Nos quedamos en silencio un rato. Kuroo miraba los autos pasar mientras que yo tenía mi vista clavada en el suelo. Pensando en toda la información que acaba de tener y en Hinata.
No sabía qué decir, me sentía incómodo y en lo único que podía pensar era en querer volver a mi casa y estar todo el día en mi cama, probablemente llorando.
Las palabras del mayor realmente me habían dejado un mal sabor en la boca. Kenma no intentaría nada con Hinata porque, supuestamente, le gustaba Kuroo pero también podía tener alguna oportunidad con él porque no estaba en nada con el pelinegro.
Suspiré. Me comenzaba a doler la cabeza.
—¿Sabes? Es una pena que desperdiciemos toda esa comida robada—. Kuroo volvió a hablar y yo lo miré con mis cejas alzadas—. A parte es tu último día aquí y no conoces casi nada. ¿Cierto?
—Pues... sí.
—Muy bien, levántate. —dijo levantándose de su asiento y colgando el bolso en su hombro. Yo le hice caso sin pensarlo—. No nos queda mucho tiempo pero lo podemos aprovechar. Vamos.
—¿A d-dónde? —pregunté, siguiéndolo tontamente.
—¡Te haré un recorrido por este distrito!
La tarde fue realmente divertida. Kuroo logró hacerme olvidar un rato del tema de Hinata y me llevó por todo la ciudad. Recorrí tiendas e incluso tomamos un helado, hablando de voley y cosas que teníamos en común.
Nunca pensé que me llevaría tan bien con alguien como él.
Cuando volvimos al complejo en el que nos hospedábamos, todo seguía igual. Las siete de la tarde marcaba el reloj y probablemente dentro de treinta minutos comenzarían a subir todos los bolsos, así que, antes de entrar al departamento en el que nos quedábamos, miré a Kuroo.
—Gracias por esto. Realmente me ayudaste mucho. —agradecí con un pequeño calor en mis mejillas. Él metió sus manos en sus bolsillos y asintió, con una apretada entre sus labios.
—No te preocupes. Si necesitas algo... llámame. Intercambiamos números después de todo.
Asentí, sonriendo levemente—. Lo haré.
—¿Nos vemos luego?
—Claro...
Entré al complejo y no había nadie en los pasillos, así que me apresuré por ir a mi cuarto. Para mi sorpresa (y buena suerte) nadie estaba allí, por lo que comencé a empacar mis cosas y revisar si llevaba todo.
Luego de veinte minutos, salí de mi cuarto.
—¡Kageyama! — La voz de Nishinoya me hizo dar un saltito en mi lugar. Me di vuelta y lo miré: Tenía una sonrisa de oreja a oreja, parecía emocionado. —¿Cómo te fue?
Rasqué mi nuca, con una mueca—. Bien... Salí con Kuroo.
—¿Kuroo? —borró su sonrisa y su ceño se frunció. —¿No ibas a salir con Hinata?
—Sí pero... nunca llegó y Kuroo sí, así que dijo que podríamos salir un rato para que conociera esta parte de Japón. Incluso me mostró su escuela. —me encogí de hombros.
Nishinoya hizo una mueca. —¿Estás bien?
—Sí, intento no pensar mucho en eso. Creo que la ausencia de Hinata me hizo darme cuenta de varias cosas.
—Las cuales serían... —dejó la frase por terminar para que yo hablase.
Solté un suspiro—. Me di cuenta que no tengo oportunidad con él porque realmente no le importo. Si le gustase o algo por el estilo, él se hubiera presentado a tiempo.
Frunció su ceño—. No creo que sea así...
—De todos modos, sé que en algún momento lograré superarlo. Hay más chicos en el mundo, ¿no? —sonreí de lado, intentando tragarme el repentino nudo en mi garganta.
—Kageyama...
—¡Chicos! — La voz de Suga, para mi suerte, llamó nuestra atención. Me di vuelta y lo miré, intentando ignorar las repentinas lágrimas formándose en mis ojos. Seguía sintiendo la mirada apenada de Nishinoya clavada en mí—. Daichi está subiendo los bolsos, así que vayan llevando todo. A las ocho tenemos que irnos, ¿Si?
Asentí.
Suga frunció su ceño al verme más de cerca. —¿Está todo bien, Kageyama?
—Claro. ¿Por qué no lo estaría? —pregunté.
¿Tan mal me veía como para que me preguntaran si estaba bien?
¡Claro que lo estoy! O fingiré estar así hasta que llegue a mi casa y pueda llorar tranquilo.
Suga pareció dudar con mi respuesta, pero terminó soltando un suspiro y asintiendo.
—Iré a buscar mis cosas.
Hice paso entre los dos mayores, ignorando el repentino tirón que Nishinoya le dio a mi brazo para que parara. Pero se supone que estaba bien, no me pasaba nada. Podría vivir con la punzada en mi corazón.
Cuando entré al cuarto y cerré la puerta detrás de mí, se me hizo imposible no soltar un sollozo. La habitación estaba vacía, así que me permití llorar en silencio por un pequeño lapso de tiempo. Tomé mis cosas y caminé al baño del cuarto, que no tenía una ducha pero si todo lo otro. Me miré en el espejo y cielos, yo también me preguntaría a mí mismo si realmente estaba bien.
Mi rostro decía todo. Estaba manchado con tristeza; se podía notar que había llorado. Debido a que mi piel era muy blanca, la hinchazón en mis ojos y la sonroses de mis mejillas se notarían mucho más. Negué y limpié mis lágrimas.
Lloraría más tarde, lo juro.
Antes de salir del cuarto, inhalé y dejé salir todo el aire. Debía calmarme un poco si quería lucir realmente bien.
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Crónicas de un Kageyama Confundido | Kagehina
FanfictionPRIMER LIBRO DE "CRÓNICAS DE..." KAGEHINA. ¿Internet? No sirve. ¿Mi madre? Esa mujer me hará más preguntas de las que ya tengo, así que no. Básicamente me siento extraño estando cerca de Hinata. Por favor, ayuda. Si saben cómo curarme, comuníquense...