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C A P Í T U L O  1

Llegaba a mi casa de un día algo agotador. Dejé mi mochila en el piso mientras me quitaba el suéter del uniforme.

Durante el camino de la escuela a la casa, mi padre me había dicho que debíamos mudarnos. Le habían ofrecido un mejor trabajo en otra ciudad, a 15 horas de donde actualmente vivimos. Y bueno, él aceptó para que pudiéramos tener una mejor calidad de vida.

¡Vaya que emocionante! No, claro que no.

Me acerqué a donde mi madre estaba limpiando.

—Madre, ¿de verdad es tan necesario mudarnos a una ciudad que está a más de mil kilómetros de aquí, donde no conoces a nadie? —suspiré mientras le pasaba una caja que estaba vacía.

—Sí, sabes que es lo mejor para la familia. Y no seas tan dramática. —Tomó la caja que me pidió y comenzó a guardar algunas cuantas cosas en ella.

Después de pasarle la caja, caminé hacia el sillón.

—Pero... Pero es que no quiero dejar lo poco que he construido aquí —me tiré sobre el sillón mientras le daba a mi madre una mirada de "por favor"—. Además el ciclo que viene es el último año en la preparatoria, después de eso me iré lejos, muy lejos de aquí —me puse la mano en la frente dramáticamente.

—Halley, un no es no. Lo siento pero no solo por unas cuantas amigas que al poco rato de irte te dejarán de hablar, vamos a sacrificar el bienestar de la familia. —En eso tenía razón, pero ellas eran mis mejores amigas; no creo que se olviden de mí tan fácil.

Pero para ser honesta no me refería a ellas del todo, estaba segura de que si me iba ellas seguirían hablando conmigo. Más que nada me refería a Patrick, el chico que me ha gustado por dos años, justo cuando comenzaba a tener una amistad con él, al jefe de mi papá se le ocurre darle un trabajo en otra ciudad que está a más de mil kilómetros de la vida que he empezado a construir.

Lo sé, aún soy joven y tengo demasiadas cosas por vivir pero créanme, no soy de ese tipo de personas que donde sea que vaya puede empezar a construir su vida desde cero.

Al día siguiente fui a la escuela a darles las malas noticias a mis mejores amigas. Las tres tomábamos todas las clases juntas, menos taller; solo Amelia y yo teníamos el mismo. En la hora del almuerzo nos sentamos en la banquita que queda frente a la cancha de basquetbol, donde Patrick juega con sus amigos todos los días.

—Oigan —dije mientras masticaba un pedazo de sándwich que mi madre me hizo—, les tengo una noticia. —Vi que ambas voltearon sus cabezas como el exorcista, hacía mí.

— ¿Qué es?

— ¿Acaso pasó algo entre Patrick y tú? —ambas me miraban.

—N-No, no es eso —sinceramente no sabía cómo iban a reaccionar y eso me daba un poco de miedo ¿Y si de verdad se olvidaban de mí? ¿Y si me excluían del grupo?

—Entonces ¿qué es? —Amelia dijo y yo las miré con un poco de nervios—. Anda Halley dinos, que me estas poniendo nerviosa.

—Bueno —suspiré—. Le han dado a mi padre un trabajo en otra ciudad y nos vamos a mudar acabando el ciclo escolar —las miré esperando su respuesta.

— ¡¿Qué?! —ambas dijeron al unísono.

—Lo mismo dije cuando mi madre me dio la noticia.

—Pero ¿qué va a pasar para nuestra graduación? Habíamos quedado que organizaríamos la fiesta. —Mía me miró—. No puedes irte Halley.

—Créeme no quiero irme, pero ustedes saben que a mis padres no les ha ido muy bien últimamente, y bueno creen que mudarnos sea un nuevo inicio para nosotros. Y tal vez así lo sea.

¿Algún Día Seremos Cómo Las Estrellas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora