Siempre tú.

Baila Conmigo.

Harry no se tuvo que esforzar mucho en llevar a Ron a la casa de Grindmund Place.
Se comunicó con el pelirrojo por medio de la chimenea y le pidió que se vieran luego del trabajo en el  Caldero Chorreante. Le apetecía tomarse unos cuantos whisky de fuego y hablar sobre Quidditch.
Ron aceptó sin hacerse mucho de rogar. El viaje, la boda y los Dragones le tenían algo tenso y unos whisky de Fuego le caerían bastante bien.
Charlaron por una hora en el Caldero Chorreante. Harry disfrutaba tanto de la compañía de Ron que por momentos olvidaba el tema de la boda. El único momento desagradable fue cuando Ron de forma muy solemne le preguntó si estaba de acuerdo con que Ginny fuera la madrina de la boda. Ya sabes, como tu eres el padrino, Hermione y yo nos preguntábamos si estabas de acuerdo con que la madrina fuera Ginny.
¿Quieres que yo sea el padrino de tu boda? Preguntó Harry sintiendo un gran sentimiento de culpa que le hizo sentir un dolor en el estómago.
Tú tienes que ser el padrino, contestó como si fuera la cosa más obvia.
Harry le asintió y le aseguró que él no tenía problema con que Ginny fuera la madrina. Se sentía mal, le hubiese gustado que las cosas fueran diferentes, en cualquier otra situación él estaría agradecido y encantado de ser el padrino de la boda de Ron.
De alguna forma él había sido participe del noviazgo entre Ron y Hermione. Había soportado los pleitos de estos dos como amigos. Ya de novios había preferido no tomar partido en las discusiones que tenía la pareja. Se limitaba a escucharles cuando alguno de los dos le daba quejas sobre el otro. En especial a Hermione, con la que se había unido aún más luego de lo vívido en la batalla.
Ron era como un hermano para él, pero con Hermione lo unía un lazo inexplicable, la chica era la persona que le transmitía más tranquilidad. Él sabía que todo mejoraba si Hermione estaba ahí. Por un momento se preguntó si lo que molestaba era el miedo de tener a Hermione tan lejos.

Quién piensas que va a ganar el campeonato de Quidditch de este año, intervino Ron.
La voz de su amigo lo sacó de sus pensamientos. Miró el reloj y se dio cuenta que ya era casi la hora de llevar a Ron a Grindmund Place.

Irlanda, contestó apresurado.

Sabes, no me siento bien. Vamos a casa.

¿Te sientes enfermo? Preguntó Ron y miró con cierta pena su vaso con Whiskey de fuego.

Algo así, contestó Harry. No te preocupes por eso, en casa tengo una botella. Y apresuradamente se levantó de la silla. A Ron no le quedó más remedio que imitarlo.

Luna había utilizado el mismo hechizo que Hermione con las monedas de la ED. Hechizo tres monedas una para ella, otra para Harry y una para Tonks.
De esa forma Harry podía avisar cuando ya iba para Grindmund Place y ella por su parte llegaría en el mismo momento con Hermione, a quien Luna había convencido que la ayudara a volver a revisar expedientes sobre casos de criaturas mágicas.

Harry apretó la moneda que llevaba en el bolsillo y apareció en Grindmund Place. Segundos después aparecieron Luna y Hermione.

¡Harry, Ron! Qué feliz coincidencia exclamó Luna. Con una voz no muy convincente.

Harry sonrió un poco acongojado, sabía que Hermione iba sospechar que no era coincidencia. Bueno, hace frío. Entramos. Dijo rápidamente en un intento de no levantar sospechas.

No tengo mucho que hacer hoy, así que podría acompañarlos. Dijo Luna decidida en no dejar su actuación.

Harry dejó que Hermione abriera la puerta y de inmediato un grupo de personas gritaron ¡Sorpresa!

No eran mucho los invitados, estaban George, Bill y Fleur, Neville, Siruis, Lupin y Tonks; pero eso no impidió que dieran un escandaloso recibimiento a los novios.