Amplia, alta y muy iluminada estaba la pieza.
Las ligeras cortinas por la suave brisa eran movidas, mientras que, el dosel de su lecho, estaban atadas, y por él serían extendidas corriéndolas lo suficiente, en lo que ella caminaba hacia el ventanal.
Desde ahí, Candy podía ver el veraniego colegio religioso, al que le decía en su pensamiento:
— Cuánto tiempo sin vernos
Quien no dejaba de hacerlo...
— ¿Vienes? — la invitó ir a su lado.
Terry se había sentado y quitaba su calzado.
La pecosa, al divisarlo, corrió para ayudarle, pero aprovechando la distancia, él la tomó de la mano. Y en la palma femenina, pondría sus labios, notando éstos la calidez entre lo terso. Consiguientemente le diría:
— Quiero que seas muy feliz
— Ya lo estoy siendo
— Quiero que me tengas confianza y que digas lo que no te esté gustando.
— Sí — ella asintió.
Posteriormente, Candy lo vio ponerse de pie y después dirigirse a su boca, esa que Terry besaría lenta y suavemente, a modo que Candice se sintiera verdaderamente en confianza con él.
Hasta el día de ayer habían sido novios. Ahora era turno de ser marido y mujer, no tanto por los dichosos "protocolos" sino porque...
— Te amo — se confesó entre pequeños besos dados; — y también quiero amarte con todo mi ser.
Con lo último dicho, la rubia se turbó, plus las manos que le habían rodeado por la cintura, y la atrajeron al varonil cuerpo la había hecho interrumpir el ritmo de las caricias. Esas que se extenderían hacia una mejilla, a su oído, a su cuello, mientras que ella al no saber mucho qué hacer solamente puso sus manos en los brazos masculinos.
Después, éstos la alejaron un poco para girarla y desbotonar el vestido que Candice usara ese día. Pero éste por serlo, ella preguntaba:
— ¿N-no... cerraremos las ventanas?
— ¿Crees que alguien vaya a meterse? — preguntó él dándose un tope después por su broma pesada. Entonces la rubia, comprendiéndolo, al verlo ir a hacerlo...
— No — lo detuvo
— Lo siento — ofreció Greum.
— Está bien — dijo Candy, una completamente desconocida hasta por él, el cual la vería hacer lo increíble: desvestirse frente a su persona. Pero eso sí, evitando mirarlo, aunque por dentro parecía verlo.
— Candy — la nombraba un estupefacto Terry debido a la desinhibida acción.
— Dijiste que te tuviera confianza. Ahora dime tú... — ella dejó caer su última prenda, — ¿hay algo que no te esté gustando?
— ¿Bromeas? — indagó él que la veía y también miraba, sobretodo la mano fémina buscando los botones de la camisa vecina y... sí, Greum la dejaría.
Ella le estaba demostrando la sinceridad de su amor. Él debía hacer lo mismo. También demostrárselo y no defraudarla en lo que representaba su primera interacción sexual. Esa que sería pausada para provocar el menor de los dolores. Aunque si lo hubiera ella ya mentalmente se preparaba.
Terry estaba siendo muy atento en llevarla a la cama. En el lecho, los dos, y en una posición de frente, se miraban y se sonreían. Les resultaba tan increíble verse y tenerse así que...
— Prometo hacerte muy feliz.
— Yo prometo ser exactamente lo que buscas en mí
— Te amo, Candy. Fuiste, eres y serás siempre mi único y gran amor.
— Yo... reconozco que un día te amé porque no volverías a mí. Hoy lo hago porque aquí estoy contigo; y voy a quererte más porque tú me harás sentir lo que es el amor de verdad.
— Un amor que padecí desde el momento en que te perdí.
— No digas más, Terry, y hazme olvidar que un día me atreví a dejarte sin la oportunidad de haber mirado hacia atrás.
Con la petición, Greum volvió pronto a la boca de su pecosa, la cual sería amada como a ninguna otra: con devoción, con pasión y con anhelo de ver pronto un ser formado entre los dos, que en sí serían tres bellísimas mujercitas, adoración de su padre y orgullo de su madre, ya que las tres seguirían los pasos de ella en lo que se refería a la enfermería y peligrosamente se unirían a las situaciones bélicas que concluirían con una Segunda Guerra Mundial, pero antes de...
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La audiencia frente al rey que regía se programó para llevarse a cabo en menos de dos días, esos que el matrimonio llevaba de casados, y que, por ser el futuro duque, una celebridad en tierras americanas pese a su descalabro, la concurrencia era mucha.
Por alguna razón, querían verlo aunque el actor se presentara, vestido elegantemente, y de la mano de su también joven pero muy bella mujercita, la cual se portaría seria y sería muy bien recibida en la Corte Real, esa que, una vez se diera los nombramientos de 5to Duque de Granchester y primeros Duques de Stratford y Avon con sus respectivos escudos de armas, pediría con autorización de su soberano, el joven les deleitara con un poco de sus dotes histriónicos.
Encantado, porque verdaderamente amaba la actuación, Terence se apoyaría de su madre, para que en el teatro construido en memoria del gran Shakespeare debutaran en Henry VIII. Una atracción y un espectáculo que muchos quisieron ver y recordarían siempre.
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DESDE QUE PERDÍ TU AMOR
FanfictionCandy anda en la búsqueda de Albert; y en el camino, se encontrará con una madre angustiada y enferma que necesitará de una enfermera no muy segura de querer atenderla por ser también el camino directo a Terry. ************ Escrita primera vez escri...