Mirándolo, Albert pensó para sí lo mucho que se estaba echando de menos una presencia. Una que no tenía más existencia física sino la dejada en los recuerdos y que Candy debía conocer por muy doloroso que fuera. Como el patriarca de su familia, le correspondía a él hacerlo; así que conforme más y más millas se recorrían William tendría tiempo para prepararlo y decirlo de la manera más cuidadosa posible.
Esa que Terry no usaría al gritar:
— ¡Con mil demonios, mujer, ¿no piensa dejarme en paz?!
— ¡No! — se le devolvió espeto. — ¡Nunca y tampoco cuando esté muerto!
Ayudado por el manager de la oficina de correos, Terry y Candy por la puerta trasera pudieron escapar. Y al hacerlo...
— ¿Ya no es necesario ir al teatro? — se preguntó por el hecho de haberse tomado otra dirección.
— No desearía, además ya Hathaway decidió. Y como no hay contrato de por medio... ¿quieres ir a tomar un helado?
La desviación de la conversación por una cuestión la contrariaron notándose en su pecoso rostro y del cual se burlaron al decir:
— Con ese gesto, te resaltan más las pecas, pecas.
— ¡Terry! — primero lo reprendieron; pero después... — hacía mucho tiempo que no me llamabas así.
— ¿Lo extrañas?
— No, para serte honesta ya que en verdad lo odiaba
— No es cierto — él comenzaría a molestarla — ¡te encantaba que te dijera pecas!
— Más bien te encantaba a ti decírmelo
— Es que se oía bien, inclusive... ¿recuerdas aquel mono africano? ¡Era tu cara! —, y como en aquella ocasión Candy gritaba:
— ¡TERENCE! ¡¿Cómo te atreves a burlarte de una dama?! ¡Te golpearé!
Ella estaba muy segura de hacerlo sólo le iba a bastar alcanzarlo y someterlo. No obstante, las risas de Greum y con su persona se iban perdiendo entre los citadinos neoyorkinos, pero uno de ellos fue grosero en el momento que pasó a su lado.
Sí, había sido la señora Marlowe la cual al conseguir no sólo la atención de él, sino la de otros paseantes y la de la misma Candy quien, por momentos no supo qué hacer: si acercarse hasta su persona o aguardar rezagada. Además, la manera tan agresiva de la mujer llamaba a muchos a conglomerarse.
Sabiendo quién venía a su lado, Terry, al divisarla, con una discreta señal, le indicó quedarse donde estaba, ya que lo último que haría sería arriesgarla a ser atacada por la fémina que parecía estar siendo poseída y gritaba y actuaba de una forma que...
Los mirones ya no estaban en la humanidad del actor, sino en ella, la cual iba a ser sujetada por dos policías que acudieron rápido y así de rápido se la llevarían de ahí, espetando más la loca cuánta cosa saliera de su boca.
Una que callarían al advertírsele el lugar en el que de por vida la depositarían si seguía insultando a Terence, hijo de Richard, Duque de Granchester que en su real cama hospitalaria:
— A-abogado...
Éste, veloz, acudió al llamado.
— Sí, mi Lord. Aquí estoy; y le tengo excelentes noticias —, lo último dicho, se había dicho secretamente a un oído.
La sonrisa que difícilmente se esbozaba en un cansado rostro diría:
— ¿H-ha... r-respondido?
— Sí; y ha prometido venir con su mamá también.
— ¡Elinor! —, en un resoplido se hubo dicho su nombre.
— Sí, mi Lord. Miss Baker vendrá como lo ha pedido. Así que... de usted depende si quiere verlos.
Pasando saliva, con un pesado parpadeo se indicó que sí. Sí, por supuesto que quería verlos. A los seres que más había amado, y de los cuales perdió un valioso tiempo y todo por...
La crisis de tos interrumpió sus pensamientos. A ella la estaba viendo la primera vez que la conoció; y a él en todas y cada una de sus etapas de crecimiento y por lo mismo...
— A-abogado
— No me he movido de su lado, Señor.
— L-la mansión Granchester... que sea abierta... para recibirlos a ellos.
— Señor, su esposa la duquesa...
— N-no me... importa. Además, en cuanto muera... todo será para mi hijo mayor. Él... administrará todo; y él... sabrá lo que hará... con los demás.
— Mi Lord, ya es suficiente con la guerra que estamos viviendo. Y como está —, dando sus últimos alientos de vida, — ¿aun así quiere provocar otra?
— A-abogado —, una espeluznante risita llenó el lugar, — l-le aseguro que mi hijo... la disfrutará y vencerá. No debe dejarlo solo.
— No, claro que no lo haré.
— Bien... bien.
... quien no lo estaba era precisamente la Duquesa que enfrente de sus tres engendros sentados en la sala de su casa se paseaba; preguntándole su hija mayor...
— ¿Qué pasa, mamá? ¿por qué tu nerviosismo?
— ¿Te parece poco la enfermedad de tu padre?
— No, pero...
— Tu semblante no indica que estés inquieta por eso — lo hubo dicho el chico todavía de regordeta figura.
— ¡Ay, hijos! — la mujer se quebró; y a ellos hubo ido para abrazarlos. Y creyéndola sincera en sus lágrimas se comenzó a decir...
— Papá mejorará su estado de salud. Ya lo verás.
— Eso... —, no era justamente la razón de su flaqueza sino la presencia de dos seres que se odiaban con gran fuerza. Sin embargo... — es lo que más quiero. Que su padre vuelva con nosotros para que ustedes se desvivan en atenciones y en amarlo como ningún otro hijo lo hará ni mucho menos ese que no merece nada por no ser un Granchester legítimo.
— ¿Te refieres... a Terence?
— El Duque —, la mujer se separó para decírselo de frente — lo ha mandado llamar y temo que sea porque... lo haya nombrado en su testamento.
— ¿Y qué tanto puede afectarnos si lo hizo? ¿acaso no es mucha la herencia o...?
— Él es el primero de sus hijos — se miró al inocente menor. — Y por ser el mayor...
— ¿Le correspondería la mayor parte?
— Y la cual debería ser para ti —, la jovencita que era acariciada en su mejilla con rosado colorete, — que entre más grande sea tu dote... mejor prospecto será tu futuro esposo.
— Y qué mejor que mi hermanastro si llegare a quedarse con todo... ¿no te lo parece, madre?
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DESDE QUE PERDÍ TU AMOR
FanficCandy anda en la búsqueda de Albert; y en el camino, se encontrará con una madre angustiada y enferma que necesitará de una enfermera no muy segura de querer atenderla por ser también el camino directo a Terry. ************ Escrita primera vez escri...