Midoriya despertó dos horas después, su cuerpo aún pesado y la mente nublada. Parpadeó varias veces, desorientado, notando la suavidad de una pijama que no recordaba haberse puesto. Al bajar la mirada, descubrió que ya no llevaba aquel pantalón húmedo por el frenesí de la noche anterior. Te habías tomado la molestia de cambiársela.
Se levantó de la cama con cierta torpeza, el mareo aún presente, y salió de la habitación buscando respuestas. Te encontró en la cocina, sentado a la mesa pequeña, desayunando en silencio. El ambiente era tan tranquilo que se sentía irreal, como si todo lo ocurrido no hubiera sido más que un sueño... aunque su cuerpo sabía que no lo había sido.
Al notar su presencia, te pusiste en pie sin decir una palabra. Le serviste el desayuno con la misma serenidad fría, evitando mencionar lo sucedido. Midoriya se sentó frente a ti, intentando reunir el valor para hablar, pero su corazón latía con tal fuerza que temió que pudieras oírlo.
Un torrente de recuerdos lo golpeó de golpe: el agua entre tus labios, tus dedos firmes sosteniéndolo, su propia voz implorando más...
Sus mejillas ardieron aún más. «Debo parecer una fresa madura», pensó, tocando su rostro caliente.
El suave choque del plato contra la mesa lo devolvió a la realidad. Miró el desayuno frente a él, sus manos temblaban ligeramente mientras tomaba el tenedor. Durante unos segundos se concentró en la comida para calmarse, pero el silencio se hizo insoportable. Finalmente, encontró el valor para hablar.
—¿Por qué... por qué me ayudó? —preguntó con voz temblorosa, sus ojos grandes llenos de curiosidad e incertidumbre. "¿Por qué un alfa se molestaría en ayudar a un omega como yo?".
No contestaste. Simplemente seguiste comiendo, como si no lo hubieras escuchado. Él bajó la mirada y, tras un momento de vacilación, hizo lo mismo. Su estómago rugió, recordándole que necesitaba más la comida que las respuestas en ese momento.
Mientras comía, la vergüenza lo invadía más y más, hundiéndolo en un hoyo de confusión y autoconciencia. Sus mejillas ya estaban más rojas que su pijama.
Cuando terminó, esperó que dijeras algo, pero no lo hiciste. Al no recibir respuesta, decidió levantarse y dirigirse al baño para despejarse. Cuando regresó, ya no estabas. La puerta estaba cerrada, y el sonido de tu carro alejándose confirmó que te habías marchado.
Sobre su cama encontró tu abrigo.
"Olvidó llevárselo", pensó, tomando la prenda entre sus manos.
Se quedó mirándolo un momento, el aroma a café invadiendo sus sentidos de inmediato. Era un olor fuerte y envolvente, cargado de feromonas. No pudo evitar acercarlo a su rostro, hundiendo la nariz en la tela mientras el perfume lo embriagaba por completo.
—Mmm... —cerró los ojos, respirando profundamente, deleitándose con el aroma que parecía acariciarle el alma.
Un escalofrío recorrió su cuerpo. Su trasero reaccionó sin previo aviso, humedeciéndose en respuesta a ese estímulo. Un golpe de realidad lo sacudió cuando sintió la evidencia entre sus piernas, pero en lugar de detenerse, se dejó llevar por el calor que lo consumía.
Con la toalla aún envuelta en su cintura, deslizó la mano hacia abajo, sus dedos buscando el calor entre sus propias piernas.
—Quiero... más... —murmuró, moviendo lentamente su cadera contra la cama.
Sus dedos presionaron suavemente su entrada, provocando un gemido bajo que se escapó de sus labios.
—Señorita Yoshimura... quiero... más... —lloró de placer, hundiendo sus dedos mientras su cuerpo temblaba bajo el peso del deseo.

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𝐄𝐋 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀 𝐏𝐄𝐑𝐅𝐄𝐂𝐓𝐎 𝐂𝐎𝐍 𝐋𝐀 𝐀𝐋𝐅𝐀 𝐈𝐃𝐄𝐀𝐋
Fiksi PenggemarEsta es una historia donde Izuku es un omega y la protagonista, un alfa dominante. _____ Yoshimura es una alfa dominante, dueña de una gran fortuna y reconocida en el mundo de la moda por su versatilidad como diseñadora. Obsesionada con el trabajo...