Si por ella fuera, Candy hubiera preferido quedarse como estaba: apoyada su mejilla en el pecho masculino; su oído escuchando los latidos de su corazón y en su cuerpo sus brazos, abrazándola apretadamente.
— Como quisiera que el tiempo se detuviera para quedarnos así por siempre.
Al sonido de su voz, la rubia sonrió; pero al instante siguiente recordó que unas palabras similares ya se las había dicho con anterioridad.
Reviviendo aquella fatídica noche de invierno, la chica fue separándose poco a poco para decir:
— Debes tener hambre.
— La tengo, sí — respondió Terry, entregando finalmente el presente que le llevara.
A primera instancia, Candy miró su regalo; y debido a su forma indagaría conforme lo agarraba:
— ¿Son chocolates?
— No me dirás que no te gustan, ¿verdad?
— No, no; al contrario ¡me encantan! Pero cenemos y después los disfrutamos.
El joven Granchester asintió con la cabeza y sonrió cuando ella lo tomó de la mano para guiarlo hasta la mesa de comedor.
Allí y antes de que él se sentara, ella le mostraba mientras decía:
— No soy muy buena cocinera, pero...
— No te preocupes. Confiaré que mi enfermera me rescate del envenenamiento del que sea presa.
— ¡Terry!
Éste se carcajeó y se acercó a dejar un beso en la punta de la vecina, respingada y fruncida nariz.
Sabiendo lo mucho que le gustaba bromearla, la rubia dejó su enojo para empezar a servir.
— Te ayudo — se ofreció él; y ella...
— No, yo puedo sola — lo hubo aprendido en los días de soledad, aquellos en los que la dejara Albert después de desaparecer.
Pero gracias a él es que ella pudo preparar algo rico para el actor que a su olfato llegaba el olor; e interesado preguntaba en lo que tomaba su asiento:
— ¿Qué es?
— Huele bien, ¿verdad? — Candy tomaba un plato para servir.
— Bastante.
— Me lo enseñó Albert.
— Albert — se mencionó no con tono emocionado. — ¿Y qué ha sido de él?
Terry recordaba se le había notificado por carta el apartamento que compartían.
— ¿Creerás que no lo sé? — la rubia ya se acercaba a dejar la porción. — Te conté que antes de dar contigo me hizo llegar un regalo...
— Ah, sí —, Greum miró el contenido del plato que se le ponía enfrente.
Parada a su lado ella diría:
— Fui en su búsqueda, pero te hallé a ti; y desde ese día no sé nada de él.
— ¿Sigue amnésico?
— No; recuperó la memoria según una nota que me dejó. Ahora, come — Candy lo instó a probar; y debido a la hesitación... — No seas cobarde e inténtalo. Ya si de verdad no te gusta, tienes la opción de llevarme a un restaurante.
— Lo haré, pero en otra ocasión. Lo que te di era todo mi capital.
— ¡¿En serio?! — exclamó Candy mezclando preocupación.
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DESDE QUE PERDÍ TU AMOR
Fiksi PenggemarCandy anda en la búsqueda de Albert; y en el camino, se encontrará con una madre angustiada y enferma que necesitará de una enfermera no muy segura de querer atenderla por ser también el camino directo a Terry. ************ Escrita primera vez escri...