Cartas a mi lady | MLB.

Epílogo.

Marinette tomó con cuidado aquella caja que Chat Noir le había dado. La miró con mucho cuidado y examinó aquella tapa negra con admiración, estaba completamente enamorada de lo que encontró ahí.

Ya no sentía miedo porque podría haber una bomba o un tipo de veneno, ella se dio cuenta que había leído las palabras más dulces que le pudieron haber dedicado.

Sintió mil mariposas en forma de un akuma recién purificado en su estómago. Era cierto que un sentimiento hacia su compañero empezaba a nacer y ya había explotado desde hace tiempo. Ya eran pareja y lo amaba con locura, no tenía duda de eso.

Chat Noir la había enamorado de una forma tan paciente y melosa que ella misma se declaraba fan de él por ser tan perseverante.

Suspiró y miró a su kwami. Tikki sólo asintió con una risa sabiendo lo que quería hacer su portadora.

Sin pensarlo, se sonrojó de inmediato. ¿Cómo le diría a Chat Noir que ya había leído las cartas sin morir de nervios en el intento?

Recordaba como los ojos de Chat Noir brillaban de una forma especial gracias a la luz de la luna, su sonrisa era tímida y juraba que aún podía sentir sus manos sobre las suyas tratando de brindarle confianza, lo recordaba como algo hermoso.

Con eso en mente volvió a mirar la caja negra que se encontraba encima de su escritorio y recordó las sensaciones que pasaron por su cuerpo cuando vio ese objeto por primera vez.

Chat Noir siempre cuidando el más mínimo detalle.

Sonrió de nuevo al ver que era la chica más afortunada del mundo, pues nadie tenía la oportunidad de tener un amigo y confidente tan increíble como él.

La voz de Tikki la sacó de sus pensamientos y Marinette invocó su transformación de inmediato sin pensarlo demasiado. Luego, con algo de urgencia le envió a Chat Noir un correo de voz donde lo citaba en la Torre Eiffel.

Ambos llegaron a la par lo cual los sorprendió demasiado, y cuando azul y verse se encontraron, ella corrió a abrazarlo para murmurar lo siguiente:

«Ya leí las 31 cartas, mi gatito. También aguardaré por ti hasta el final de los días, quizás de los tiempos, puede que ocasione el fin del mundo si es necesario, pero prométeme que algún día seremos más que dos amantes prohibidos»