Hinata me había invitado a una cita.
No creí que iba a ser él quien lo hiciera pero estoy conforme.
Es obvio que acepté, no soy tan estúpido.
Cuando bajé del autobús, tuve que huir. No quería que Nishinoya me secuestrara para hacerme miles de preguntas sobre Hinata y tampoco quería que Asahi se me acercara y con lo nervioso que es, se le escapara algo sobre el chico que me gusta.
Ahora que logré decirle parte de la verdad a Hinata, me siento un hombre maduro. Y puedo decir que... Sí, creo que acepté que me gusta.
Tan solo un poquito, para dejar de decir «sentimiento».
¡Cielos, tengo que dejar de justificar todo! Hinata me gusta.
Me gusta. Lo quiero en mi vida, quiero besarlo, ¡Quiero todo con él!
A parte, es lindo aceptarlo. Él me hace feliz.
Se siente genial saber exactamente qué es lo que siento, puedo decir que es como una bendición. Mi familia me aceptó y a la vez, lo aceptó a él, nuestros amigos también... Ahora solo tengo que esperar a que él sienta lo mismo por mí y yo tenga el suficiente coraje como para decirle la verdad.
Suspiré. Soñar es gratis.
—¡Karasuno!
—¡Nekoma!
Tuve que volver y seguir a Daichi para enfrentarnos, cara a cara, con los jugadores de Nekoma. Kuroo, Kenma y... todos los otros. La verdad es que no recuerdo bien los nombres de los demás, solo sé el del capitán y el del amigo de Hinata porque el tonto vive hablando de él.
—Hace mucho no nos veíamos. ¿Recuperaron fuerzas después de cómo los partimos? —preguntó el pelinegro con una sonrisa divertida. Todos parecieron ignorarlo, excepto Daichi.
—Esta vez nosotros les ganaremos.
Y estrecharon sus manos.
Kenma, quien se encontraba al lado de Kuroo, soltó un grito cuando una cabellera pelinaranja se tiró sobre él. Para la suerte del teñido, no cayó al suelo. Suga se acercó al líbero del grupo y charlaron de manera animada aunque tímidos. Tanaka corrió a saludar a alguien realmente parecido a él junto a Nishinoya mientras que los demás, excepto por Yachi y Kiyoko, se encargaban de bajar los bolsos del autobús.
—¡Kenma!
—Shoyo... —murmuró el contrario con sus mejillas sonrosadas mientras guardaba su teléfono en el bolsillo de su chaqueta.
Solté un suspiro.
No es que me caiga mal Kenma, es más, lo admiro por ser tan buen armador pero... No me gusta que siempre que vengamos esté tan cerca de Hinata y eso haga que toda su atención esté en él. Tampoco soy fanático de que lo llame por su nombre, aunque eso también lo hace su madre y su hermana pero... ¿¡Él!?
¿¡Quién le dio el derecho!?
Hinata.
Bufé.
Qué estúpido se siente esto. Pensar que Kenma puede llegar a ser mi competencia. Es obvio que ese tipo está en algo con el capitán del equipo y si no, pues es al revés. Creo que Kuroo es realmente obvio.
O quizás estoy alucinando un poco.
Clavé mi atención en Hinata y Kenma, ignorando por completo de lo que Daichi y Kuroo hablan. Probablemente de voley, como siempre.
—Hace mucho no te veía... Luces bien.
Claro que sí.
—¡Tú también, Kenma! —exclamó con una sonrisa. —¿Te has retocado el cabello? —preguntó, tocando uno de sus mechones.
—Sí...
—¡Se nota! Te queda bien.
Me abstuve a rodar los ojos.
¿Por qué no me dijo eso cuando me corté el pelo?
—Oye, Shoyo —. Kenma se ganó la atención de los dos, aunque la mía de forma más indirecta —. Tengo una consola en mi casa y me preguntaba sí...
No pude escuchar más porque comenzaron a alejarse.
Hice una mueca al verlos irse y parece que Kuroo lo notó.
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Crónicas de un Kageyama Confundido | Kagehina
FanfictionPRIMER LIBRO DE "CRÓNICAS DE..." KAGEHINA. ¿Internet? No sirve. ¿Mi madre? Esa mujer me hará más preguntas de las que ya tengo, así que no. Básicamente me siento extraño estando cerca de Hinata. Por favor, ayuda. Si saben cómo curarme, comuníquense...