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C A P Í T U L O 5

Al día siguiente no quería levantarme. Me pesaban los ojos por llorar en la noche, pero no podía faltar a la escuela. Al final, reuní todas las fuerzas que tenía, para sentarme en la orilla de mi cama.

Me quedé viendo mis chanclas por... yo que sé, bastante tiempo, hasta que mi mamá me sacó del trance en el que estaba, gritando:

-Halley ¿qué tanto haces? Ya te tardaste.

Miré mi teléfono y ya eran las 6:50 am ¡¡LAS 6:50 Y NO ME HE VESTIDO!!

Me levanté de golpe y eso hizo que me mareara. Rápido busqué en la pila de ropa de mi silla, el uniforme. Me puse la falda -toda arrugada-, las calcetas, los zapatos; y he aquí el dilema, no sé si ponerme la camisa que me regalo Armin. No quiero que la gente piense que me la puse porque tengo algo con él o por lo que dijo su mamá -aunque en parte tiene un poco, pero sólo un poco de razón-, y por otro lado, no quiero que piensen que soy una sucia y no lavo mi uniforme.

No tenía tiempo, ni ganas de tener una pelea interna, así que busqué la caja que me mandó Armin, en el cuarto de mis papás. Busqué y busqué, moví todo y al final la encontré. Por suerte no estaba arrugada. Regresé a mi cuarto, me puse la camisa y el saco rápidamente.

Baje a la cocina, con la corbata en mano. Mi mamá ya tenía el desayuno listo y mi papá solo esperaba a que terminara de desayunar para llevarme a la escuela, ya que como la escuela está a pocos minutos, no me daría tiempo de desayunar en el trayecto. Le pedí a mi mamá que me hiciera la corbata mientras yo comía el plato de cereal que dejó para mí.

-No puede ser que cada vez te levantes más tarde -espetó mientras trataba de hacerme la corbata.

-Lo... siento... tenía mu...cho sueño -respondí mientras daba cucharadas de mi cereal.

-Para la próxima ya no te voy a gritar. ¡Deja de moverte que no puedo hacerte la corbata!

-Per... dón -deje el plato en la mesa, para que mi mamá terminara de hacer la corbata y mastiqué la cucharada de cereal que tenía en la boca.

Todo eso lo hice en un tiempo de 15 minutos, tiempo récord. Mi papá trató de acelerar el paso más de lo normal, pero pareciera que a toda la gente hoy ¡justo hoy! Se le hizo tarde, porque aunque mi papá haya ido a una mayor velocidad llegamos al tiempo como si no lo hubiera hecho.

Rápido me bajé del coche, despidiéndome de mi papá. Subí corriendo las escaleras, entré por la única puerta que estaba abierta pero un brazo me sostuvo, eso hizo que me detuviera de golpe.

-Señorita, llega tarde -una maestra sostenía la puerta con una mano, mientras la que tenía en mi brazo, la posó en la cadera.

-L-Lo siento, hubo un choque y eso retrasó el transito -me mordí el labio y ella sólo levantó una ceja.

-No la podré dejar pasar, hasta que termine la primera hora. Esa es la regla.

- ¿Cómo? - ¿Escuché bien?

-Hasta que termine la hora podrás pasar a tu salón.

Oh no. No puede ser.

La maestra cerró la puerta justo detrás de mí. Oh, fui la última en entrar. Me indicó que debía esperar en la recepción. Entré y vi que no era la única que va a tener falta en la primera hora. Estaban otros dos compañeros y... ¿Violeta?

- ¿Halley?

-Hola Violeta. Veo que también llegaste tarde -reí suavemente.

-Si -agachó la cabeza-, es mi primera vez.

¿Algún Día Seremos Cómo Las Estrellas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora