Quizás en este punto de la historia, o tal vez desde el principio, te habrás preguntado por qué soy yo la narradora de esto. Bueno, tengo dos buenas razones. La primera, no te confíes de lo que te cuente el dios sol, pues él sólo tiene un ojo, mientras que yo, tengo miles, resplandecientes y atentos. Eso que tú llamas estrellas, desde las brillantes Sirius y Altaír, hasta las más pequeñas, imperceptibles a la vista, observan con discreción todas aquellas historias que pocos se atreven a contar. Además, a diferencia de mi compañero el día, yo disfruto de observar a los humanos sin intentar calcinarlos a cada minuto; a mí, de hecho, me parecen seres demasiado interesantes. Comento esto, pues al preguntarle al buen Helios, como ha sido llamado en la antigüedad, sobre lo que ha pasado últimamente con Levi, Mikasa y el círculo de personas que los rodean, me ha dicho que todo ha estado normal, sin agregar más detalles, sin esclarecer las dudas que me acechan sobre el destino de estos dos. Es un aburrido, aunque lamentablemente es el único con quien puedo conversar sobre esto, y quien me entiende en realidad.
Abatida, me limito a observar a los estudiantes que recorren el campus, algunos corren estresados, dando los últimos detalles a sus proyectos que los ayudarán a finalizar con sus asignaturas y dar por concluidos sus estudios universitarios. Mi atención se centra en una en especial, a quien ya casi no veo por este lugar, debido a toda la preparación previa que ha tenido que hacer desde su casa, cortando y confeccionando prendas ya aprobadas y que serán su carta de cierre en su carrera. La he visto trabajar por noches enteras, casi sin dormir, estresada, cansada y llena de incertidumbres sobre lo que la espera en el futuro, aún cuestionándose sobre el mejor lugar para colocar el taller con el que siempre soñó. La veo suspirar, saliendo de una de sus clases, haciendo cuentas mentales sobre sus gastos y agradeciendo al cielo y a cierto muchacho de ojos azules, por la ayuda de la fundación que la ha sacado de apuros y, que, gracias al préstamo asignado, el sueño sobre el que meditaba, parecía que podría ser realizado en poco tiempo. Se encontraba sumida en sus pensamientos, tomando un par de notas en su celular, cuando se sintió colisionar con otro cuerpo. —Lo siento. —Alcanzó a musitar, antes de ver a la persona que había interrumpido su paso.
La muchacha, de cabello castaño y pronunciadas pecas sobre sus mejillas, la observó con gesto encolerizado. —Vaya, hasta ahora tengo el gusto de volver a ver a la reina del crimen. —Saludó despectiva.
—¿Disculpa? —Preguntó Mikasa, ofuscada.
—Ymir, por favor, guarda silencio. —Clamó su compañera Rico, que caminaba a su lado.
—¿Por qué debería callarme? A diferencia de los demás, yo no le tengo miedo a decir la verdad.
—Y según tú ¿cuál es la verdad? —Cuestionó altiva la chica de cabello negro.
—Que, al parecer, sólo necesitas meterte a la cama con un matón y la vida te cambia por completo.
—¿Qué carajos pasa contigo? —Dijo, sumamente ofendida.
ESTÁS LEYENDO
Night Changes
Fiksi PenggemarUna cita a ciegas puede salir muy mal... o quizás no tanto. Un match en Tinder podría dar inicio a una historia realmente interesante, o ser el encabezado de una tragedia en los titulares. Hay muchas cosas que suceden por la noche, algunas buenas, o...