-¿Quieres tomar un café?- Preguntó Regina.
Emma se giró y se quedó mirando a la morena que seguía estática en la puerta de la mansión. Un gran impulso se quería apoderar de ella, deseaba acortar la distancia que había entre las dos y besarla pero se contuvo haciendo su mejor esfuerzo.
-Regina, si entro a tu casa no es solo para tomar un café.- Soltó entonces Emma que no se había movido para intentar mantener el espacio que había entre las dos.
-Eso espero, Swan.- Espetó Regina entrando en la casa dejando la puerta abierta.
La rubia sonrió y negó con la cabeza para después entrar en la mansión. Aunque la idea era abstenerse hasta haber afianzando un poco la relación con la morena, nadie podía resistirse a esa mujer.
Regina se encontraba sentada en un gran salón, perfectamente decorado. La chimenea estaba encendida y daba una calidez magnifica a la estancia. Emma se quedó mirándola unos segundos para después ir a sentarse a su lado. La morena se había quitado sus tacones y estaba cómodamente sentada.
-Te ha quedado muy bien.- Aseguró mirando todo lo que tenía alrededor.
-Gracias.- Contestó Regina.- ¿Quieres ver el resto?- Preguntó levantándose rápidamente.
-Claro.- Contesto Emma acompañándola.
Regina se colocó unas nada elegantes pero muy cómodas zapatillas de casa y guio a Emma por todas las estancias que había en la parte inferior de la mansión. Primero le mostro la enorme cocina así como los jardines aunque sin salir a fuera, después pasaron por el despacho y la biblioteca además de por un salón mucho más pequeño adornado con unas grandes peceras y unos sofás.
-Ese sofá me suena mucho.- Dijo Emma en tono pícaro.
-Tiene buena memoria.- Soltó Regina que se excito al recordar lo que había pasado en ese sofá tanto tiempo atrás.
Emma siguió a Regina hasta la parte de arriba, la rubia perdió la cuenta de los dormitorios con sus respectivos baños que la morena le había enseñado además de un pequeño gimnasio. La mansión siempre le pareció grande pero ahora le parecía mucho más enorme.
-Y por último...- Murmuró Regina abriendo la última puerta.
Emma miró en su interior y comprendió que se trababa del dormitorio de la morena. Todo sobriamente decorado en tonos blancos y negros y lo que podía parecer una decoración fría daba cierta calidez. La rubia sacó una de sus mejores sonrisas para luego pasar sus brazos por la cintura de la morena y acercarla hacía ella.
-Supongo que no vamos a tomar café.- Dijo antes de apoderarse de los labios de la morena que lo acepto encantada.
Emma caminó con Regina pegada a su cuerpo hasta que llegaron a la enorme cama. La rubia dejó caer muy suavemente el cuerpo de la morena sobre la cama mientras que esta no dejaba de pasar sus manos por los cabellos rubios.
-Te he echado tanto de menos.- Murmuró Emma mientras besaba y mordía el cuello de la morena.
-Yo también.- Contestó con un gemido ahogado debido a los ágiles movimientos de la rubia.
Emma se levantó entonces de la cama y se quedó mirando a Regina con los ojos oscurecidos de la excitación. Poco a poco comenzó a quitarse el traje ante la atenta mirada de la morena que disfrutaba del espectáculo que estaba viendo. Una vez en ropa interior Emma se volvió a dejar caer sobre la cama para morder los labios de Regina que la esperaba expectante.
Varios minutos después Emma se volvió a separar pero esta vez con Regina en sus brazos. Poco a poco bajo la cremallera del vestido mientras besaba el cuello de la morena que se dejaba hacer, cosa que Emma no había vivido antes y que le encantaba.
Regina al ver la lentitud con la que se movía Emma terminó de bajarse el vestido para quedar también en ropa interior, su barriga ligeramente abultada provoco que no se sintiese demasiado cómoda. Era la primera vez que alguien más la veía desnuda desde que estaba embarazada.
Emma notó como su cuerpo se tensaba y había dejado de disfrutar de sus besos y sus caricias. Pensando que había hecho algo mal se separó para mirar a esos ojos que ya no le podían mentir.
-¿Te encuentras mal?- Preguntó Emma sin separarse de ella.
-No.- Contestó Regina intentando ocultar su malestar.
-No me mientas.- Dijo la rubia en un tono completamente desenfadado.
-Es la primera vez que alguien me ve desnuda desde que estoy embarazada.- Contó la morena al ver que Emma no pensaba dejar el tema.
-¿Es un problema?- Preguntó Emma.
-Pensé que no pero bueno... estoy cogiendo peso...- Regina dudaba de sus palabras.
-Eres una mujer hermosa, y es normal que cojas peso, tienes una pequeña vida ahí dentro.- Dijo arrodillándose para darle un beso en la barriga.
-Ya lo sé.- Contestó Regina cogiendo las manos de Emma para que se pusiese en pie.
-No dudes ni por un momento de ti misma, eres preciosa y te deseo como nunca.- Eso último lo susurro al oído de la morena para después morder suavemente el lóbulo de la oreja.
Regina gimió y se olvidó de todos sus complejos para entregarse a esas caricias y a los besos llenos de pasión de la rubia. Antes de darse cuenta ambas se encontraban completamente desnudas y sus cuerpos se encontraban más unidos y compenetrados que nunca.
Emma llevó su mano hacía los pliegues de la morena y comenzó a acariciarlos dándose cuenta de que estaba mucho más excitada de lo que imaginaba. Sus caricias eran lentas, quería disfrutar a la morena toda la noche. Antes de que Regina le pudiese pedir que acelerarse el ritmo, Emma dejo de besarla para que su lengua ocupase el lugar que había ocupado antes su mano. Regina se arqueó y comenzó a gemir mientras que entrelazaba sus dedos en el cabello de la rubia.
-No pares.- Pidió la morena que se veía al borde del precipicio.
Emma animada por la respiración entrecortada y los gemidos de la morena aumentó el ritmo notando como el cuerpo de Regina se estremecía debajo de ella. Una vez que la morena había alcanzado el clímax, Emma fue subiendo en busca de sus labios pero besando cada parte del cuerpo de la morena que iba superado.
-Me toca.- Murmuró Regina una vez que hubo recuperado la respiración.
La morena no tuvo que esforzarse demasiado para llevar a la rubia al límite del placer, Emma estaba sumamente excitada y se dejó llevar poco tiempo después. Aunque ambas le apetecían seguir con su sesión de sexo tuvieron que posponerlo, sus cuerpos pedían un descanso así como sus corazones que latían a un ritmo desenfrenado.
Regina se durmió con la cabeza apoyada sobre el pecho descubierto de la rubia, tan solo tapadas por una suave sábana. Emma disfrutaba de poder abrazara la morena y se quedó dormida pocos minutos después.
Ahí lo tenéis. Mejor reconciliación imposible. Muchas gracias por los comentarios. Espero que os guste.
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Juego de Seducción
FanfictionEmma Swan y Regina Mills son dos mujeres con una vida completamente diferente que comenzarán un juego de seducción donde no habrá una ganadora. A veces jugar con fuego es inevitable.