Beso de Bruja.

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En la mañana siguente Hermione le anunció que no iba ir al Ministerio, se iba quedar descifrando el mensaje de la escultura.

Lo pensé bien y seguramente en la biblioteca de Hogwarts encuentre lo que buscamos, dijo la chica mientras caminaba por toda la cocina con una taza de café.

Estupendo, ahora si me siento como en los viejos tiempos. Tú metida en la biblioteca y yo sin ni la mínima idea de qué hacer, espetó Harry.

Hermione se detuvo en su caminar y le dedicó una mirada de reproche.

Lo siento, no dormí bien, se disculpó Harry.

La chica lo volvió a mirar, pero no dijo nada.

Al terminar la mañana tenía la sensación de que Hermione llegaría en cualquier momento con una respuesta, pero al pasar el día y no tener noticias de la chica supuso que no había sido así.
Al regresar a la casa la escena que encontró confirmó sus sospechas.
Hermione estaba sentada en el piso cubierta por una decena de libros, su pelo desordenado y una mueca fruncida en su rostro, Harry no pudo evitar recordar a una Hermione adolescente en clases de pociones.

¿Cómo te fue? Preguntó Harry,

¡Nada, no he encontrado nada! Dijo la chica mientras se pasaba las manos por los irritados ojos.
Era evidente que Hermione estaba bastante agotada.
Harry se acercó poco a poco, como quién se acerca a una bomba que está próxima a estallar, le tendió una mano  y exclamó: ya es suficiente por hoy.

La chica ignoró la mano y tomó un gran libro viejo que titulaba: lenguas extintas.
En algún lado tiene que haber algo.

Harry volvió a insistir: hoy ha sido un día largo, se me antoja un trago y salir a recibir un poco de aire, ¡acompáñame!

Hermione le miró, se quedó callada por unos minutos y luego exclamó, ¡vale! Creo que un poco de aire me caería bien.

La chica sujetó la mano de Harry y se levantó del nido de libros que había hecho en la sala. Movió su varita y cada uno de los libros se fueron acomodando en largas hileras.

Harry por su parte decidió darse una ducha antes.
Se sentía igual de frustrado que Hermione, pero estaba convencido que un poco de distracción les caería bien.
Salió de la ducha y mientras terminaba de vestirse escuchó que Hermione hablaba con alguien, la otra voz también era de mujer, por lo que pensó que era Camille.
Pero prestó más atención y se dio cuenta que la voz no era de Camille y sonaba bastante familiar.
No pudo más con la curiosidad y en cuanto estaba  en las escaleras descubrió que no estaba equivocado, una guapa chica con una brillante cabellera roja le saludaba desde abajo.

¡Harry Potter! Casi no te reconozco, pero oye, te sienta demasiado bien esa barba, dijo Ginny mientras corría abrazar a Harry.

¡Hola Ginny! Que gusto verte, respondió Harry con otro fuerte abrazo.

Vine a visitar a mi familia y quería verlos, bueno y también necesito hablar contigo, dijo la chica dejando su habitual sonrisa por un gesto un poco más serio.

Harry conocía ese gesto y sabía que a Ginny algo le preocupaba.

Ginny, no te vayas sin despedirte de mí. Dijo Hermione mientras subía las escaleras por las que escasos minutos había bajado Harry.

¿Qué sucede? ¿Pasó algo malo? Preguntó Harry.

¡Ah! ¡malo!, no Harry, disculpa, sé que siempre vengo sin avisarte y todo eso, pero no es nada malo. Respondió Ginny. Se había teñido un ligero rubor en sus mejillas.

Siempre tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora