CAPÍTULO 33

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Sentí un balde de agua fría caer sobre mi espalda.

¿Qué había dicho?

Espera un maldito momento.

Creo que no puedo respirar...

¿Acaso mi corazón se detuvo?

No respiro. Este es mi final.

Adiós mundo cruel.

«Joven de dieciséis años muere debido a que el chico que le gusta corresponde a sus sentimientos» Buena portada de un periódico, ¿verdad?

En serio creo que me está faltando el aire.

—¿Kageyama? —preguntó Hinata borrando su sonrisa para verme preocupado. —¿Estás bien?

¡Claro que no estoy bien! No puedo reaccionar. Olvidé cómo moverme.

Mi corazón latía tan fuerte que hasta podía escucharlo, entendería por completo si se salía de mi pecho. Mis manos comenzaron a sudar y mis sentidos quedaron sordos por un largo tiempo.

Realmente no podía creerlo.

Yo... ¡Le gustaba a Hinata!

A la mierda con las inseguridades, ¡Hinata me correspondía! ¡A mí! ¡A un idiota como yo! No podía creerlo, me sentía tan feliz y... ¡No sé! No puedo pensar claramente. Solo quiero decir que este es el día más feliz de mi vida.

—¿En serio yo también te gusto? —pregunté en un hilito de voz, mirándolo a los ojos.

Hinata parpadeó, quedándose en silencio unos segundos. Sus mejillas, de un segundo para otro, se tiñeron de un rojo intenso e intentó disimularlo con una risa nerviosa. No contestó, más bien bajó la vista y jugó con mis dedos.

—Necesito que me lo vuelvas a confirmar así puedo creerlo, por favor... —murmuré, dando un apretón a sus manos.

¿A dónde había quedado toda esa sinvergüenza forma de ser de Hinata? Ahora parecía un chico completamente tímido, negándose a verme a los ojos.

Ay, me sentía muy feliz. No me importaba repetirlo muchas veces.

—¿Sí o sí? —preguntó con una mueca.

Asentí muchas veces.

—¿Por favor?

Hinata me miró a los ojos.

Tan lindos. Nunca había tenido la oportunidad de verlos tan de cerca: Eran de un color simple pero único para mí. Color marrón con una chispa especial. No pude evitar soltar un suspiro, realmente me gustaba mucho este chico.

Lo que pasó después fue tan rápido que quise llorar.

Hinata se levantó un poco, lo suficiente como para juntar nuestros labios.

No fue un beso, no hubo movimiento. Simplemente fue el roce de nuestros labios lo que me hizo explotar un millón de sensaciones en mi cuerpo. Felicidad, emoción, cariño... Calidez. Era una sensación reconfortante en mi pecho, algo tan cómodo y lindo que hacía que mis labios sufrieran un cosquilleo.

El tiempo paró en seco. Ni siquiera cerré mis ojos, todo pasó realmente rápido.

—¿Eso confirma tu pregunta? —preguntó bajando la vista otra vez.

Sonreí apretando mis labios, deseando volver a tener esa sensación.

Asentí rápidamente—. Gracias.

—¿Por confirmar que me gustas?

—Sí. Pero también por estar en mi vida.

Hinata volvió a entrar en pánico. Sus mejillas se pusieron más rojas de lo que ya no podían estar y pude notar lo nervioso que se puso.

Solté una risita y lo atraje hacia mí, abrazándolo y apoyando mi mentón en su cabeza.

Tardó en corresponder pero lo hizo.

Y no puedo estar más feliz por eso.

Crónicas de un Kageyama Confundido | KagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora