El canto de los grillos, el sonido de los autos...
Y la risa de Hinata.
—¿¡En serio!? —preguntó, tapando su boca. —¡Tsukishima es un idiota!
—Claro que sí... —reí, negando.
Una simple historia avergonzando al mayor imbécil de la escuela para usar como tema de conversación siempre era lo mejor. Las horas parecían pasar con lentitud y aunque mi actitud demostrara que estaba relajado, por dentro estaba en una crisis.
Poco a poco, el momento más importante de mi vida, comenzaba a acercarse. Debía hacerle la pregunta, decir aquellas cuatro palabras que cambiarían el rumbo de mis últimos tres años en la escuela.
Hinata parecía no tener ni la más mínima idea de lo que estaba por pasar.
Mordí mi labio inferior y sonreí. —Hay algo de lo que quiero hablar.
—Está bien... —frunció su ceño, poniéndose serio de repente.
Tomé aire. —Organicé esta cita por una razón en específico. —Él se quedó en silencio, seguramente sin saber qué decir—. Hay algo que he intentado decirte desde... hace tiempo y... sé que ya hablamos de esto, pero es que no puedo aguantarme más.
Me miraba confundido.
Yo estaba hasta los nervios.
Realmente temía que no me aceptara. Sé que lloraría si llegaba a rechazarme.
¿Y qué tal si lo hacía? Perdería todo sentido mi vida. Se volverían incómodos los entrenamientos, la vuelta a casa, los viajes... Absolutamente todo cambiaría si Hinata me rechazaba.
Ay, no quería que me rechazase.
—¿Por qué te quedaste callado? —Hinata me miró sin entender.
—Porque... —miré a sus espaldas—. Pensé que sería mejor si... hacíamos una ronda de preguntas.
—¿Eso era de lo que querías hablar? —alzó una ceja. Asentí rápidamente.
¿A quién engaño? No era lo suficientemente valiente como para hacerle la tan esperada pregunta.
La ansiedad estaba comiéndome poco a poco y sé que llegaría un momento en el que colapsaría y lo diría sin pensar. Llegaba a asustarme de tan solo pensarlo.
Supongo que esto es algo que siente todo chico (o chica) que está apunto de preguntarle a la persona que le gusta si quiere ser su novio (o novia).
Creo que los nervios son mi principal molestia, me gustaría tener un poder para borrarlos.
—Antes de que empecemos, necesito ir a buscar algo. —mentí.
—¿Qué cosa? —preguntó con la molesta curiosidad característica de él.
—Es... una sorpresa. —sonreí forzado, levantándome de mi lugar.
—Está bien... ¿Quieres qué te acompañe? Te juro que no veré nada.
—No, no. —negué—. Mejor quédate aquí a cuidar las cosas... —comencé a alejarme. —¡No tardo! —y apresuré mi paso para huir.
Cuando estuve lo suficientemente alejado, apoyé mis manos sobre mis rodillas y respiré.
Lo sé.
Soy un cobarde.
Pero las palabras se atoraron en mi garganta y el miedo me invadió.
Saqué mi teléfono del bolsillo de mi pantalón y rápidamente llamé a la persona que más de ayuda me serviría ahora mismo.
—¿Kageyama?
—¡Kuroo! —exclamé, sintiendo alivio caer sobre mis hombros.
—¿Qué pasa? —preguntó confundido.
—Yo... ¿Recuerdas de lo que hablamos la vez pasada?
—¿Pedirle ser tu novio al enano?
—Sí...
—¿Qué hay con eso?
—Estoy en medio de una cita con él y quiero preguntarle pero no puedo.
—¿No puedes o no quieres? —Puedo jurar que sentí como frunció el ceño.
—¡No puedo! —exclamé. —¡Quiero hacerle la pregunta pero no me sale!
Soltó un suspiro, notablemente frustrado. —¿Te importa este chico?
—Claro que sí. —fruncí mi ceño. Vaya pregunta estúpida.
—¿Y te gusta mucho?
—Sí.
—¿Lo amas?
—Lo amo.
—¿¡Entonces a qué le temes tanto!? —gritó, enojándose. Me sobresalté del susto. —¡Si tú le gustas y él te gusta a ti, simplemente hazlo!
—Pero es que-
—¡No, no! —me interrumpió. —¡Me dijiste que se habían besado, que él te había invitado a tu casa y presentado a sus padres! —Él, ahora mismo, parecía un padre. —¡Ve y dile que quieres ser su novio!
—¿Y si me rechaza?
—Es imposible que lo haga.
—Me dijo que no quería ponerle nombre a lo que sea que tengamos.
—¡Pero tú sí! —Sé que rodó los ojos. —¡Cielos, probablemente él también pero ni siquiera se ha dado cuenta! Dime, ¿Te besa?
—Sí.
—¿Y te abraza?
—Sí.
—¿Y te cuenta todo lo que hizo en su día?
—Sí.
—¿Hablan seguido?
—Sí.
—¿Dice que te ama?
—Que me quiere.
—¡Es lo mismo! Ser novios es la misma mierda que lo que ustedes vienen haciendo desde hace tiempo. ¡Simplemente que ahora tendrá un nombre!
—¿En serio crees que sea buena idea preguntarle?
—¡Sí!
Hice una mueca y lo pensé unos segundos.
No sé qué fue lo que me hizo pensar que sería algo bueno decirle a Hinata. Quizás la voz enojada de Kuroo sirvió de mucha ayuda.
—Está bien, lo haré.
—¡Así me gusta! —exclamó. —¡No necesitas que te desee suerte porque ya la tienes!
—Ya tengo suerte.
—¡Y también al chico que te gusta!
—¡Y también al chico que me gusta! —repetí, armándome de valor.
—¡Ahora ve por él!
—¡Está bien! —me di vuelta, comenzando a caminar en dirección a Hinata.
—¡Espera un segundo!
Paré en seco.
—Llévale una flor.
Recordé las palabras de mi hermana.
—¿Una flor?
—¡Claro! Es lo que mínimamente se merece.
Busqué entre los frentes de las casas del vecindario. Vi una llamativa flor amarilla y pisé el césped solo para robarla.
—Creo que la tengo.
—¡Muy bien! Ahora sí puedes ir por él.
—Está bien, lo haré. Gracias.
—¡No te preocupes! Para eso estoy. Llámame si pasa algo.
—Nos vemos.
—¡Adiós! —exclamó. —¡Tú puedes!
Corté la llamada y guardé mi teléfono.
Era ahora o nunca.
ESTÁS LEYENDO
Crónicas de un Kageyama Confundido | Kagehina
FanficPRIMER LIBRO DE "CRÓNICAS DE..." KAGEHINA. ¿Internet? No sirve. ¿Mi madre? Esa mujer me hará más preguntas de las que ya tengo, así que no. Básicamente me siento extraño estando cerca de Hinata. Por favor, ayuda. Si saben cómo curarme, comuníquense...