Capítulo 14

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Saboreaste tus labios. El exquisito sabor del omega no se comparaba con ningún dulce, las feromonas se apoderaban de tu cordura. Sin previo aviso le giraste dejándolo de espalda y así él cediendo una especie de reverencia, con la espalda arqueada. Como si se tratara de tu presa te acercaste desde atrás, tu respiración cálida chocaba con su nuca desnuda, las prendas de intermedio te eran un estorbo; así que terminaste deshaciéndote de su camisa, encontrándote a un hilo de marcar su enrojecida nuca… tomaste una pausa para tomar del asiento delantero un supresor... el ultimo que quedaba.

Aquello no le agradó. Te vio por encima de su hombro con una jeringuilla puesta en tu brazo; la respiración acelerada y profunda por la adrenalina causada del joven en celo.

Se quejó del dolor frotando su trasero a tu pelvis, mientras aún recuperabas el aliento, aunque el extremo dolor de tu miembro se veía compensado por Midoriya.

—Ya no quedan más. —Soltaste la jeringa dejándola caer.

Te llevaste el cabello hacia atrás y seguido de ello soltaste aire. Estuviste cerca de violarlo, más cerca que aquella vez, Midoriya todavía rogaba por ser acariciado, todo esto era efecto de su ciclo.

—Lo siento, será otro día Izuku...

Le abrigaste para salir del auto, todavía estaba esperando tu ayuda, su rostro denotaba confusión de que no le desvirgaras, llegaste casi a la meta y preferiste defraudarlo. Para ti fue suerte no haber avanzado. El omega abrazaba el abrigo con necesidad cuando cerraste la puerta, sus ojos se mantenían en ti al masturbarse, queriendo tentarte.

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Los sonidos lascivos de Midoriya te desconcentraban al manejar, seguía gimiendo tu nombre.

—Más adentro señorita Yoshimura —pronunció; al deslizar sus dedos en el centro de su intimidad, esos sonidos húmedos provocados por sus acciones te llamaban.

Apretaste el volante sintiendo el corazón en la garganta; más una molesta y dura erección.

Llegaste sin problemas, pero el tiempo pareció una eternidad. En la parte trasera de tu auto el joven había hecho un desastre y todavía se seguía dando placer con tu abrigo, admirabas un hermoso desastre; una obra maestra, verte le hacía meter más rápido sus dedos y gemir más tu nombre.

Tragaste saliva junto a todos tus pervertidos pensamientos.

«Estoy tan apenado... pero no puedo detenerme, el aroma me hace querer más» .

Rebuscaste las llaves en su pantalón, deseando que siguiera sin causar problemas, se volvía más provocativo a medida que tardabas.

Con llaves en manos le dejaste en el auto; para abrir primero su apartamento. Llevarlo sería un desafío.

Se pegaba a ti como nunca sin controlar los espasmos de su cuerpo y mucho menos su voz, abrazó tu cuello; como método de seducción lamia tu cuello y chupaba de el dejando marcas visibles, temías que alguien los viera, en especial por el estado de Midoriya. Se aproximó a tu oreja y comenzó a dar rienda suelta a sus palabras:

—Por favor penétreme... hágame sentir mejor.

No sonrojarse era imposible. Ya en su habitación le dejaste sobre la cama con minucioso cuidado, no parecía querer liberarte de su agarre, estaba decidido a obtener más que amabilidad, bajaste tu mirada hasta su pequeño miembro que se contraía entre ambos, a diferencia del tuyo que estaba intentando romper la tela de tu ropa. El omega llevó su mano a tu virilidad de alfa, provocando un estallido de sensaciones en tu parte baja.

𝐄𝐋 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀 𝐏𝐄𝐑𝐅𝐄𝐂𝐓𝐎 𝐂𝐎𝐍 𝐋𝐀 𝐀𝐋𝐅𝐀 𝐈𝐃𝐄𝐀𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora