Capítulo 7 parte B

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Aunque ya se mostraba desesperada, la gente en el teatro seguía aguardando por la salida de los actores.

Como parte de un plan que se diseñó en cuestión de minutos en el interior de un camerino, más que encantada Karen Krause apareció para atender a aquellos que se le acercaran.

La distracción que consiguió, la aprovecharon cuatro encapadas humanidades. Éstas, en las afueras de las inmediaciones del teatro fueron percatadas.

Dando señales de alerta, asimismo actuaron los reporteros que aguardaban en la parte trasera.

Agrupados, los profesionales se dispusieron a seguir al grupo. Éste, en cierto punto, también se dividió. Lo mismo sus perseguidores cada vez más desconcertados.

Libre una salida, por ella apareció una pareja. El automóvil que estaba estacionado en un callejón oscuro encendió sus luces. Iluminada una vereda, por ello se caminó; empero, al abrirse una puerta e ingresar una persona...

— Por favor — se llamó la atención del conductor — lleve a la señorita a la dirección que le indique.

— ¡Pero...! — Candy objetó haciendo el intento por salir.

Bloqueada, Terry le diría:

— Es mejor que vaya yo solo.

— ¡Quedamos que iría contigo! — ella volvió a buscar una salida que yacía impedida por él quien le decía:

— No. Pensándolo bien no quiero que vengas.

— ¡Quiero hacerlo!

— Por favor —; gentilmente dos manos se pusieron en un rostro; y con cariño le pediría: — permíteme ir para ver de qué se trata

— Lo que sea... quiero estar ahí, ¡contigo!

Candy se lo suplicaba con la mirada. Y de la dulzura—molestia que se notaba en las dos amadas esmeraldas, Terry sonrió debido a la necedad no sólo de insistir ir con él, sino de salir del auto.

— Y yo quiero que lo estés por el resto de mi vida. Pero, en estos momentos no nos conviene que nos vean juntos ni que ella se entere de que estás aquí. No hasta que yo sepa qué es lo que le ha pasado. Los reporteros andan detrás de mí y no dudo que ya estén informados de lo sucedido. Por ser una figura pública, hablarán cualquier cosa de mi persona y la verdad, no me importa; sin embargo, no quiero que te involucren en nada o te señalen por algo que no es.

A regañadientes y dándole la razón, Candy aceptaba;

— Está bien; pero promete que vendrás a casa de tu madre para enterarme de lo sucedido.

— Lo haré. Ahora váyanse, porque los periodistas son bastantes astutos y sabrán de la trampa que les tendimos.

La singular audiencia que tenía enfrente no le permitió despedirse de ella como él quisiera. Así que, la mano de la rubia Terry tomó y besó ese dorso acompañándolo con un guiño de ojo.

Habiéndola liberado y visto acomodarse, él cerró la portezuela. Segundo siguiente, el vehículo emprendió su marcha. Terence también en dirección contraria. Pero al llegar a la avenida detuvo el carruaje que pasaba.

. . .

Dos guardias armados impedían el paso a los reporteros, los cuales ya se habían conglomerado en la entrada del hospital.

La llegada del portador del mensaje para Greum, hubo sido observada por uno de ellos. Al vigilarlo y aguardar por su salida, lo abordaron con mentiras y sacaron una verdad.

DESDE QUE PERDÍ TU AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora