4. Dudosa lección de un mundo ingrato.

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–¡Frijoles, simples habichuelas! – dice el hombre. Tres frijoles, tres grandes habichuelas era parte del contenido de la bolsa. Más grandes que frijoles normales y de un color verde esmeralda, pero eso no cambiaba lo que eran.

–¿Es esta una clase de broma? – preguntó un muy molesto capitán Velazco –Es un chiste, ¿Verdad?

Los nervios de Jack estaban por estallar de la frustración ¿Cómo era posible eso?

–No puede ser cierto. Don Armando me dijo que era un incentivo para que se me permitiese formar parte de su tripulación. El mismo me recomendó venir a su muelle.

El capitán prosigue con su reproche –Pues déjame decirte que estos míseros frijoles no tienen ningún valor, quizás en alguna región recóndita al este de Asia, pero no aquí, mocoso– dice al mismo tiempo que mete de nuevo los frijoles a la bolsa y se la arroja a Jack en las manos. El pobre chico sigue sin poder tragarse el hecho de que Don Armando pudiera haberlo traicionado de tal modo.

–No, debe de haber algos más que solo eso, tal vez se le fueron esas semillas por accidente– dice revisando la bolsa y se alegra al sentir lo que parecen ser monedas. "Tal vez sea oro". –Miren puedo pagar por ser parte de la tripulación, les daré esto.

El capitán y sus hombres miran la mano de Jack echando un gran vistazo y sueltan una gran y larga carcajada. El chico mira su mano y lo que sostiene no es oro en lo absoluto sino unas monedas de bronce y algunos fierros circulares en herrumbre.

–Esas monedas dejaron de tener valor hace diez años jajajaja ¿Vives en una cueva o qué? – se mofa un mercader.

El joven no haya forma de ocultar la vergüenza que siente. La gente se amontona a mirar la desgracia del muchacho.

–No tiene sentido, Don Armando no...

–¡Don Armando, Don Armando! – le musita el capitán interrumpiéndolo –no crees que ya ha sido suficiente ¡No inmiscuyas más al Don en tus mentiras!

–No es mentira. Lo juro. El mismo me dio esta bolsa...

–YA BASTA, lo más seguro es que ni siquiera conozcas a Don Armando de Córdova en persona. Es mas ¿Cómo sabes el nombre del Don? Lo escuchaste y usaste para esta treta, no ¡¿Sabes que estas cometiendo un crimen de falso testimonio?!

–Pero...

–Sí y justo ahora intentaste estafarnos a mí y a mis hombres.

–Así es– comenta uno de los marineros.

–Es un mentiroso– ladra otro.

–¡Estafador! – grita el tipo calvo.

Jack comienza a enojarse –¡Yo no soy así, yo solo quería formar parte de su tripulación! No busco engañar a nadie– le grita al capitán y a sus ayudantes –Yo solo quería ser un expedicionista como mi padre.

Las personas ahí miran sin reaccionar a las palabras del chico. El capitán con toda la frialdad del mundo le dice a Jack –Pues no sabes cuan decepcionado estaría tu padre por tus acciones.

La sangre del chico comienza a hervir de la rabia al escuchar esas palabras. Él sabe que no hizo ningún mal y, sobre todo, le enoja de sobremanera haber oído eso.

–Seguro que te entusiasma la idea de formar parte de esto ¿Pero hacer estas cosas? Es absurdo.

–¡¡Yo no miento!! – Jack se enoja y vocifera –Bien, no me quieren en su barco. Perfecto, iré a enlistarme en otro lado.

–No lo creo, niño– dice quien parece ser otro capitán quien se había detenido a ver el alboroto –No querría tipejos como tú en mi navío.

–Ni yo– comienzan a decir otros alejándose del lugar.

Gigantic: The Storm's Eye.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora