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chapter 04.

CHAPTER 04: I WANNA BE BETTER THAN YOU.

    Amai se sentó en el suelo de la habitación de hotel en el que estaban, a pesar de tener un sillón algo cómodo a su lado. Apoyo sus rodillas en su pecho y suspiró.

    —¿Ocurre algo? —preguntó Kokoro, mientras cocinaba algo de lo que habían "tomado prestado" en el supermercado que habían ido en el día—¿Es sobre tu herida?

    —En realidad no —respondió, viendo la venda llena de sangre que se encontraba en su hombro—. Es que recordé algo.

    —¿De qué te acordaste? —preguntó de nuevo, intentando distraerse de todo lo que pasó aquella noche.

    —¿Recuerdas que antes de que pasara todo esto te dije que quería ver a los chicos en la noche? —preguntó. Kokoro asintió.

    Amai miró hacia abajo, suspirando.

    —Pues en realidad planeaba decirle a Arisu lo que sentía por él —soltó una pequeña risa amarga—. Me daba demasiada vergüenza decírselo, incluso me preparé semanas antes para decírselo, y ocurre esto.

    Kokoro la miró con un poco de pena. Amai soltó un pequeño sonido de ironía y se levantó de su lugar.

    —Cuando salgamos de aquí podrás decirle —le intentó subir los ánimos.

    —¿Crees que saldremos de aquí? —Amai se acercó a ella para poder hablar con más comodidad.

    —Claro —apagó la pequeña cocina que se utilizaba con baterías cuando se dió cuenta que la comida ya estaba lista—. Esto en algún momento debe terminar ¿no?

    —Supongo —la fémina miró hacia sus manos, con una pequeña mirada de tristeza.

    —Te estás preguntando cómo estará Arisu, ¿verdad? —la chica al escuchar hablar a Kokoro alzó la mirada—No te preocupes, estoy segura de que está bien. Él es inteligente según lo que me has dicho, así que no moriría tan fácilmente.

    Amai desvió la vista, asintiendo con la cabeza.

    —Creo que incluso moriría yo antes que Arisu —soltó una pequeña carcajada para avivar el ambiente. La contraria rió también.

    Kokoro empezó a servir la comida en la mesa iluminada gracias a la luz solar que se asomaba por la ventana, y le indicó a Amai que se sentara.

    —Tengo mucha hambre —suspiró la pelinegra—. No habíamos comido nada desde ayer, ¿verdad?

    —No —negó con la cabeza Kokoro, empezando a comer.

    —Kokoro —la llamó, la mencionada la volteó a ver—. Vayamos al juego de hoy.

    Kowasu al escuchar las palabras de su amiga se atragantó con su comida.