CAPÍTULO 34

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—¿Y ahora qué se supone que vamos a hacer? —preguntó Hinata, sin alejarse de mí.

Probablemente hemos estado unos... ¿diez minutos? Sí, seguramente diez minutos, abrazados con la vista en la nada misma. Pero deben entendernos... O entenderme: es mi primera vez haciendo esto y mi cabeza no puede procesarlo. Ni siquiera puedo dejar de pensar en que acabo de dar mi primer beso.

Con el chico que me gusta.

Dí mi primer beso con el chico que me gusta.

Yo hice eso.

Wow... No puedo creerlo.

—¿A qué te refieres? —pregunté en un susurro.

Él se alejó tan solo un poco de mí, pero nunca separó sus brazos de mi cintura. —¿Qué somos?

La jodida pregunta del año.

—No lo sé. —me encogí de hombros. —¿Qué quieres que seamos?

—¿Novios?

Mi corazón dio un salto.

En realidad, nunca pensé que podríamos estar en una situación así. El Kageyama de hace dos meses se hubiese reído en mi propia cara si le hubiese dicho que estaría sentado en el cuarto del club, abrazado al chico que me gusta, es decir, Hinata.

¿A quién engaño? Ni siquiera yo puedo creérmelo.

—¿Quieres que te pida ser mi novio? —pregunté, alzando mis cejas.

Hinata hizo una mueca y negó—. Uh, no lo sé. ¿Crees que sea una buena idea?

—No lo sé.

Silencio, otra vez. Podría ser incómodo, pero sé que él está igual de metido en sus pensamientos que yo.

Ser novio de Hinata... Eso conllevaría a muchas cosas, ¿no? Besarnos, irnos tomados de las manos, muestras de afecto... Relacionarme con su familia. Cielos, ¿qué tal si no le agrado a sus padres? Nunca antes los he conocido y si su hijo mayor llega a casa tomado de la mano con un tipo como yo... No sé cómo podrán tomárselo. ¿Qué tal si mis no suegros me odian?

¡Y tiene una hermana menor! Más problemas.

Besar a Hinata y tomarlo de la mano podría ser algo a lo que podría acostumbrarme. Sus labios son lindos y sus manos son pequeñas. ¡Encajarían con las mías! Sé que no soy muy afectivo pero haré lo mejor que pueda si llegamos a ser, oficialmente, novios.

Me pregunto qué estará pensando Hinata.

—¿Qué tal si no somos novios?

—¿Entonces qué seríamos?

—No lo sé. ¿Sí o sí necesita un nombre?

Me encogí de hombros—. No creo que sea necesario.

—Muy bien... Entonces que no tenga nombre. —alzó la vista solo para sonreírme.

Volvimos a quedar en silencio, solo que ahora nos mirábamos.

—Tienes muy lindos ojos... —murmuró, subiendo sus manos hasta tomar mis mejillas.

Sonreí, sintiendo mis mejillas calentarse—. Tú también.

—¡Pero los tuyos son más bonitos! —exclamó. —¡Son azules y me hacen acordar al océano!

—Los tuyos me hacen acordar a la tierra.

Borró su sonrisa.

—¡Bromeo! —exclamé, soltando una risa. Hinata rodó los ojos.

—No sé si pueda perdonarte...

—Oh no. —hice una falsa mueca. —¿Qué puedo hacer para ganarme tu perdón?

Soltó una risita. —Besarme. 

Crónicas de un Kageyama Confundido | KagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora