Capítulo 13

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El chico se había quedado pensando en toda aquella noticia, ¿Cómo era posible que compraras todo? No tenía idea de que captó la atención de una alfa poderosa. Comprar humanos es ilegal, hubieras preguntado si podrías comprar aquel omega de hermosa personalidad.

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Estabas a un minuto de irte; incluso tenías puesta una alarma en tu celular en caso de olvidarlo, de ese modo era imposible pasar por ello.

Tomaste tu abrigo y en eso cruzó la puerta Denki con mucho trabajo en manos.

—Deja eso por ahí en mi escritorio Denki —contestaste su pregunta antes de que la formulara.

Se quedó sin palabras el rubio, sólo boquiabierto de que tuvieras una hora específica para salir.

También quería decir que el papeleo era de alta importancia, por aquella nueva adquisición, eso de ser accionista te estaba dando más poder y posiblemente entrarías en el top número uno de personas con más fortuna del mundo, él con costo aparecía en los periódicos y se trataba de haberle bailado a un poste de tendido eléctrico mientras estaba borracho.

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—¿Y mi...? —Alzaste una ceja escudriñando el lugar para notar a Midoriya.

—¡oye Midoriya tu alfa llegó atraerte! —se burló Jiro a gritos de Midoriya.

Escuchaste aquello y fue la frase más gratificante de tu vida, no aquella cuando tus fans amaban tus prendas; sino de saber el concepto que tenían de tu y Midoriya.

Midoriya salió de la cocina ruborizado.

—¡Dios...! No es mi alfa —negó en frente de ella.

Con tu sola presencia podía cometer cuarenta errores por segundo, ignorando que se tropezó al ir a tu lugar notaste que era sexy ese trajecito, tu primera misión sería cambiar ese uniforme, temática de conejitos no era mala idea para ti, pero los viejos rabo verde le babearían, ya te estabas enojando por ello sin hacerlo.

—Hola —saludó como de costumbre y para ti no hubo universo solo él.

—Hola... — dedicaste tu mejor sonrisa irradiante de ternura y pasión por él.

«¿Porqué sonríes así? Me estoy perdiendo en ti de esa forma...» llegó a pensar el omega.

—Hoy tienes que estar en la cocina ¿cierto? —hiciste un puchero por no disfrutar de ser atendido por él.

—Sí. —dejó caer los hombros— ¿Podría esperar hasta que salga? —preguntó dudoso de tu respuesta, pero te había pedido esperar y... joder era lo que querías.

—¡Sí! —accediste con emoción.

Pidió aquello porque ahora eras capaz de sacarlo de cualquier lado con tal de verlo. Amaba la cocina y quería estar ahí.

—Estaré en el estacionamiento —te acercaste a su oreja—. No te vayas sin mí —susurraste.

Se apartó cubriendo su oreja con su mano, se había convertido en tu fresa favorita sólo por sentir las feromonas más cerca y tu aliento.

Sonreíste inocentemente para cenar hasta esperarlo.

No te emocionaba comer si Midoriya no te atendía. Al pagar la cuenta, te marchaste, pero a tu auto a esperarlo, escuchabas algunas músicas de opera porque te gustaba aquellas historias dramáticas e incluso podrían ser románticas.

Izuku  salió corriendo pues el gerente ya sabía que en tu perímetro estaba Midoriya; así que le permitió irse primero. Reconoció tu auto a duras penas, apagaste la música y abriste la puerta de copiloto. Como tontos se sostuvieron la mirada para apartarla.

«Creo que quiere decirme algo» lo consideraste por su actuar.

Izuku se estaba decidiendo a dar un paso enorme, pero se moría de pena por pedirlo, se preguntó a sí mismo porque tenía que ser así contigo.

—¿Señorita podría llevarme a conocer su casa? —no contuvo más las palabras y giraste tu rostro a él por su impactante petición.

«Oh Dios, creo que debería esperar para aquello» concluiste en tu mente.

—No puedo, lo siento, n-no es que no quiera...

Midoriya se avergonzó por su “estúpida” petición y su vergüenza le hizo pequeño el estómago, apretó el cinturón de seguridad cuando aún te excusabas.

—En otro momento lo haremos lo prometo...

—Está bien, comprendo —fingió una sonrisa sin escuchar lo último.

El viaje fue incómodo a cada segundo de el y lo sabías.

Te estacionaste y él aún estaba afectado por su petición, el remordimiento te carcomía por no aceptar su visita. Acariciaste su cabeza para hacerlo sentir mejor y Izuku se renovó nuevamente.

—Te llevaré otro día lo prometo, ¿puedes esperar?

Asintió más tranquilo, era como un niño.

Ahora tu casa se llenaba de reporteros y pondrías a Midoriya en riesgo con eso, el joven no podría ni ir al baño por ello.

Antes de que se fuera morías por capturar sus labios y llenarlo de deseos, pero ya habías hecho mucho, lo habías besado un par de veces según recordabas. No lo amabas sexualmente a tal punto de domarlo en celo, aunque lo hicieras sería sólo una vez, jurando jamás volverlo hacer.

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Ahora si había un problema con ir al restaurante, la importante asamblea de accionista a la que también pertenecías tendría una reunión, para aprobar ciertas decisiones de vital importancia.

—_____, esta es cuarta vez que no asistes, la asamblea no necesita exactamente tu presencia, pero luego te quejas por que no te agradan sus decisiones, ahora no quiero tus quejas —reiteró Tamaki al intentar convencerte.

—Es que yo tengo un compromiso y...

El secretario Tamaki te arrastró a la sala de conferencias, cualquiera que te viera pensaría que eres berrinchuda, pero realmente estabas enamorada. Aunque jurabas que te aburrías, tomaste control de cada conversación, así armando buenos intereses sobre ella y proponiendo también planes, aunque no era tu deber, pero amabas ser creativa en este tipo de situaciones.
El tiempo transcurrió rápido en aquella sala, no lo esperabas, aunque para Tamaki fue una tortura no le gustaba asistir, pero su trabajo le obligaba o mejor dicho; el sueldo que obtenía, ver a Mirio le tranquilizó, el joven siempre le llevaba un aperitivo; ya sea un dulce o una galleta, incluso un café.

Cuando retirarse fue concedido se dieron cuenta de que no estabas, te habías retrasado tres horas y media, temías que Midoriya esperara afuera del restaurante; corriendo riesgos, teniendo en cuenta lo puro que es el joven.

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El joven apenas salía del trabajo cuando tu auto llegó al estacionamiento. Por lo visto no llevaba su abrigo; seguro lo olvidó en casa al salir, saliste del auto con tu abrigo para cubrirle del frio, podías ver su aliento a unos pasos, debías disculparte por la tardanza eso lo sabías.

Esto se tornó complicado a cinco pasos de él, la cautivadora esencia de Midoriya te llenaba de placer en instantes, te estaba llamando de cualquier forma. Se giró a ti dibujando una sonrisa de alivio en su rostro, se encontró en unos segundos sereno. Prefería mil veces que fueras tú, no dudó y corrió a ti en busca de cariño, extendiste tus brazos decidida a aceptarlo.

Su rostro caliente lo frotó en el pecho de tu camisa apretando la tela entre sus manos y jadeando con desesperación.

— Señorita Yoshimura —temblaba entre tus brazos, gimiendo a la vez y llamándote entre sus dificultades.

Te encontrabas en shock porque de nuevo estaba en celo. Le viste frotando su rostro con esos ojos observándote; como si estuvieran encendidos por una llama ardiente de lujuriar y sus mejillas tan rojas que eran hermosas.

«¿Cómo es posible que te veas tan bien en celo?» lo abrazaste con más fuerza mientras él se estremecía con cada toque en su débil cuerpo.

Se colocó de puntillas pidiendo besos, pero su altura con costo le permitió llegar a tu barbilla, necesitaba más que ese abrazo; quería dejarse llevar. El chico se asustó en el instante que lo cargaste en tus brazos.

«Debemos irnos» reaccionaste antes de una locura.

En la parte trasera de tu carro no era una opción para él soltarte, hasta te apretó como si dependiera su vida de ti, estabas a menos de un centímetro de sus labios, con el calor de ambos alientos mezclados. Sin alguna vergüenza lamió tus labios, una forma de pedir ayuda placentera, estar encima de él también te dificultaba tomar una decisión. Izuku no contenía sus quejidos hasta tal punto de comenzar a llorar.

Abriste aún más tus ojos por esa escena de sufrimiento, querías seguirlo viendo, tan desprotegido para ti, estabas resistiendo mucho por no tocarlo, él lo sabía por aquella erección que le estaba tocando su abdomen, incluso encima de la tela comprendía la palpitante necesidad de la alfa.

No te perdías ni un poco de su aroma, hasta cruzar la línea de ella. Aquel calor de tu lengua le hacía sentir cerca del orgasmo, colocó sus manos alrededor de tu cuello en recibimiento, en algún descanso se tomaba la libertad para lamer tus labios con aquel rostro extasiado de toques.

Querías poner tus inmensos deseos en él, plantarlos en él, embarazarlo, hacerlo gemir hasta romper aquella bella flor.

—Señorita Yoshimura... ayúdeme por favor. —levantó su pelvis para pegarla a tu cuerpo haciendo saber que estaba en las mismas condiciones que tú.

Ya estaba húmedo a tal punto de mojar el asiento del auto. Sin contenerte más abriste su camisa de color verde menta, deslizando tu mano a su pecho sensible y desnudo, su piel enrojecida por aquel toque y su corazón con deseos de estallar por ese emocionante roce que obtuvo en su pezón, presionaste sobre el con la yema de tus dedos, frotándolo en círculos y entonces abriste tu boca, reaccionó exaltado por apreciar los intimidantes colmillos que podrían hacerlo tuyo, al contrario de morder pasaste tu cálida lengua por su pezón, succionándolo y jugando con tu lengua, saboreando su dulce sudor; alterando su área intima, su cuerpo se contrajo contra el asiento varias veces conteniendo lo que sea que pudiera salir de su cuerpo, acto seguido inclinó hacia atrás su cabeza mordiendo su labio inferior, tensando su interior hasta no poder tener un retorno; fue como un choque eléctrico en cada centímetro de su cuerpo a punto de hacerlo estallar llegando a domar su existencia sin previo aviso.

Aquel orgasmo en seco fue producto de los previos sin haber puesto tu miembro en él, no parecía calmarlo sino que te dedicó su mejor expresión embelesada entre lágrimas y rubores en sus mejillas.

«Necesito más de esto».

𝐄𝐋 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀 𝐏𝐄𝐑𝐅𝐄𝐂𝐓𝐎 𝐂𝐎𝐍 𝐋𝐀 𝐀𝐋𝐅𝐀 𝐈𝐃𝐄𝐀𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora