Rejected. | Jack Gilinsky |

xiv.

No dijeron nada pero la respuesta estaba más que definida. Miro a Jack, quiero ver su rostro, la forma en la que respira me tranquiliza, se está dejando crecer el bigote y se ve más serio, aunque todavía no me lo puedo tomar en serio, su perfil es perfecto.

—Lo siento Jack—Mis padres imitan nuestra pose, están agarrados de la mano y ella está también mirando fijamente a mi padre mientras habla con Jack a la vez, me pregunto ¿a ella también le tranquilizara ver a padre respirar?—Jade es nuestra niña, y aunque te apreciamos mucho y sabemos que la cuidarás bien, no nos puedes quitar a nuestra hija, no ahora.—La mano me aprieta, sé que no le gusta que le nieguen las cosas, pero asiente.

—No soy una niña mama—Protesto. La miro y ella me mira a mí, fijo a los ojos declarando una guerra en silencio.

—Sabes a lo que me refiero, y no me ponga esa cara , nada de lo que digas nos hará cambiar de opinión, ahora, despide a Jack y sube a dormir.

—Pero...

—No, sin peros-mi ceño se frunce, toma la mano de mi papa, se levantan juntos.-buenas noches, Jack, nuestra decisión no es por tu culpa, te adoramos, es más por nuestra salud mental.

—Está bien señora y señor Wallace, buenas noches.—Le da la mano a cada uno y despide de un beso a la mejilla a mi madre y poco defensora. Estamos luego solos, exhala.

—De verdad te quiero conmigo.—Sus ojos me muestran que no esta mintiendo, yo también lo quiero conmigo.

—Te dije que no aceptarían

—Tenía la idea, la esperanza de que ellos tal vez...—Se queda en silencio, tiene los ojos fijos al suelo, quiero pasarle las manos por su pelo pero la furia me come viva, si eramos una pareja ¿Por qué no me había dicho su decisión de contarles la idea a esos dos fusiles? ¿Por qué no decirmelo en el coche, en el parque o en el restaurante? ¿estaríamos listos para vivir juntos? Suelto su mano y de repente siento que mi vida depende solo de un hilo, mi palma se siente vacia y fría como mi corazón, esto es su culpa.

—¿Por qué lo hiciste de la nada? Me lo ten drias que haber preguntado, no era el ni el sitio, ni el momento.—Exhala, de nuevo.

—Lo siento, pensé que era el momento adecuado.

—Bueno, ya ves que no, es hora de dormir, cierras la puerta cuando te vayas. 

—Dime que no estas enfadada, ya te he pedido perdón.—Ya en el pasillo me quedo a espaldas de el.

—No me pidas perdón por no tenerme en cuenta.