Sirenas en la madriguera.

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Había una gran atmósfera de tranquilidad, no hubo señales de más mensajes ni estatuillas extrañas, hasta los ataques Muggles habían cesado por completo.
De lo único que se hablaba era de la cercana boda de Ginny.

Unos días antes de la boda Harry recibió una agradable sorpresa. Una tarde descubrió que cierto pelirrojo lo visitaba en la oficina.
Aprovecharon la escasez de trabajo de Harry y charlaron por horas.
Ya sabes, al principio es difícil, pero luego se convierte en un juego de niños. Claro está, se necesita astucia, agilidad y fuerza para domar un dragón.

Harry pudo observar como su amigo enderezaba su arqueada espalda en cuanto decía estas palabras.
Por su parte Harry exageró un tanto su cara de asombro, pero lo valía, ya que Ron se emocionaba aún más con cada gesto de él.
Ron estaba más delgado, lo que lo hacía lucir más largo y llevaba su pelo rojo amarrado en una larga cola, lo que Harry supuso que a la Señora Weasley no le había hecho mucha gracia. Harry también pudo notar varios largos rasguños en los brazos de Ron.

Harry descubrió lo mucho que extrañaba conversar con Ron.
Ni la constante aparición de Hellen por la oficina podía estropear el momento.
La única nube negra de la tarde fue cuando Ron preguntó si Hermione iría a la boda acompañada.
Harry sintió un nudo en el estómago. No sabía si por sentir atracción por la ex novia de su mejor amigo, por imaginarse a Hermione con alguien más, o por la idea de que Hermione y Ron pudieran volver a estar de novios. Y el sentirse mal por esta última idea lo hacía sentirse peor.
Respondió con un ligero no sé y trato de llevar la conversación de nuevo a los dragones. Para suerte de Harry, Ron volvió con las historia con mímica incluida.

Llegó el viernes 9 de junio, día de la boda de la menor de los Weasley.
La noche antes Harry recordó la pregunta de Ron y mientras él y Hermione cenaban, le preguntó a la chica si iría acompañada a la boda.

¿Irás con alguien a la boda?

La chica estaba lista para probar unas papas asadas cuando escuchó la pregunta de Harry. Miró las papas y luego a Harry.

No, ¿había que ir acompañado?

Claro que no, pero me preguntaba si irías acompañada.

Herms, ¿sales con alguien?

Sin ver a Harry la chica negó con la cabeza. No, no salgo con nadie.

Y tú ¿vas a ir con Cho? Seguía sin mirar a Harry.

Ni siquiera se le había ocurrido invitar a Cho. No, ya sabes, ella y Ginny no se llevaban muy bien en Hogwarts. A él mismo la respuesta le había sonado sin sentido, había pasado tanto tiempo y Ginny estaba por casarse con otro mago, pero era lo que se le había ocurrido en el momento.

¿Te vas conmigo mañana? preguntó la chica aún con la mirada en el plato.

Te iba preguntar justo lo mismo, respondió Harry.

La chica por fin volvió levantó su mirada, tenía una pequeña sonrisa en su rostro, que a Harry le pareció la cosa más dulce de la noche.

Terminaron de comer y charlaron un poco sobre la boda, hasta que Hermione indicó que se marcharía a dormir.

Al día siguiente el primero en marcharse fue Siruis. Cuando Harry lo vio tan elegante por una extraña razón recordó el primer día que lo conoció. Acá tenía un elegante mago vestido en un traje azul con su cabello perfectamente acomodado. Tan distante al mago andrajoso de hace varios años atrás. Harry no se extrañó cuando este anunció que se iría antes para recoger a su acompañante. Aunque Siruis no dijo quien era, él sabía que hablaban de Madame Rosmerta.

Siempre tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora