CAPÍTULO 24

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El día domingo llegó con ansiedad. Yo me sentía más ansioso de lo normal y creo que fue algo que notaron todos, mas no me importó.

Hoy sería mi cita con Hinata. Quizás hoy podría... ¿tomarlo de la mano? Sé que besarle sería muy apresurado y no he visto tutoriales de cómo hacer eso, así que con tocar sus manos sería suficiente para mí.

Estuve todo el día nervioso, clavando mis uñas sobre las palmas de mis manos para no morderlas. No me gusta que mis manos se vean mal.

—¡Buenos días! —saludó Hinata mientras salía del pequeño baño. Yo me le quedé viendo: Una camiseta blanca, unos pantalones cortos de color verde y descalzo. Su cabello hecho un desastre y rastros de sueño todavía sobre su rostro. —Hoy es nuestro último día, me siento triste. —hizo una pequeña mueca mientras caminaba hacia su futón y se sentaba sobre él.

—Pienso lo mismo. Es una pena que tuviéramos tan poco tiempo. —Inuoka resopló—. Espero que la próxima vez podamos estar hasta tres días juntos... ¡Una semana, si se puede!

—Eso sería genial... —dijo con una sonrisa mientras guardaba sus elementos de aseo en su bolso y volvía a sentarse. Yo solo lo observaba.

—Como sea, tengo que ir a la cocina. Estoy muriéndome de hambre. ¿Quieren que les traiga algo? —preguntó el más alto de los tres mientras caminaba hacia la puerta, ya vestido con su uniforme deportivo.

—¡Un jugo de naranja! —exclamó, comenzando a levantar su camiseta. —¿Kageyama?

Lo miré confundido, olvidándome de la conversación por quedarme viéndole.

—¿Quieres algo?

—No, no. Nada... Gracias.

—Está bien, ¡ya vuelvo! —Inuoka salió del cuarto, cerrando la puerta tras él.

Ahora solo quedábamos nosotros dos. Supongo que Yamaguchi y Tsukishima ya se habían levantado más temprano y el resto del equipo de Nekoma, con lo exigente que era Kuroo (porque, si hay que ser sinceros, Nekomata era más relajado que el actual capitán del equipo) seguramente les había pedido demás temprano para ayudar a limpiar o algo.

—Hace tiempo que no hablamos Kageyama, tenemos que ponernos al día. —dijo él de forma distraída mientras comenzaba a sacarse la camiseta. —¿Puedes creer que el día que llegamos...?

Y todos mis sentidos se bloquearon, haciendo que mi mente quede en blanco.

¿Por qué razón? El cuerpo de Hinata.

Quizás antes no lo notaba, porque no tenía ningún sentimiento romántico hacia él pero ahora... Ahora parecía que mi mente se encargaba de hacerme prestar atención en detalles de los cuales después me arrepiento, sintiéndome un pervertido. ¿Cómo podría borrar aquellos pensamientos de mi cabeza si Hinata, justamente, se desvestía enfrente de mí?

Piel blanca, una casi inexistente curva y sus clavículas marcadas. Esto tenía que ser algún tipo de castigo por parte de Dios. Tenía una verdadera belleza frente mío. Mis labios picaron, rogándome de que por favor saciara su necesidad de besar cada parte de su cuerpo.

—¿Me estás escuchando? —preguntó Hinata con una ceja alzada, obligándome a salir de mi... Lo que sea que estaba pensando. Asentí rápidamente, sin saber de qué realmente estaba hablando. —Oh genial, porque te estaba diciendo a los lugares a los que iríamos hoy.

Oh, eso. La cita. Debo concentrarme en eso, no en su cuerpo.

En su pequeño y lindo cuerpo. No, basta estúpidas hormonas.

—Ah sí... Me gustaron. Suenan... interesantes. —acoté para no quedar mal. Hinata se colocó su camiseta rápidamente y terminó asintiendo.

Quise preguntarle si estaba emocionado por salir conmigo, pero pensé que sonaría atrevido y fuera de lugar. Después de todo, él no tomaba esto como una cita. Era una simple salida de amigos.

—¿Emocionado por lo de hoy? — Sin embargo, fue él quien lo preguntó.

Sentí una extraña sensación caer por mis hombros.

—Sí... Conocer Japón siempre fue un sueño. —¡No podía decirle que estaba emocionado por salir con él! Quedaría raro y quizás hasta lo haría sentir incómodo.

—¡Yo pienso lo mismo! —exclamó—. Me atraen muchos lugares, Kenma me recomendó varias tiendas y heladerías aquí cerca. Tengo toda una tarde planeada para nosotros dos.

Sonreí de lado, sintiendo calidez en mi pecho. ¿Cómo no amar a este chico?

—Pensé en reunirnos en la banca afuera de este edificio. ¿Sabes a cuál me refiero? Esa que está pasando el muro para entrar aquí.

Asentí.

—Genial, entonces ahí te veo a las tres. —dijo con una sonrisa.

—Está bien. A las tres, en la banca del muro. Nos veremos ahí.

Crónicas de un Kageyama Confundido | KagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora