Capítulo 3

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KIRA.
Durante el tiempo que mi hermanito estuvo herido no me despegué de su lado. Mamá y yo lo cuidamos mientras Akim pasó más tiempo con papá y cuando volvía estaba muy agotado, pasaba horas durmiendo. Aún tenía pesadillas dónde estábamos en el auto y nos veníamos volando, vidrios rotos, la sangre de Anton bañando las manos de mamá.

Despertaba llorando, lo único que me calmaba era tener a mi gemelo junto a mí para poder abrazarlo. No quería pensar más en eso, mamá dijo que las porristas me habían aceptado en el grupo de Leonas Junior pero primero tenía que recuperarse Anton.

Pasaron tres semanas para que pudiéramos regresar a la escuela, notaba como habían cambiado las cosas. Los tres íbamos en la camioneta conducida por Dimitri y había otros dos autos que nos respaldaban todo el camino al instituto.

-¿Te duele algo hermanito? -le pregunté pero Anton negó, la cicatriz de su frente quedaba cubierta por el flequillo de su cabello.

Thebes era un prestigioso instituto de todo New York. No todos podían ser alumnos por lo caro que era y obtener una beca era más jodido que mejorar la economía de un país en decaída. Sabía que papá buscaba darnos una buena educación, que tuviéramos amistades influyentes. A Akim todos lo buscaron desde el primer día que llegó, Anton tenía sus admiradores a pesar de no ser tan sociable, mientras que la única amiga que yo tenía era Marcella Maximoff una niñita gordita, cachetona de rizos castaños (sentía que no le hacía falta nadie más). Adoraba a su mejor amiga, sus hermanos la aceptaban y la cuidaban como si fuera de la familia.

Ya iban a cumplir un año desde que eran amigas. Aun recordaba la primera vez que ella y Cella se conocieron:

«-Vamos gorda, come -ordenó la rubia a la pobre pelirroja a la que le había tirado el almuerzo al suelo. Era el primer día de Marcella en Thebes y había sido puesta en la mira de la perra de Priscilla Stanford.

-Por favor... -la niña nueva bajaba la mirada mirando la comida derramada, podía verse su rostro bañado en lágrimas. Kira observaba furiosa toda la escena que se había desarrollado en el comedor.

-¡Hazlo! -en el momento que agarró el cabello de Marcella para jalarlo, ahí todo el espectáculo fue desagradable para Kira incluso Anton se puso furioso.

-¡Suficiente! -exclamó Kira, se levantó de la mesa, interponiéndose entre la rubia alta y la pelirroja. Anton también se puso de escudo para la pelirroja.

-Déjala en paz. -espetó nuestro hermano mayor interviniendo, apretó la muñeca de Priscila y ella se mostró asustada.

Al igual que sus amiguitas acosadoras, se fueron y toda la escena se había terminado. Anton ayudo a levantarse a Marcella, Kira la acompañó al baño de chicas para que pudiera limpiarse un poco y arreglarse el uniforme.

-Gracias. -susurró la pelirroja.

-De nada. Odio a esa perra, se cree una reina solo porque su papá es el dueño de una de las empresas más grande la ciudad. Tranquila que no te volverá a molestar. Soy Kira.

-Marcella. -ella me sonrió, era muy bonita. Aunque ahora sus ojos estuvieran un poco hinchados por haber llorado... »

Marcella no destacaba en otra cosa que no fueran sus estudios, porque aunque tuviera una cara preciosa muchas de las arpías en Thebes la menospreciaban. Eso llamó mi atención de Kira, ya sea porque me gustara hacerme defensora de los débiles; ver ese día cómo esas perras envidiosas maltrataban a Marcella y la obligaban a comer comida del suelo tomó a Marcella como amiga.

𝐁𝐞𝐬𝐩𝐫𝐞𝐝𝐞𝐥.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora