—¿Prometida? —Tu rostro se vio envuelto en un enigma, mostrando cejas fruncidas y una mirada perdida, la mandíbula apretada. —¿De qué hablas?
—No mientas. —Uraraka sostenía su mirada con firmeza. —Él te vio entregándole esa caja a esa rubia.
—Es un malentendido. Yo no le he pedido matrimonio a esa chica... solo quise devolverle lo que es suyo. —Corregiste con una voz apagada al final.
—Pero... —Uraraka vio sinceridad en ti.
—Llévame con Midoriya, lo explicaré. —Tu voz sonaba más relajada ahora.
Uraraka dudaba si hacerlo, pero algo le decía que no debía permitir que ustedes dos estuvieran peleados, así que con voz firme, agregó:
—Te llevaré con él, pero si lo haces llorar... ¡pondremos una orden de alejamiento en tu contra! —Te señaló con valentía.
—Lo aceptaré, pero no lo haré llorar, te lo prometo. —Una hermosa sonrisa iluminó tu rostro con una calidez radiante, haciendo que los ojos de Uraraka te admiraran. Tus labios se curvaron suavemente, revelando la felicidad genuina de tu corazón.
Ella se sonrojó un poco y se dio la vuelta, siendo esta la respuesta final para llevarte con ella. Mientras caminaban hacia los vestidores, ella quería preguntarte lo que realmente había ocurrido, según su expresión dedujiste que tenía curiosidad.
—Himiko, la rubia que vieron una vez fue mi prometida. Trabajé con ella durante ocho años, la conocí cuando tenía dieciséis años. Era una chica bastante peculiar, con el sueño de ser modelo, lo que la llevó a involucrarse en industrias... para adultos. Yo la apoyé al principio —no dejabas de mirar el suelo mientras recordabas aquellas tomas que te resultaban desagradables, pero ella las disfrutaba. Uraraka comprendió y su rostro se coloreó—. A decir verdad, me enamoré de ella, pero ella amaba ese trabajo y yo lo detestaba. Con el tiempo, dejó esa carrera y con cierta fama comenzó a tener sesiones con marcas de maquillaje, entre otras cosas. Éramos jóvenes y estábamos enamoradas, pero yo sentía un asco enorme hacia su pasado, y cuando le propuse casarnos, comprendí que solo era un capricho de ella, lo cual lamento profundamente. Nunca llegamos al altar. Ese día, no llegué al altar. La dejé allí con su ramo de flores y vestido blanco.
—Eso es muy cruel... —Uraraka estaba llorando, y tú no lo habías notado.
—Y-yo lo siento. —Sacaste un pañuelo de tu bolsillo y se lo diste—. Tal vez no merezca a Izuku, pero quiero ser alguien que lo pueda merecer.
Al llegar a los vestidores, Uraraka abrió la puerta lentamente, revelando a Izuku sentado en una banca, sosteniendo un pañuelo y con el rostro bañado en lágrimas. La luz realzaba la belleza de sus ojos esmeralda, que aún derramaban gotas saladas mientras era consolado por sus amigas.
—Señorita Yoshimura —susurró con una voz quebrada por el llanto.
Sin vacilar, te aproximaste a él. Al sentir tu presencia, una ola de feromonas lo envolvió, aumentando la calidez en su cuerpo y añadiendo complejidad a su torbellino de emociones.
—No deseo verte —declaró, apartando su rostro mientras el rubor lo teñía—. Deseo que tengas una hermosa boda.
—¿De qué hablas? —te arrodillaste frente a él, buscando desesperadamente su mirada—. Escúchame, Izuku, mírame, por favor.
Él esquivó tu intento y murmuró con amargura: —Vete con esa rubia...
—Mi corazón late por alguien más.
A Izuku le dolieron tus palabras, como si fueran cuchillos. —¡Entonces vete con esa persona! —exclamó, intentando ocultar el dolor.
Uraraka, percibiendo la tensión, pidió a las chicas que se retiraran para que pudieran tener un momento privado.
Tomando un suspiro profundo, comenzaste, —La persona por la que mi corazón late, emite un aroma dulce y reconfortante, reminiscente de manzanas frescas mezcladas con la suavidad de la leche. Su delicadeza es comparable a la de una flor en su apogeo; con ojos esmeralda que brillan con pureza. Cada gesto, cada mirada, es una caricia para mi alma. Ese omega es Izuku.
Él aludido, con ojos brillantes de emoción, buscaba respuestas en tu mirada.
—Todo ha sido un malentendido. Esa rubia es mi exprometida. Sólo quise devolverle su anillo. No quiero que ningún vestigio de ella permanezca en nuestra vida. Estoy dispuesta a comprar una nueva casa para borrar su recuerdo.
Izuku, finalmente, enfrentó tu mirada. —¿Lo juras?
Asentiste con convicción. —Lo juro, Izuku.
—Júralo de nuevo —susurró, mientras tú te acercabas con una sonrisa tranquilizadora.
—Lo juro, cariño —sellando tu promesa con un tierno beso en sus labios.
El beso se tornaba más ardiente a medida que se adentraban en él.
—Tienes un sabor a leche muy sutil —dijiste apenas, sin aliento, mientras él se aproximaba a tu cuello, sus labios dejaban un rastro de fuego a su paso.
El omega anhelaba dejar su marca en ti, borrar cualquier rastro de otra persona, y su deseo era palpable.
—Por favor, ponte de pie —susurró con esa dulce voz en tu oído, y su tono tierno te hizo obedecer de inmediato. Lo harías una y otra vez. Mientras estabas de pie, él rozaba su rostro pecoso contra tu miembro, sus manos ansiosas iban desabrochando tu cremallera. Tus ojos intensos, dominados por ese azul profundo, se encontraron con los suyos mientras tu mirada se mantenía fija en él. Izuku olía tan bien que no pudiste resistir acariciar su rostro.
Estaba a punto de tomar tu miembro en su boca sin motivo alguno, y si esto fuera un castigo, sería el más perfecto. Cuando finalmente tu gran miembro se liberó de las telas que lo aprisionaban, se encontró con la pequeña boca de Izuku. Sus labios rosados y su lengua cálida acariciaban la punta de tu miembro, y aunque no estaba seguro de si lo estaba haciendo bien, gemía suavemente mientras trabajaba. Su boca rodeaba la punta, sus mejillas se ahuecaban y su mirada sumisa, entre lágrimas, te observaba desde abajo.
—Izuku... no creo que pueda aguantar mucho más —dijiste, y sin pensar, empujaste más tu miembro en su boca.
La sorpresa llenó los ojos de Izuku, y su mirada suplicante desde las rodillas te pedía clemencia. Hasta que finalmente, lograste alcanzar el clímax y acabaste en su delicada boca.
Izuku tragó en ese momento y una expresión lasciva se apoderó de su rostro.
—E-esto s-se siente bien, señorita —murmuró, abriendo la boca y mostrando su lengua con una mirada sumisa en sus ojos.
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𝐄𝐋 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀 𝐏𝐄𝐑𝐅𝐄𝐂𝐓𝐎 𝐂𝐎𝐍 𝐋𝐀 𝐀𝐋𝐅𝐀 𝐈𝐃𝐄𝐀𝐋
FanfictionEsta es una historia donde Izuku es un omega y la protagonista, un alfa dominante. _____ Yoshimura es una alfa dominante, dueña de una gran fortuna y reconocida en el mundo de la moda por su versatilidad como diseñadora. Obsesionada con el trabajo...