Capítulo 9

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Al caer la tarde siguiente Midoriya trabajaba como siempre, ansiaba verte como de costumbre, en cambio a quienes recibió fueron tus amigos; Kirishima y Denki.

El deseo de encontrarte en aquel salón se apagó en ese instante y como acción siguiente dejó caer sus hombros desilusionado.

Kirishima le sostuvo la mirada unos segundos antes de cruzar las puertas del elevador, presentía que Midoriya estaba involucrado contigo.

Luego continuó dejando de lado sus presentimientos, se acomodó con Denki en alguna mesa, Midoriya les acompañaría esa noche.

Ellos leían la carta al hablar, entonces el rubio bajó la carta a la altura de la nariz para dirigirse a Kirishima con una pregunta.

—¿Hoy tampoco trabajó ____?

Era inusual que no le estuvieras jodiendo la vida con trabajo; para él devolvértelo tres veces más.

—Sí —afirmó el pelirrojo —, sucede que está cruzando su época de calor.

Midoriya se concentró en escuchar sobre ti, así que no sabía que le estaban entregando la orden.

—¡Disculpe! ¿puede repetir su orden? —escribió en la libreta.

«Quería verla tanto que no pensé en esa posibilidad, creía que me odiaba por lo de ese día ».

Exhaló aliviado, pero su mente le mostró la escena del beso que hubo entre ambos.

Sus mejillas se encendieron por el calor que le subió al rostro, sacudió su cabeza para dispersar ese recuerdo, aun así fue en vano.

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Extrañó de tu compañía en el auto lujoso, disfrutar de las calles taciturnas en el viaje, más el gesto de seriedad que te llevabas al conducir.

En la mañana tu cuerpo se renovó, esa tormentosa época se fue.

—Nada como la tranquilidad. —Estiraste tu cuerpo al salir de la cama.

La habitación aún tenía tus feromonas, si Midoriya entrara volvería a tener su celo y obviamente te verías forzada a desvirgarlo.

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Admirar las afueras a través de los cristales de tu oficina era parte de la rutina, las personas eran como hormigas a esa altura, en ese momento Midoriya corría de un lado a otro por tu mente, te parecía al trabajo que realizaba.

Las cinco de la tarde estaban a la esquina de la calle, esa hora era sagrada por culpa de Midoriya.

Sacaste una de tus manos de tu bolsillo para saber la hora en tu reloj de muñeca.

𝐄𝐋 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀 𝐏𝐄𝐑𝐅𝐄𝐂𝐓𝐎 𝐂𝐎𝐍 𝐋𝐀 𝐀𝐋𝐅𝐀 𝐈𝐃𝐄𝐀𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora