Takami Seto es la hija de dos de los héroes más importantes de todo Japón, al crecer rodeada de héroes supo que esa era la vida que quería. Ser igual de querida y reconocida como lo eran sus padres, pero el destino opera de maneras confusas.
Con tan...
/Pueden leer o no este especial no afecta en nada la historia principal pero quería darles un pequeño especial por ser mi época favorita del año <3 /
Otro día en el que me encontraba recogiendo las flores que mi madre necesitaba para experimentar y mejorar a la planta en sí, al ser la Diosa encargada de la fertilidad en la tierra humana, nunca dejaba de mejorar a las plantas, para que dieran más frutos, fueran más resistentes, incluso que fueran más bonitas.
Pero como siempre a mí me cuidaba como su mayor tesoro y ya no me extrañaba que a pesar de ser una Diosa de casi veinte años, mi madre seguía tratándome como si tuviera cinco y toda mi escolta de ninfas venían pisándome los talones.
Antes luchaba para que me dejaran sola, aunque sea unos segundos, pero después de unas cuantas peleas con mi madre me di cuenta de que esto nunca iba a cambiar y solo acepté el hecho de que tendría compañía todo el tiempo.
Mientras buscaba las flores de la lista mi atención se dirigió a unas flores de cerezo que crecían del piso, no creía lo que estaba viendo, ya que la flor solo crece en árbol y esto era justo lo que mi madre corregía.
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—Majestad, ¿a dónde va? —pregunto Alexandra, mi mayor protectora desde que tengo uso de razón.
—A recoger esa flor de cerezo, estoy segura de que a mi madre le ayudará con su investigación —dije señalando la flor en el suelo.
—Con cuidado majestad.
Al tomarla sentí como la tierra temblaba, de un momento a otro la tierra se abrió en una enorme grieta y de esta salió una mano con extrañas marcas en la muñeca, sin mucho trabajo esta tomo mi propia muñeca y me jalo hacia él, pude ver brevemente como después de que entrara en la grieta esta se cerró.
—¡¡Oye tú!! ¡¿Quién piensas que eres para secuestrarme?! Toda la furia de los Dioses te atormentará por el resto de tu patética vida, te ordeno a que me liberes.
—Cállate — me lanzo un polvo haciendo que tosiera, ya que picaba en todo mi sistema respiratorio.
—Te... Ordenó... A —me costaba hablar gracias a lo que me habían lanzado y de un momento a otro todo se puso negro.
Desperté recostada en una cama, no recordaba muy bien que era lo que había pasado, solo tenía imágenes de que era lo que había pasado, trate de levantarme, pero mis brazos flaquearon y de nuevo caí en la cama, era como si siguiera en una especie de sueño, comencé a recorrer la habitación para darme cuenta de que no conocía este lugar en lo más mínimo, conforme fueron pasando los minutos pude sentir como la fuerza regresaba a mi cuerpo, al tratar de levantarme me di un jalón de muñeca, ya que no me había dado cuenta de que estaba encadenada.
—Vaya, despertaste —escuche una voz en el cuarto, pero no lograba ver a nadie.
—¿Q-quien anda ahí? —pregunte con miedo al mismo tiempo que veía desesperadamente hacia todos los lados, haciendo que las cadenas se chocaran entre ellas, sonando más fuerte gracias al eco.
