Sophia en el colegio y se dirigieron a la empresa. Regina llevaba su té en la mano y Anna su café, ambas acostumbraban a pasar por una cafetería cercana antes de entrar a trabajar.
-Arquitecta Mills.- Dijo la secretaria acercándose con un gran ramo de rosas rojas en sus manos.
-Dime, Aurora.- Contestó Regina alzando las cejas al verla acercarse.
-Esto es para usted, lo ha dejado un mensajero esta mañana junto a esta caja.- Dijo señalándole el paquete que había sobre su mesa.
-Vale, gracias. Déjelo ahí.- Contestó señalando una estantería que estaba vacía.
-¿Quién te manda flores y bombones?- Preguntó Anna que no se había ido a su despacho para cotillear.
-No lo sé.- Contestó dejando su vaso para coger una nota que había en medio de las flores para enseñársela a Anna que asintió intrigada.- Espero que podamos tomarnos ese desayuno, estaré en la cafetería de enfrente a partir de las 11. ES.
-¡Lo sabía!- Espetó Anna contenta por esas palabras.- Es un detallazo.- Soltó para animar a su amiga a que se decidiera. - ¿Qué vas a hacer?- Preguntó con curiosidad.
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Juego de Seducción
FanfictionEmma Swan y Regina Mills son dos mujeres con una vida completamente diferente que comenzarán un juego de seducción donde no habrá una ganadora. A veces jugar con fuego es inevitable.