ix.

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—Joder, Julia, ¡te vas a casar?!—Vale, por la mañana no suelo tener tanta emoción como es debido, amanezco malhumorada, con dolor de cabeza y ganas de dormir más y más. Pero cuando despiertas y momentos después tienes sexo, esa si es una buena bienvenida al día, hasta que tu tía favorita te dice que se va a casar.

—Si, ya te lo he dicho tres veces  Jade—No la estoy viendo, pero sé que puso los ojos en blanco. 

—No lo puedes hacer, ¡no con él por dios!

—Jade, tienes que estar consciente de que lo amo sin importar lo que hizo en el pasado.—Tía Julia es novia de John desde el año de la creación, llevan juntos mucho tiempo, al principio eran demasiado tiernos, lo digo porque ellos eran mi ejemplo a seguir en el amor, ella lo besaba y él le decía que la adoraba, eso hasta que una noche del año pasado el muy bastardo le confeso que la había estado engañando por meses con su mejor amiga, tía Julia lloro sin descanso por dos meses, yo la apoye cuanto pude; al final ella lo perdono y volvieron a ser como el principio, John había sido mi amigo también, solo que el no tuvo tanta suerte conmigo, le dije que era un patán y que debería desaparecer, no he vuelto a hablar con él desde entonces

—Tranquila Jade, se perfectamente lo que hago. 

—No, ese es tu problema, hablas, dices cosas pero de ¿verdad las entiendes? Él es como un demonio, tu eres su ángel, no te dejes seducir—La escucho aclararse la garganta, se que va a llorar, no me detengo—es un error.

—No es un error si quiero cometerlo Jade, tu eres la primera en saberlo, te lo decía para saber si quieres ser mi dama de honor, se que no te gusta mi compromiso pero de verdad te quiero y me encantaría que estuvieras allí. 

—Está bien, ¿cuándo es?—Se detiene a contestar, silencio por tres interminables segundos. 

—Este domingo. 

—Está bien, pero no prometo portarme bien.—Ella hace un sonido de alivio, y o acepta porque sabe como soy, nos despedimos y me acerco a JacK que está en la terraza.

—Cuéntame algo que nunca me hayas dicho—Siempre después de comer, todos los domingos nos tumbamos en la hamaca con vista a la piscina a conversar, nos acurrucamos y empezamos a hablar de cualquier bobada y si no sabemos qué decir, nos besamos. 

—Bueno he perdido mi diario y no me ha importado ni un poco—Sus ojos se abren mucho, sabe que sin ese libro yo no puedo vivir, lo tranquilizo besando su mejilla.—No te preocupes, las canciones están guardadas bajo contraseña en los documentos de Word, hablando de eso, tengo una canción perfecta para el nuevo álbum, que no te desalienten mis palabras, si lo encuentras por cualquier parte de la casa me avisas ¿vale? 

—De acuerdo—Nos abrazamos más, nuestras narices están rozando, sonrió, cierro los ojos y anhelo su contacto en mis labios, el beso no llega. Lo escuchó murmurar su risa.

—¿Te das cuenta lo grosero que eres?—Arrugo la nariz. Pero entonces él para, el aire cálido que exhalaba la boca de Jack me pone la piel de gallina, entonces con la punta de la lengua rodee mis labios para fundirlo en un beso profundo. Estábamos conscientes de que sería la última vez que nos veríamos hasta el otro fin de semana, así que la desesperación que nos tomo fue casi bárbara, sus manos recorrían cada centímetro de mi cuerpo, la camisa desapareció dejándome en topless, sus besos se pasearon por mi cuello hasta el pecho.—¿Repetimos?—Pregunta. —Por favor.—Le ruego. Se separa de mí, me toma con sus brazos, me siento liviana como una pluma. Nos dirigimos a la habitación. 

—Estas sonrojada, y temblando.—Su sonrisa es ancha.

—Vainilla, menta y el bendito Jack Gilinsky.—Le susurro en el oído mordiéndole el lovulo de la oreja. 

—Es una bonita forma de decir que te gusta mi aroma—Acerca su cuello a mi nariz para que disfrute más de su olor. 

—¿Has sido tú el que ha escogido la colonia?—Rio divertida. Entonces me suelta, estoy clavada en el sillón preguntándome que he dicho mal, lo encuentro bloqueado, como si no supiera que decir.

—¿Fue tu madre?—Indago en la cuestión.—Jack, no he dicho que pararas de besarme. 

—Lo siento—se aclara la voz—ha sido Allison en realidad, fue un regalo de cumpleaños—asiento con la cabeza, volvemos a la acción pero lo siento tenso, paso mis manos por su cabellos, lo masajeo, lo alboroto, me encanta, le encanta. Restregamos nuestros cuerpos, lo anhelo demasiado, nuestras lenguas juegan al unísono y por fin creo que nos hemos coordinado bien, se por dónde ir y él sabe hasta dónde puedo llegar. Terminamos como siempre, abrazados pero sin estar verdaderamente satisfechos del uno al otro. 

—Quédate conmigo esta semana.—Sus ojos brillan, su sonrisa es sincera. 

—No puedo, tengo examenes y una vida allí. Pero me encantaría de verdad.—Exhala con un gruñido demasiado fuerte. 

—Hace meses me dijiste que te sentías sola, ¿te sigues sintiendo así? 

—Creo que si, no tengo ningún amigo donde vivo, tú, mi familia y los chicos son los únicos que me mantienen feliz. 

—Creo que deberías tener una mascota. ¿Un perro? ¿Un gato? Te lo compro en un segundo, solo dímelo.—Mi risa le ablanda el corazón, mi oído pegado en su pecho puede sentir como los latidos se le apresuran.

—Jack, te lo agradezco mucho, pero no puedes tratar de solucionar todos mis problemas comprándome cosas.

—Lo sé, pero puedo comprarte cosas para hacerte sonreír.—Me beso. 

—La amabilidad vale mucho más que todo el dinero del mundo. 

—La tendrás, entre otras cosas. 

—No quiero nada más.—Nos damos tres piquitos.

—¿Qué tal un pez? Esos están de moda.—Su risa dura y la mia delicada abundan en la habitacion, lo extrañaba.

—Mejor no, no puedo cuidar ni de mi misma ¿Cómo podre con un animal?—Él se levanta un poco para poder mirarme a la cara.

—En ese caso, deja que yo cuide de ti.—Susurra, con los ojos brillantes 

—Puedes tener cualquier chica que quieras Jack.—Por segunda vez se tensa, lo tranquilizo con suaves caricias. Él frunció el cejo.

—Sólo te quiero a ti.—Apoyo la cabeza en su pecho y sonrío.-Estar sin ti es como vivir en una eterna noche sin estrellas.



Rejected. | Jack Gilinsky |Where stories live. Discover now