Capítulo 14 parte A

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Sólo saber... que si debo regresar a Inglaterra... ¿tú vendrás conmigo?

Ciertamente, la petición de Terence había salido de su boca con un tono suplicante. ¿Acaso se debía a la duda que desde unos iris vecinos le saludaba? Sí; su corazón inclusive comenzó a temblar al sólo hecho de recibir una negativa. Sin embargo, la decisión que se tomara se iba a respetar. Y por ende se decía:

— Entenderé muy bien si no lo quieres hacer.

— ¡No! — Candy exclamó sosteniendo fuertemente sus manos. — Por supuesto que iré, sólo que...

— ¿Necesitarás permiso de los Ardley?

— Más bien... del gobierno

— ¿Por qué? — Terry frunció el entrecejo.

— Porque... verás... es verdad que dejé el colegio para encontrar mi propio camino como tú. Como el señor Albert. Pero... no hay registro de mi llegada a América. No hay registro de que dejé Europa —. La mirada que Greum tenía la hicieron ser más clara... — Para venir a casa... viajé como polizón.

— ¿Cómo? — se expresó tintamente con temor.

— Abandoné el San Pablo sin un centavo; y por lo mismo... sin el modo de poder comprar mi boleto.

— Entonces...

— Al salir de la institución, me monté en una carreta. Ésta me llevó hacia la dirección contraria del puerto y para llegar ahí... el dueño de aquel transporte aún con malos modos me permitió quedarme un tiempo en su granja gracias, bueno, no así, sino por haberle ayudado con uno de sus hijos quienes antes de que se encariñaran más conmigo me hizo el favor de recomendarme con uno de sus amigos marineros y éste... me coló como polizón al existir el error de tener una compañía naviera.

— ¡Por Dios! — exclamó Terry; y lleno de miedo la abrazó. Candy, por su parte, explicaba:

— No fue tan malo el viaje. Tanto los marineros como el capitán colaboraron para traerme hasta aquí. Ninguno levantó reporte y...

— Sí, pudiera haber complicaciones si decidieras volver a salir del país ahora que éste se ha involucrado bélicamente.

— Pero estar en casa lo valió. Además... — la rubia se liberó un poco para mirarlo a los ojos y contarle: — el día que lo hice... tú apenas tenías treinta minutos de haber dejado el Hogar.

— ¡Treinta minutos! — él exclamó internamente sintiendo impotencia de no poder retroceder el tiempo y esperar por ella que le preguntaba:

— ¿Qué pensabas cuando estuviste en la Colina de Pony?

— Simplemente... imaginarte. Todo aquello tenía todo de ti. Además, no tenía mucho que había dejado de verte así que... estabas por todas partes. Tu figura yendo en cualquier dirección. Tu voz explicándome qué había en cada rincón. Tu risa sonaba tan clara en mis oídos que... ¡cómo me arrepentí de haberte perdido! De haberte dejado en aquel frío internado.

— Pero lo hiciste creyendo que hubo sido la mejor elección.

— Una que nos ha costado caro porque...

— Hemos aprendido en el camino avanzado

— Eso sí.

— Entonces, no hay nada de qué lamentarse. Así que —, Candy lo tomó de la mano; — aprovechando que debo depositar mis cartas, tú hazlo para comunicarte y enterarte qué quiere tu padre.

— ¿Si es nada bueno?

— Especulando... no lo sabremos nunca. Y sea lo que sea... — la rubia, olvidándose de estar en la vía pública, acercó su boca para pronunciar — yo estaré contigo.

Para sellar su promesa: un beso que él aceptó y disfrutó; al igual que otra pareja...

. . .

Annie y Archie estaban más felices que nunca. Bueno, él se hubo notado un poco serio debido a la partida de sus padres. No obstante, el hecho de haberlo dejado en América le tenía interiormente muy contento. Se estaba enamorando perdidamente de su novia; y ésta... simplemente no podía amarlo más. Y si sí, el culpable sería el detalle que tenía para con ella en ese momento.

— No debiste haberte molestado.

Llevando entre sus manos una charola en lo que cruzaba un umbral, él decía:

— No ha sido molestia. Al contrario...

— La señora Elroy se molestará de sobremanera. Esto... va en contra de sus reglas.

La visitada se dedicaba a cerrar la puerta; en cambio el visitante indagaba:

— ¿Alimentarme a lado de mi novia?

— La cual está en su habitación y todavía en...

La chica se ruborizó frente a él, el cual estaba vestido igual, es decir, cada uno portaba su respectiva bata de dormir, y...

— No lo notará. Se ha metido en el despacho para tomar mientras tanto el lugar de mi tío y...

Gracias a que Archie se detuvo a la mitad de la pieza y junto a una mesa, Annie corrió para hacer a un lado todo y permitir que él ahí depositara su cargamento.

Liberado, se dispuso a ir por sillas. Ya frente a sus alimentos, él ofreció el asiento a su novia, la cual apreciaría su atención. Sin embargo...

— Espero que Paty no se moleste por haberle dejado sola en el comedor.

— No te preocupes por ella. Ya tiene rato en el estanque. Tal parece que Hurly no tiene deseos de abandonar el agua.

— Pobrecita. Me parte el corazón verla tan triste.

— No — dijo Archie tomando una fina mano. A ésta, con delicadeza, besaría después de haber dicho — Se repondrá. Tiene qué.

— ¿Y si no?

— Confiemos que Albert pueda traer de vuelta a Candy, y ella...

DESDE QUE PERDÍ TU AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora