14. La valkiria y el caballero.

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En Valle la Concordia, Doña Elena sale de la casa y con una cubeta en manos, va al pozo. El sol matutino daba un tono naranja tenue a todo el paisaje, un panorama donde la tierra esta agrietada y seca. El polvo se levanta con el mínimo aire y las hojas secas se despegan de las plantas. La mujer deja caer la cubeta para sacar agua, al hacerlo ve que el contenido no rebasa ni una cuarta aparte del balde. Casi no hay agua, el pozo estaba por secarse por completo.

La mujer mira a su alrededor, la sequía se había prolongado más de lo esperado. Charly el perro mastica un hueso seco. Doña Elena lo ve y dice –Tranquilo, ya conseguiré comida para los dos, no desesperes.

El canino la mira de reojo y continuo lo suyo. La señora suspira. La situación no tenía pinta de mejorar. La mayoría de pobladores se había marchado, solo unos cuantos se quedaron, con la esperanza de que las lluvias regresaran y que con sus gentiles aguas regaran la tierra devolviéndole la vida. Mientras el apoyo entre vecinos era la forma de aguantar aquello.

La mujer mira a la puerta del patio, preguntándose sobre la suerte de su hijo –Jack ¿Qué estarás haciendo? ¿Estarás en un galeón en medio del océano? Solo espero que no te marees. Por favor cuídate mucho.

La mujer va hacia a la casa, mira el patio recordando cuando el joven Jack, apenas un niño pequeño entonces, correteaba velozmente hasta que tuvo que dejar su niñez para ayudarle a hacerse cargo de la casa y todo lo demás. Pero a pesar del tiempo y de las circunstancias, Jack conservo esa energía vivaz. Así que se imagina a su muchacho viviendo todas esas aventuras de las que tanto soñaba con vivir desde pequeño o tal vez este de grumete, limpiando la cubierta "Seguro seguirás los pasos de tu padre, bueno, no tienes que seguir "todos" sus caminos, hay una ruta que nunca debes tomar". Suspira y antes de entrar dice una última cosa –Espero que hayas hecho buenos amigos– sonríe y entra a la casa, cerrando la puerta tras de sí.


Arriba sobre las nubes, en la tierra de los gigantes, Jack despierta por el canto de un ruiseñor. Con un gran bostezo el chico se levanta. Asoma su cabeza fuera del bolso del abrigo de Inma. Era de mañana, las mariposas revolotean por los alrededores, sí, grandes mariposas. Mira hacia arriba, Inma aun duerme profundamente, se había quedado sentada recargando su espalda al árbol.

–Inma, despierta, ya amaneció– le dice, pero la giganta no responde. Sale como puede del bolso y jala la manga de ella. Nada, dormida como un tronco. "Oh genial, ya hace hambre y ella es la única que puede hacer el desayuno, además que aun debemos continuar. Oh si tan solo pudiera cargar las verduras y la olla ... un minuto ... sí. La comida de mi bolso, podría ... ah no, ya me acabé la ración"

Tendría que despertarla entonces para que les prepara el desayuno. Después de todo ella empaco la olla y esas verduras extrañas que sabían muy bien para comer durante el viaje. Se podría hacer una sencilla pero rica sopa con eso.

Camina por la pierna de ella y baja al suelo. Algo le llama la atención, el chico mira la falda y los pantalones de la chica, estos últimos solo le llegaban hasta debajo de las rodillas –¿Le habrá faltado tela o como es la moda aquí? Un segundo ¿Una niña usando pantalones? ¡Ha! A los ancianos mi pueblo les daría el patatús si supieran de algo así. Ellos y sus mentes carcundas– entonces se fija en Petra "Perfecto, ella me ayudara a despertarla".

Se acerca a la gran gansa –Buenos días, Petra ¿Me oyes? Oye ¿Me ayudarías a...? – es entonces que algo se maquila en su mente. –Si ¿Por qué no lo pensé antes? – se dijo.

Ya había volado sobre ella y seguro ambos llegarían rápido a cualquier lado, a dónde y cuándo fuera. Una sonrisa de dibuja en su rostro. Mueve la cabeza de Petra y está por fin despierta –¿Qué, que pasa? Oh, hola Jack...

Gigantic: The Storm's Eye.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora