Cartas.

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Querido Harry,

Ya me he acomodado en mi nuevo apartamento. La hermana de Gilbert, es encantadora. El padre de Camile y Gilbert es un muggle francés y su madre una bruja española.
Por eso Camile no se sorprendió que yo quisiera viajar hasta Francia como los muggles, creo que como ella creció con un padre muggle me entiende un poco mejor.
No se parece mucho a Gilbert.  Ella tiene la piel más bronceada y sus ojos son verdes. Se parece a él en el cabello castaño y en que ambos son altos y delgados. Es una chica muy guapa y agradable.

Nuestro apartamento es pequeño, pero queda cerca del Ministerio de Magia. París es hermoso.
Mañana iniciamos el curso, estoy tan emocionada.
¿Y tú cómo estás? ¿Cómo están todos?
Te extraño tanto. A todos los extraño mucho.

Un abrazo grande.
Te quiere Hermione.

Pdta: Crooksanks también los extraña.

****

Introdujo la carta en un sobre blanco y la puso junto a otro sobre que decía Papá y Mamá. Ambos quedaron sobre la mesa de noche.

Se hizo una trenza en el abundante cabello y se metió a la cama. Era una noche fría y desde la calidez de sus cobijas podía observar por la ventana la majestuosa luna. Volvió a pensar en Harry, se lo imagino  en la cama y que justo como ella, él también observaba la Luna. Sonrió ante el recuerdo de su amigo.

En la mañana se sentía como aquella niña pequeña que ingresaba por primera vez en Hogwasrt.
Se había comprado una linda blusa blanca de manga larga y botones doradas que combinaban muy bien con su elegante pantalón de vestir
Se terminó de recoger los últimos mechones que se escapaban de la cola que sujetaba su cabello. En su cuello lucía una hermosa cadena con un dije que simulaba un giratiempo.
Me da miedo que te olvides de mí, le había dicho Harry una noche antes de partir y sacó de su bolsillo la bonita cadena y se la pusó en el cuello.

Se miró en el espejo acarició la cadena y salió feliz de la habitación.

En la sala la esperaba Camile.

¡Oye! Que elegancia.

Hermione vio que su amiga en lugar de un pantalón de vestir llevaba un ajustado jeans negro.

Me tengo que cambiar, dijo Hermione bastante acongojada y se fue de vuelta a la habitación.

Se puso una blusa más cómoda y unos jeans. Miró la cadena y susurró: Tú te quedas conmigo.

¿Mejor? Preguntó Hermione saliendo de la habitación y dirigiendo la atención a su jeans.

Menos elegante, pero igual de guapa. Ya veo porque mi hermano babea por tí, dijo Camille sonriente.

Hermione se sonrojó, qué tonterías dices.

Es cierto. ¿Estás Emocionada? Yo si te imaginas que salgamos siendo abogadas y salvemos el mundo mágico. Bueno... Aunque tú ya estás acostumbrada a eso de salvar el mundo.

Yo no salvé nada. Ayudé Harry como todos los que estuvimos ahí.
Y ya vamos que se nos hace tarde y tengo que buscar la lechucería del Ministerio para enviar unas cartas. Dijo Hermione aún sonrojada.

Camille sonrió traviesa y ambas chicas se trasladaron al Ministerio de Magia Francés.

Llegaron a un edificio que por fuera lucía como si estuviera abandonado, pero por dentro era reluciente con alfombras rojas. Tenía grandes ventanas donde se podía observar la ciudad de París.
En la sala de espera del Ministerio las recibió la señora Smith. Solo habían 10 alumnos y Hermione esperaba que llegaran más, pero cuando la Señora Smith una bruja alta, delgada, de pelo canoso y que llevaba un gran moño en su cabeza, dijo que ya estaban listos. Hermione comprendió que no llegaría nadie más. Eran 5 magos y 5 brujas. Unos de una edad parecida y otros que lucían mayor que ella.

La señora Smith los llevó a un salón pequeño. No tenía ventanas, pero estaba bastante iluminado. De las paredes colgaban curiosas pinturas de magos que los miraban con indiferencia.

Siéntense, por favor. Dijo la bruja.
Para nosotros es un placer tenerlos en este curso y formar magos en el interesante mundo del derecho mágico.
Voy a pasar lista para irnos conociendo.
Cuando la bruja llamó a Hermione añadió. Señorita Granger, es un honor que usted nos acompañe en este curso.
Sintió como todas las miradas curiosas se dirigían hacia ella, por fin entendió porque a Harry le desagradaba tanto llamar la atención.

El honor es mío, contestó con su cara tan roja como un tomate.

Es fabuloso, soy amiga de una celebridad. Le susurró Collete al oído.
Hermione le respondió con un gesto cansino.
Pasado la bochornosa presentación y a la primera pregunta que realizaba la señorita Smith volvía hacer Hermione Granger la sabelotodo que siempre era la primera en levantar la mano.

Siempre tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora