¡𝐐𝐮é 𝐫𝐚𝐲𝐨𝐬 𝐞𝐬𝐭á 𝐩𝐚𝐬𝐚𝐧𝐝𝐨!

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Era el segundo día de nuestro campamento y los chicos entrenarían por primera vez desde que habían llegado, tendrían una pausa para comer y seguirían con el entrenamiento hasta la hora de la cena, y por supuesto que nosotros tendríamos que cocinar nuestra propia comida.

Por mi parte, por indicaciones de los doctores no podría entrenar esa cantidad de horas, así que solo tenía dos horas después del desayuno y una hora después de la comida. En las primeras dos horas me di cuenta de que no me daba tiempo de hacer nada, por el simple hecho de que solo calentando me tomaba más de una hora, haciendo que entrenar fuese imposible y terminase frustrada, y llorando debajo de un árbol.

Cuando mi hora de entrenamiento llego a su fin, Mina vino a buscarme para llevarme a la cabaña para que reposara el resto de la tarde. Encontrándome hecha un desastre, por supuesto que la primera cosa que me pregunto fue si me había hecho daño y como no podía responder debido a mi respiración entrecortada, estuvo a punto de correr para seguramente traer a Aizawa-sensei.

Segundos antes de que me dejase la tome del borde de su playera, haciendo que se detuviera en ese instante entendió mi desesperación para que no me dejara sola, así que se quedó a mi lado pacientemente mientras yo dejaba salir toda la frustración que tenía adentro.

Una vez que me pude controlar le conté de mi intento de entrenamiento y en el caos que se había convertido, seguido de lo inútil e indefensa que me sentía. Ella me escuchó atentamente mientras que con una de las mangas de la sudadera que traía atada a la cadera limpiaba con delicadeza mi nariz.

     —Sufriste un accidente que ningún humano común y corriente hubiera sobrevivido, en tiempo record has mejorado, no esperes que meses después de que todo tu cuerpo cambiara de un día al otro regrese a ser lo que era antes, es un proceso Seto-chan —dijo Mina poniéndome un mechón detrás de la oreja—, sé más considerada con tu cuerpo, debe haber una manera en la que puedas entrenar sin la necesidad de llevarte al extremo.

Escuchándola entendí que me estaba exigiendo más de lo que podía y aunque me encantaría dar todo de mi hasta que cayera inconsciente, no podía hacerlo.

Al terminar la charla me encontraba mucho más calmada, haciendo que todo empezara a ir en cámara lenta, sabía que en parte era porque había estado reprimiendo muchas emociones desde el accidente y la frustración de hoy, simplemente fue una válvula de escape, y como cada vez que me pasaba el sueño me invadía haciendo posible que me quedara dormida parada.

Mina como el ángel que es me ayudo a llegar hasta mi dormitorio en la residencia y con todo el cuidado del mundo me ayudo a acostarme para poder tomar una siesta, como paso con Izu lo último que recordaba era Mina cantándome levemente para arrullarme.

Para cuando desperté de la siesta todo mi cuarto estaba a oscuras, de inmediato pensé que había dormido hasta que se hizo de noche, pero eso era un engaño, ya que cuando corrí las cortinas me di cuenta de que el sol brillaba a su máximo esplendor.

Gracias al subidón de energía que la siesta me había dado, me colé en el bosque de nuevo, claro, teniendo cuidado de que nadie me viera, ya que tenía prohibido entrenar, cuando me encontraba en un lugar lo suficientemente privado para poder ocupar mis dones sin alertar a nadie me quede pensando en cómo podría entrenar sin llevarme a mí límite.

El primer problema que tuve en la sesión de calentamiento fue el estar sentada, eso hacía que más de la mitad de los ejercicios no pudiera hacerlos, no podía levantarme como si nada, ya que cuando lo intentaba mis piernas parecían hechas de gelatina y siempre terminaba en el suelo.

Dándole vueltas al asunto se me ocurrió una loca idea en el que con ayuda de mi materia negra crearía una especie de soportes en el que mis piernas se mantendrían rectas, pero el peso de mi cuerpo estaría en los soportes

𝑷𝒍𝒆𝒂𝒔𝒆 𝒅𝒐𝒏'𝒕 𝒈𝒐 | 𝑶𝒄 X 𝑺𝒉𝒐𝒕𝒐 𝑻𝒐𝒅𝒐𝒓𝒐𝒌𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora