Capítulo 3

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Te levantaste con la peor resaca del mundo, estragos de haber tomado demasiado, Nancy trajo sobre una bandeja metálica unas aspirinas para el dolor de cabeza; junto a un vaso de agua.

Te tenía preparado el desayuno, al bajar al comedor estabas vistiendo tu traje de trabajo.

—¿Desea un té? —repitió por quinta vez mientras terminabas de comer, todavía seguías pasmada pensando en Izuku, no podías creer que lo hubieras encontrado.

—Sí sí sí, disculpa… estaba distraída —te reincorporaste.

Pasaron unos minutos hasta que Nancy te llevó el té al comedor, tomaste la taza y ella se llevó los platos, así podías ir más tranquila a trabajar, pero aún así seguías con la cabeza llena de la voz de Izuku.

Estacionaste el carro cuando llegaste al trabajo, al cruzar las puertas de cristal polarizadas del rascacielos, la recepcionista te recibió amable, a la par tuya se puso Tamaki.

—Buenos días Yoshimura —saludó en un tono agradable.

Tamaki es aún más joven que tú, le ganas en unos centímetros de altura, su piel es bastante pálida. Tiene el cabello desordenado en color índigo, viste trajes formales negros o azules oscuros, siempre se ve como un secretario.

—Buenos días Tamaki —le decías de buen humor, él aparte de ser tu secretario también era tu amigo, como la mayoría de tus empleados.

—Denki no vendrá a trabajar, pero Kirishima sí —te informó.

—Gracias por informarme, Denki merece un descanso —caminabas al ascensor para ir a la oficina, Tamaki no te siguió y se fue a su oficina.

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Después de tanto trabajo, pilas de papeles y bocetos, saliste corriendo a buscar tu auto, encendiste tu carro y no contenías las ganas de encontrarte con Izuku de nuevo, en el viaje escuchabas las músicas que pasaban en la radio.

En el edificio estabas con la recepcionista realizando un pago extra para estar en aquella planta, ella sin dudar por tu reputación te dio acceso y por aparte comenzó a tramitar una tarjeta membretada; para que entraras a la hora de servicio que quisieras.

Al abrirse las puertas del elevador tus ilusiones se espumaron al ver que quien te recibió no era Izuku; sino otro chico, al sentarte en una mesa cerca del ventanal fueron segundos para que apareciera tu querido angelito.

—Aquí tiene las cartas del menú señorita Yoshimura —te las dio y al girar tu cabeza hacia su dirección él se quedó retraído, al contrario de él estabas sonriente, alegre; como si hubieras recibido una bendición de Dios.

A Momo y Jiro les tocaba atender clientes en el salón del restaurante, pero estaban atentas a lo que hacía Midoriya, porque el chico había contado lo que le sucedió ayer. El joven es el diamante del anillo, sus amigas no dejarían que cayera en las manos de una persona con dudoso interés; además Midoriya era limpio e inocente para entenderlo.

—Esa es… —Momo entrecerró sus ojos intentando averiguar esa apariencia —. ¿Yoshimura? —se quedó pensativa, no podía imaginar que la joven Yoshimura tuviera perdido el corazón en un empleado, pensaba que era del tipo de pudientes que le daba desagradables apodos a los trabajadores.

—¡Dios santo! —gritó Jiro y todas las personas se le quedaron viendo —, la señorita Yoshimura no puede ocultar que está interesada en Midoriya —murmuró, ambas estaban desde la cocina con la puerta entreabierta.

Jiro y Momo estaban echando el chisme más interesante, era inusual ver a una alfa de alta clase y reconocida en el restaurante, también una que tuviera la cartera de oro, es un decir por las riquezas.

En la cena Midoriya cometía muchos errores cuando te atendía, llegó a casi derramar el vino sobre ti, era la primera vez que se equivocaba tanto, se sentía angustiado, creía que perdería el empleo, aunque tu reacción era de preocupación hacia él.

«¿Estará enfermo? »te enfocaste en él; intentando averiguar sin tocarlo.

Las horas pasaban y al faltar media hora para el cierre del local te fuiste…, pero a tu auto a esperar que el chico saliera, no te ibas a ir sin obtener más.

«Me gusta como se ve con ese uniforme » suspiraste pegando tu rostro al volante «es tan sexy ».

Cuarenta minutos después salió el peliverde abrigado, con costo se le podía ver el pantalón; a esas horas la ciudad era fría y con poca neblina.

Caminaba por los andenes de la calle en silencio a la estación del metro, encendiste el carro y lo seguiste, bajaste la ventanilla y el joven se percató; por un momento creyó que lo secuestrarían.

—Oye niño… —le mirabas —. Es tarde para estar en la calle.

Dio media vuelta hacia ti y te reconoció.

—¿S-Señorita Yoshimura? —ladeó la cabeza con extrañeza.

—¿Te llevo a casa? —Le ofreciste con una sonrisa cálida.

—¿Haría eso por mi? —dudó.

Asentiste, el chico estaba exhausto, sus pies ya no aguantaban más, abriste la puerta del copiloto sin dudar.

—Sube, no tengo problema con llevarte.

—¡Muchas gracias! —sus mejillas se encendieron un poco cuando sus labios embozaron una sonrisa de que llegaría temprano a casa, así no esperaría el transporte público y descansaría los pies.

Se metió al auto que valía más que su sueldo de un año.

«Es increíble este carro, no está sucio, menos dañado, sus asientos son cómodos, podría dormir aquí » se dejó ir con tranquilidad en la comodidad del asiento.

Sintió tu mirada en él, no evitó mantener la de él en ti, sin saber que pasaba, te acercaste a su rostro y sus mejillas se enrojecieron a tope, cerró sus ojos con fuerza hasta que escuchó un click, le habías puesto el cinturón de seguridad, exhaló apenado por malinterpretar.

Izuku te dio la dirección de su casa y lo llevaste a un especie de edificio de apartamentos, el viaje fue en silencio, no sabías que hablar y si lo hacías él podría distraerte con su belleza, pero parecía encantado con el viaje.

—Muchas gracias por traerme a casa, señorita Yoshimura —agradeció, al verlo sonreír de esa forma tan tierna sabías que era el mejor pago, luego solo lo viste salir de tu auto y entrar a su apartamento en la segunda planta.

—¡Lo logré lo logré! ¡Lo he traído a casa! —te ganaba la emoción de haberlo llevado, no saltabas porque aún estabas en el auto.

𝐄𝐋 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀 𝐏𝐄𝐑𝐅𝐄𝐂𝐓𝐎 𝐂𝐎𝐍 𝐋𝐀 𝐀𝐋𝐅𝐀 𝐈𝐃𝐄𝐀𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora