Mi trabajo continúa en esta interesante velada. Son apenas las ocho de la noche, aún me queda mucho tiempo en este lado del globo. Una motocicleta se detiene en la calle bajo una farola que refleja el paso de la gente que camina recorriendo el boulevard. Ella se baja, quitándose el casco y acomodando su corto cabello en el estilo con el que había sido peinado inicialmente, deja escapar una pequeña sonrisa al ver a su cita haciendo lo mismo frente a uno de los retrovisores, pasando sus dedos por las hebras rebeldes que caen elegantes sobre su frente. He visto este lugar con anterioridad, el restaurante bohemio que mencionó Levi anteriormente, lo he visto venir acá, siempre en solitario, para disfrutar una comida caliente o simplemente una taza de té, dejándose llevar por el ambiente sereno y relajado del lugar, con su música instrumental y sus charlas constantes sobre todo tipo de temas. Sin duda alguna, un sitio especial para alguien como él, un alma vieja que vaga en soledad, pero que ahora, disfruta de una peculiar compañía, que, según mis observaciones comparte este mismo par de detalles, como muchos dicen, un tal para cual.
—Aún no puedo dejar de pensar en que no te gusta la poesía. Eso te resta puntos, ¿sabes? —Le mencionó ella casualmente, mientras se retiraba la pesada chaqueta de cuero y se la extendía a su dueño original.
—No sabía que discernir sobre un tema específico asignaba o retiraba puntos, siendo así, ser fan de la literatura barata de tu "ídolo literario" también te ha restado puntos ¿sabes? —Respondió imitando su tono y aceptando la prenda.
—Bien, entonces debido a esta clara incompatibilidad, deberíamos terminar con esta cita, ¿no crees? —Inquirió con seriedad.
—Quizás tengas razón. —Respondió él también serio. Tomándola por sorpresa, al pensar que tal vez no había captado que ella sólo bromeaba al respecto, pero antes de que pudiera replicar, él continuó. —O, quizás yo podría recitar los versos más tristes esta noche, decir, por ejemplo: "La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros a lo lejos". —Habló en tono poético, recitando aquel célebre poema que me menciona, pero que también hace eco de la tristeza de un corazón roto por el desamor.
—Neruda, qué original. —Mencionó mientras entornaba los ojos. —Pero quizás has recuperado algunos puntos, pues ese es uno de mis poemas favoritos, de hecho. Y, tal vez, yo podría decir que el tercer libro del señor Van Krime es uno de los que menos me han gustado.
—¿Uno de tus poemas favoritos es el número veinte? Qué original —Dijo, remedando nuevamente tanto su tono de voz como el giro de sus orbes dentro de sus cuencas. —Imaginé que te gustaría, por melancólico. Dime, ¿Por qué no te gustó el tercero? ¿Fue porque la narrativa fue mediocre y el final bastante predecible? —Inquirió orgulloso, enarcando una ceja.
—Sí, porque la narrativa fue mediocre y el final fue predecible desde el primer capítulo.
—Lo sabía. Mikasa, creo que tenemos muchas cosas en común, podemos proseguir con la cita. —Dijo evocando un gesto triunfante y extendiendo su brazo para dar paso a la dama, hasta la puerta de entrada del restaurante, pero su triunfo acabó cuando leyó el cartel colocado en el umbral del lugar.
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Night Changes
FanfictionUna cita a ciegas puede salir muy mal... o quizás no tanto. Un match en Tinder podría dar inicio a una historia realmente interesante, o ser el encabezado de una tragedia en los titulares. Hay muchas cosas que suceden por la noche, algunas buenas, o...