CAPÍTULO 44

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—¡Mamá!

Entré a casa casi gritando. Lo primero que vi fue a Miwa tirada en el sofá boca arriba, con su mirada clavada en su teléfono. Luego escuché ruidos en la cocina.

—¡A la hora que llegas...! —exclamó cuando me vio entrar al mismo cuarto que ella.

—¡Necesito tu ayuda! —grité sin importarme un poco lo que me dijo.

Negó y suspiró sin dejar de revolver la salsa que estaba preparando—. Tobio, entiendo que estés en la etapa de enamoramiento y todo eso, pero por lo menos tienes que avisarme a qué hora llegas...

—Castígame después, por favor. —pedí, parándome a su lado y mirándola serio—. Pero ahora escúchame.

—¿Qué pasa? —me miró con una ceja alzada.

—¿Cómo le pido a Hinata que sea mi novio?

La cuchara cayó sobre la salsa, salpicando su ropa.

—¿¡Por qué siempre me haces esas preguntas cuando estoy haciendo algo importante!? —preguntó, mirándome molesta. Me encogí de hombros—. Cielos... —suspiró.

—¿Entonces...?

—Déjame limpiarme y hablaremos.

—Está bien. —me apoyé contra la mesada, esperando a que mamá terminara de mojar las partes manchadas.

—A todo esto, ¿no tienes amigos para hablar? —preguntó. Yo la miré indignado. —¡No lo digo con maldad! Simplemente me preguntaba.

Rodé los ojos—. Tengo amigos pero no quiero que se enteren. Se pondrían insoportables. Es como decirle a Miwa.

—¿Decirme qué? —Mi hermana entró a la cocina justo en ese instante.

—Que quiere pedirle a Hinata que sea su novio. —respondió mamá mientras se colocaba un mandil y comenzaba a revolver la salsa otra vez.

—¡Mamá! —me quejé.

—Eso te pasa por ensuciar mi ropa... —canturreó, encogiéndose de hombros.

—¿Crees poder lograrlo? —preguntó mi hermana con diversión, sentándose sobre la mesada. Solo bastó una mirada de mamá como para que se bajara rápidamente y buscara otro sitio donde acomodarse.

—Claro que sí. —me crucé de brazos, mirándola con fastidio.

—¿En qué querías que te ayudara? —Mamá volvió a hablar.

—Necesito maneras de pedirle que sea mi novio.

—Invítalo a salir y pregúntale. —Miwa se encogió de hombros.

—Quiero que sea original. —puse los ojos en blanco.

—Con cartas. —propuso mi madre.

—Demasiado tierno.

—Una canción.

—No canto bien.

—Cena romántica y flores.

Hice una mueca y negué.

Miwa suspiró. —¿Tienes algún lugar al que siempre recurran?

Lo pensé unos segundos.

—Uh... ¿La escuela?

—Que no sea la escuela. —rodó los ojos.

—El árbol que está al lado de la escuela. —alcé mis cejas.

Suspiró—. Bueno, eso sirve... ¿Qué tal si armas un picnic ahí y le preguntas?

—En la noche. —Mamá concordó con Miwa.

—Con iluminación de fondo. —agregó.

—Y una flor.

—Sola una.

—No más.

Crónicas de un Kageyama Confundido | KagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora