—Hola.
Solo podía pensar en una cosa.
Hinata lucía hermoso.
Solo tenía puesta una camiseta blanca con unos pantalones cortos pero se veía increíble.
Supongo que esos son los efectos del amor.
—¿No es muy temprano? —preguntó con su ceño fruncido.
—Nunca te dije la hora. —me encogí de hombros.
—¿Y eso qué? —se movió a un lado para dejarme pasar—. Me hubieses mandado un mensaje.
Lo miré cansado. —¿Quieres que me vaya?
—¿Qué? No.
—Entonces deja de quejarte.
Soltó un suspiro y negó.
—Todavía tengo que bañarme.
—Puedo esperar. —observé toda la casa. —¿Están tus padres?
Negó—. Trabajan.
—¿Tu hermana?
—Durmiendo.
Sin aviso, Hinata tomó mi mano y comenzó a caminar hacia las escaleras. Yo lo seguí en silencio, ignorando la emoción que sentí recorrer cada parte de mí debido a su toque.
Debía admitir que no estaba completamente nervioso.
O sea, sí lo estoy.
Pero no tanto.
Quizás es porque todavía no me doy cuenta que esta noche le pediré a Hinata ser mi novio.
Seguramente cuando estemos llegando al árbol, sienta ganas de vomitar.
Pero no ahora.
Y por eso, me voy a concentrar en el presente.
Hinata entró al cuarto aun tirando de mí y me empujó a la cama. Lo miré con sorpresa.
—¿Qué se supone que haces?
—No voy a dejarte solo en mi casa. Si Natsu se despierta y te encuentra, probablemente te obligará a jugar con ella. —explicó, caminando hasta su armario y comenzando a buscar ropa.
—Soy bueno con los niños, para tu sorpresa.
—No lo pareces. —sonrió de lado.
—No suelo acercarme a ellos, a menos que me lo pidan. —me encogí de hombros, acomodándome en su cama y abrazando su almohada.
—¿Quieres bajar y esperar a que Natsu despierte?
Negué—. Estoy bien tu cama...
Él se dio vuelta para mirarme. Yo clavé mis ojos en él.
—¿Por qué me miras así? Ya te dije que me pones nervioso... —murmuró, dejando la ropa sobre el escritorio y caminando hasta mí, para luego lanzarse encima. Rápidamente, rodeé su cintura con mis brazos.
—Es que eres muy lindo. —respondí con sinceridad, acariciando el lugar en el que estaban mis manos.
—Y tú también... —murmuró, estirándose lo suficiente como para alcanzar mis labios.
Comenzamos a besarnos lentamente, disfrutando el momento. Luego las manos de Hinata pasaron a posicionarse en mi nuca y...
Detuve el beso.
—Deberías ir a bañarte. —susurré, sonriéndole.
Él soltó un quejido y puso los ojos en blanco—. Está bien... —se levantó de su lugar y tomó la toalla que descansaba en la silla. —¿Ya sabes a dónde iremos?
—Sí. —respondí, acomodándome en su cama.
—¿Me lo dirás?
—Claro que no. —sonreí con malicia.
—¿Si te doy un beso cambiarás de opinión? —sonrió casi angelical.
Oh, claro que sí.
—No. —Ignorando todos mis sentidos, me negué. Se supone que era una sorpresa.
—¿Por favor? —hizo un puchero.
Mordí mi labio inferior y cerré mis ojos.
—No. Ahora ve a bañarte.
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Crónicas de un Kageyama Confundido | Kagehina
FanficPRIMER LIBRO DE "CRÓNICAS DE..." KAGEHINA. ¿Internet? No sirve. ¿Mi madre? Esa mujer me hará más preguntas de las que ya tengo, así que no. Básicamente me siento extraño estando cerca de Hinata. Por favor, ayuda. Si saben cómo curarme, comuníquense...