Gigantic: The Storm's Eye.

2. Un camino propio.

Empezó con el nivel del agua bajando considerablemente, el arroyo poco a poco iba secándose y las hojas de los árboles caían con la más leve brisa, mientras la demás vegetación iba secándose. Pronto las copas de estos fueron perdiendo su follaje y las pocas hojas que quedaban se tornaron color marrón hasta que inevitablemente cedieron y cayeron. Era la peor sequía que había azotado a la región y todos los habitantes se vieron afectados. Las cosechas se habían arruinado y para acabar el desabasto de agua cobro más fuerza. La tierra presento las características grietas en su superficie por la resequedad, todo perdía su vitalidad.

Los pozos perdían su contenido, animales y personas resintieron eso. Los ganaderos tuvieron que venderlo todo para mitigar las perdidas. Ante la apremiante situación muchos pobladores tomaron la decisión de salir de sus tierras en busca de un nuevo hogar o para buscar formas de contrarrestar las afectaciones. Salieron con distintos rumbos y a con distintas motivaciones; excepto la familia de Jack. Su madre se encuentra en el patio observando con tristeza lo poco o nada que quedo de la siembra. Su cara de preocupación no la despegaba de mirar las perdidas.

Jack por supuesto estaba muy preocupado también, la comida comenzaba a escasear. Clarisa dejo de producir leche ante la falta de alimento, ya había enflacado. Doña Elena había vendido la mayoría de los pollos y algunos restantes los usaron para comer. Intentaron dar en adopción a Charly para que no sufriera con ellos ante la falta de comida, pero el canino no quiso irse con ninguno de sus nuevos amos. Permaneció fiel a ellos, su lealtad era absoluta pero la duda es hasta donde aguantaría el pobre animal.

Ahora el muchacho se sentía como atado de manos sin poder hacer nada. Ya no era cuestión de salir a buscar trabajo porque nadie tenía dinero debido a la crisis; ya ni siquiera había ladrones en los alrededores, claro no había mucho que robar de los habitantes. Así que era salir de La Concordia o quedarse a esperar lo peor.

Había pasado un mes y medio desde que inicio la sequía. Los que habían dejado sus hogares vendieron su propiedad en muy bajo precio al Don que ya antes había comprado algunos terrenos ahí mismo en la aldea. La situación no les dejo de otra a los anteriores propietarios, tenían que solventar gastos; era algo o nada. Y Jack solo se preguntaba por qué ese señor hacia lo que hacía ¿Qué provecho le podría sacar a esas tierras en sus condiciones actuales?

Jack se acercó a su madre. Esta se encontraba mirando hacia la aldea y al verlo llegar le dijo

–Hijo, esto no parece tener fin.

El joven puso la mano sobre el hombro de su madre para tratar de calmar su angustia. Pero también tenía que preguntarle sobre qué harían – ¿Qué debemos hacer ahora? ¿Debemos de irnos nosotros también?

–No, eso no. No le daré gusto a ese hombre. No sé por qué aun insiste en comprar aquí. Así que no voy a ceder ante él.

La mujer se sacudió el mandil y se dirijo a la casa muy molesta hablando a regañadientes sobre cuánto le fastidiaba el mencionado Don.

Jack la miro entrar azotando la puerta tras de sí, la cual cayo sin más.

–¡¡Oh por dios, solo esto faltaba!! – grito desde adentro la enojada mujer.

El chico admiraba que su madre fuera obstinada pero también se sentía intranquilo y algo asustado de que la actitud necia de su madre fuera una decisión equivocada e inadecuada para afrontar lo que viven en ese momento.

–¡Jack, ven a ayudarme a reparar la puerta por favor!

–Enseguida voy.

El muchacho se dirigió a la casa y juntos repararon la vieja puerta volviendo a colocarla en su lugar.