1. Érase una vez Jack.

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España siglo XVI: la era de las exploraciones. Valle La Concordia, un pueblo no muy grande, perdido en alguna parte de Castilla dirían algunos, con sus casas de tejas, construcciones de alquería, barraca y pallozas, justo ahí comienza esta historia. El sol de mediodía, su calor irradiaba un ambiente muy cálido, pero no lo suficiente como para sacar el sudor de los agricultores, comerciantes y demás personas que día a día marchaban en busca de ganarse la vida. Un pueblo de gente trabajadora.

Ninguno de ellos sospecharía todo lo que transcurriría mucho después, ni un alma siquiera alguien podría haberlo concebido que tal suceso pasaría y todo comenzó con cinco individuos que estaban en el campo, recargados en una cerca, con vestimentas oscuras y cargando con un saco en el cual llevaban todo lo "ganado" del día, pues de bandoleros se trataban. Bueno, no con ellos precisamente empezó todo...

Ahí estaban contando su botín, relajados y charlando sobre su jornada y que planeaban hacer después.

–Muy bien– declaro el que parecía ser el líder –hoy fue un día productivo, no nos fue tan mal. Peor hubiera sido no haber obtenido ninguna ganancia, pero siempre he dicho: el trabajo duro trae grandes recompensas.

Los demás vitoreaban a su líder.

–Pero Rogelio, que haremos con todo esto ¿Tiene valor?

–Amigo mío, cada cosa aquí tiene valor, el detalle es sacarle todo el provecho a esto. Puede que solo parezcan utilería barata, pero de que valen algo, lo valen.

–Pero este lugar está en medio de la nada y en serio, lo que encontramos lo hallaría a bajo precio en un mercado de pulgas– reclamó otro metiendo la mano en el saco –¡En serio! ¿Una muñeca?

–Estas son raras– toma la muñeca y dice –Bueno...bueno sí, son baratijas, pero peor es nada. Además, la expresión de esa niñita al quitarle su preciada muñequita lo vale ¿Sí o no?

–¡¡Siii!!– todos respondieron.

–Ser forajido es la pura vida...y mi padre quería que fuera alfarero como el resto de la familia ha ha ha.

Festejaron alegres su hazaña. Estaban a punto de partir y tan ocupados estaban reembolsando sus cosas, tan metidos en lo suyo que no notaron la presencia de un joven que los observaba y que poco a poco se les acercaba.

–Disculpen caballeros, veo que fue un día productivo ¿No? – musito el recién llegado.

Todos voltean a ver. Se trataba de un chico de 13 primaveras, de vestimenta rojo rubí, una camisa manga corta, unas mangas rojas oscura que salen de las mangas de su camisa y pantalón café casi negro, sentado sobre una cerca. Si, con el comenzó todo...

El visitante se ve despreocupado, les sonríe de manera picara mientras en una de sus manos sostiene una manzana roja, a la cual le da algunos mordiscos y en la otra una guitarra. Su negro cabello alborotado era meneado por un ligero viento procedente del norte. Todos los presentes se extrañaron de ver a ese muchacho ahí sin más.

–¿Te conocemos niño? – dijo Rogelio el líder de la banda.

El muchacho permanecía ahí. Una actitud despreocupada, casi al punto de parecer cínica según el juicio de esos hombres. El jefe pudo concluir que es trataba de un delincuente en proceso y que iba por el mismo camino hasta llegar a ser como ellos.

El muchacho terminando de masticar la fruta la arroja a un lado y baja de la cerca –No, no creo que me conozcan. Bueno soy bastante popular aquí, aunque no quiera presumir de ello. Pero, a ustedes si los conozco, al menos en los últimos 40 minutos.

Gigantic: The Storm's Eye.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora