Ámbar una chica que se va de intercambio a estudiar, con un secreto familiar en sus manos, conoce a Matteo un futbolista famoso y se enamoran, pero se debate en un dilema entre seguir a su corazón o hacer justicia.
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Después de aquella confesión de Sharon hacia su hija, sentía que se había quitado un peso de encima pero se sentía avergonzada y muy lastimada. Bernie, su esposo, la apoyó más que nunca y no se atrevió a dejarla sola en ningún momento.
Para Matteo esta semana sabiendo que Ámbar no estaba en Barcelona le había parecido un verdadero infierno, y trataba de distraerse saliendo con Emilia y alimentando su falsa relación.
Ámbar más que nunca odiaba a Fernando, el saber que no solo había terminado con la carrera de su padre, sino que también se había atrevido a abusar de su madre, la destruía por completo y no iba a quedarse de brazos cruzados.
Las cosas en el internado estaban yendo bien, pero la nostalgia se había apoderado de Yam, Delfi y Gastón estaban a días de graduarse de la universidad y ejercer en los trabajos que siempre habían soñado, aunque deseaban poder compartir todo esto con su gran amiga Ámbar.
Emilio desde que volvió a encontrarse con Ámbar no la había dejado de frecuentar ni un solo día, se estaban haciendo demasiado cercanos, y eso hacía tan feliz a Sharon, saber que su hija pasaba tiempo con un hombre tan bueno como lo era Emilio la llenaba de mucha paz.
Heriberto Nava tenía las pruebas de los negocios ilícitos de Fernando Balsano y pensaba entregárselas a Bernie lo antes posible.
Las cosas en el vestuario del Fútbol Club Barcelona no estaban del todo bien, Matteo había bajado muchísimo su rendimiento, tanto así que en los dos últimos partidos había sido suplente, permitiéndole jugar tan solo treinta minutos en cada uno de ellos. Ramiro intentaba hacer entrar en razón a su amigo pero todos sus intentos eran en vano, así que prefería guardarse sus opiniones.
Fernando volvió con su esposa a Barcelona, tal y como se lo prometió a Matteo, ahora estaban establecidos ahí, las cosas entre ellos mejoraban, pero algo dentro de Matteo no le permitía confiar del todo en su padre.
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Estaba de vuelta en Barcelona, después de hablar con mis amigos me convencieron de regresar a la graduación, pues era un momento único e irrepetible en mi vida, así que decidí volver en compañía de mis padres. Desde el momento en el que aterrizamos no pararon los flashes, saber que Bernie Benson había pisado la ciudad que fue su casa por más de veintiún años había causado sensación y revuelo.
